Ruta inaugural
Refulge el amanecer a mi espalda
camino del occidente:
jirones de niebla siguen la senda del Pisuerga
en una mañana de gran hermosura.
Las bicicletas están esperando junto al templo;
pugna el sol con la bruma en los primeros kilómetros,
hay corriente en el cauce fluvial del Trabancos,
gran arenera desde hace medio siglo al menos.
Maravillados por el agua cantarina en su correr
asistimos atónitos al vuelco del ciclista guía
en el trance de atravesar el curso fluvial:
emerge cual Neptuno dominador de las aguas.
El barro y el sol nos acompañarán ya
hasta completar la ruta circular tan preparada,
habrá un buey que se cruce en el camino,
y un pastor de ovejas churras que precede a su jumento.
Las risas y la confraternidad se prolongan
hasta bien entrada la tarde:
comida opípara y paseo ermitaño,
conversaciones amenas en la hora del ocaso.