Belleza natural
Belleza, esa hora de luz mágica, girasoles
nada hay ya hermoso en el campo
pero me apego a él como un don,
esa ebriedad del poeta zamorano,
el fresco que desprende la tierra en el ocaso.
La luz ilumina un parque, lo llena de color
ya sin la vida que tuvo hace unos minutos,
paseantes, parejas otoñales, carritos de bebé,
las almendras amargas que nadie quiere,
las arcas reales como vestigio arqueológico.
Solitarios exploradores ascienden a una cueva,
cuelgan sus fotografías de valles perdidos
como si fuera el trofeo conquistado con paciencia,
caminantes jubilados, henchidos de gozo.
Perdí la oportunidad de ver salir la luna llena,
imposible fotografiar el encuadre del satélite
entre los tirantes del puente sobre el Pisuerga,
lo efímero se volatiliza entre los móviles.
El mundo ha cambiado con el covid pandémico,
también con las aplicaciones de los teléfonos:
el acoso de los tiktokers,
la búsqueda de un nicho original en las ondas.
La Gran Belleza se mantiene intacta,
Jep Gambardella visita lugares mágicos o míticos,
la música abre los poros de la absorción de imágenes,
la mezcla total de los géneros.
Solo el dolor evita la absorción de la belleza natural,
desordena las terminaciones nerviosas,
desquicia el pensamiento racional,
compite con cualquiera de las lacras del tiempo.
El instante ha pasado y queda una cierta quietud,
unas picaduras de mosquito en las piernas,
el imposible silencio roto por las bicicletas,
el recuerdo futuro de hermosas fotografías.