Los acerolos
Los dos acerolos tienen acerolas,
hay un muro nuevo que rompe el pinar,
el río apenas soporta tanta sequía,
tañen a muerto las campanas del templo.
Hay patos y moscas por doquier,
los viejos gastan los mismos pantalones,
los poemas de la ribera han sido respetados,
el albañil exultante encaja perfecto el adoquín.
Los vándalos han estampado su firma en el mural,
el pescador sostiene una conversación filosófica,
nadie le escucha;
unas hojas marcan el inicio del otoño.
He comido una docena de acerolas,
su color rojo destaca sobre el cielo azul,
la belleza se esconde en lugares inesperados
en una mañana soleada de septiembre.