El fin de la noche
Los patines eléctricos cruzan la noche
como criaturas desesperadas,
desprovistas de sentimientos,
apagados los sentidos
cual inequívoca emulación de Blade Runner.
Silenciosos, durmientes, oscuros,
rompen las distancias y las coartadas,
autómatas del intercambio,
sin propósito personal alguno.
Células enigmáticas y asexuadas,
dispensadores de placer ajeno,
el instante es múltiplo del vacío,
el no ser de la soledad completa.
Somos burgueses alejados de la oscuridad,
subyugados por la tecnología del hogar,
inválidos en un territorio inhóspito
cuyos códigos secretos desconocemos.
Hay un silencio y una quietud sospechosa,
cazadores con los ojos brillantes,
acechan la novedad inocente
captan adeptos, clientes y verdugos futuros.
El fin de la noche, el desánimo,
los rostros ultrajados, somnolientos,
anodinos y anónimos sin luz ni esperanza,
consumidores avaros del día de descanso.