Poema 455: En la vida y en la muerte

En la vida y en la muerte

 A Perea
quien siempre nos transmitió alegría.

Un fanfarrón alegre, un torbellino,

vorágine de vida y alegría fresca,

un tipo inteligente y veloz.

No le conocí en el cara a cara con profundidad:

imagino que tenía su máscara,

la broma que esconde ideas y proyectos,

fracasos y éxitos.

Diría que era el más popular de la comarca

hasta que la vida le pasó por encima;

un trabajador infatigable, amigo de todos,

capaz de encender una chispa en un velatorio.

No sé cuándo apareció en nuestras vidas,

rapidillo y listo jugando al futbito,

ni como en los veranos se multiplicaba

en el día y en la noche,

siempre presente con su voz tan grave

y las anécdotas almacenadas por millares.

Ciertamente tenía el don de la risa

y la teatralidad narrativa de un genio;

quizás fue un faro generacional

omnipresente de forma oblicua

en cada evento, fiesta y celebración.

Se nos va un hombre excesivo y bueno,

recordado por todos con cariño,

la alegría de una juventud

difuminada en un sueño.

Poema 445: Bendita Felicidad

Bendita felicidad

Él duerme.

Toca el piano con soltura,

se llena de memoria y de notas,

se mide conmigo cada día.

Ella se relaciona,

queda bien con todo el mundo,

empatiza hasta el tuétano de sus huesos.

Veo pasar sus momentos,

los días llenos de una felicidad muy alta,

repletos de acontecimientos.

Pienso, escribo, disfruto,

leo poco, pero pausado y consciente

del poder evocador de las palabras.

Atisbo la vorágine de cuanto sucede,

la gracia del olvido selectivo,

el engaño colectivo tan reiterado.

Bendita felicidad de libros acumulados,

de conocimiento y belleza,

de contacto intenso con la naturaleza.

No hay tantas rutinas placenteras,

ni tantas extravagancias exquisitas,

solo el cultivo sosegado del bienestar.

No dejo pasar el instante, ni la ocasión efímera,

ni tan siquiera un poema vislumbrado,

ni esa risa –rara avis– tan amiga.

Existen las oscuridades y el dolor,

algunos presagios difíciles de ignorar,

el fin absoluto de los tiempos en que vives.

Y sin embargo suena la música,

coexisten las bellas palabras

con miradas llenas de energía y pasión.

El tiempo nunca dura suficiente,

ni la belleza, ni los rituales, ni el amor,

solo el amplio instante perdura inmarcesible.

Poema 417: El arte

El arte

El arte está más allá de los sentimientos.

A veces son un motor de inspiración.

Otras veces el desencadenante es la inconsciencia,

la temeridad sin freno ni censura.

El miedo es una sentencia cierta.

Los días grises permanecen como una condena mental.

Duelen y atenazan.

Te encadenan a rutinas inesquivables.

La inteligencia puede convertir la nube en dragón,

el respirar aún, en una micro oportunidad única.

Hormigas en las calles siguen a sus teléfonos móviles,

hipnotizadas por la luz.

Por las noticias insignificantes amplificadas.

Cualquier movimiento más allá de la rutina es arte.

Produce placer.

Te eleva un instante cual trampantojo de hermosura.

Somos conscientes del camino de luz.

Y por él transitamos sin esperanza.

La sabiduría consiste en saber que la oportunidad llega.

En soportar el trabajo duro de cada día.

Aparecerá la risa o el encuadre inesperado,

esa luz en el cielo más compleja que toda creación humana.

Una historia que supera a la tuya en tristeza.

O la emoción de un verso en medio de las tinieblas.

Poema 407: Campana

Campana

Una campana rasga la noche y el amanecer;

me despierto aún inmerso en la partida de naipes,

cómputos, risa, amistad reencontrada, gin tonics,

el suave río subterráneo que continúa

más de treinta años después.

Los ladrillos perfectamente alineados

denotan solidez robusta,

el color cambiante según la humedad de los días.

Es tiempo de algunas conversaciones

siempre convergentes y no siempre banales.

La campana rememora aquel poema de Zorrilla

en el funeral celebérrimo de Larra,

–Ese vago rumor que rasga el viento…

Corretean los niños, llenan el espacio de vida;

teletransportado a otra edad

resuenan risas y los gritos inocentes.

Un palacio nos reúne en un corrillo erudito:

las impresiones sobre Roma en el siglo primero a.c.,

la victoria de Cayo Mario en Vercelas

y los estertores de la República.

Cortinajes, tapices, cuberterías, relojes dorados

son observados con detenimiento,

imaginamos la vida ampulosa de los monarcas.

Las campanas vuelven a indicar la hora

o el final de la vida de alguien en este pueblo,

mientras amasamos pan

y nos aplicamos a la tarea de sobrevivir.

Poema 344: Tardes de octubre

Tardes de octubre

Las tardes de octubres son maravillosas,

verdes, amarillas, de todos los colores,

la gente pasea

recordando cuando no podía pasear

por el confinamiento,

a lo lejos los campos son arados

tras la lluvia que el fin de semana

comenzó a degradar las hojas.

Hay una necesidad oculta que me impele

a salir a caminar o a sentarme en un banco

a leer durante unos minutos un libro

sintiendo los rayos ya oblicuos,

sintiendo el privilegio de respirar sin mascarilla.

Cada octubre quiero aprehender estos días,

los colores de membrillos, arces, árboles de Judas,

la calma con que los patos reposan en el río.

Hay una luz dorada;

alguien recordaba en la radio esta mañana

el poema de Baudelaire Invitación al viaje,

la necesidad de escapar hacia la luz poniente

sobre los canales de Amsterdam.

Cae la tarde como un velo y con ella el relente

que refresca y obliga a cubrirse los brazos

aún tostados por el sol del verano.

Un perro negro corretea por el verde césped

indicando tal vez la fugacidad de la vida;

caen algunas hojas y no cesa el ruido en las calles

de vehículos cuyos conductores nada saben

de esta felicidad octubrina.

Hoy me he reído un instante bajo el sol

y ese tesoro me ha llenado el alma de alegría.

Poema 321: Un final posible

Un final posible

Imágenes de primavera florida,

datos, vacunas, ciencia,

el olor salvaje de las flores de saúco,

las escobas en flor amarillo intenso en los ojos,

el movimiento humano que resurge,

un artículo sobre cuadrillas de amigos,

caminantes de todo tipo y condición

hacen elevar la esperanza,

prometen días de vino y rosas en sazón.

Solo la lluvia y el dolor acumulado

contraponen la magia del despertar natural,

las densas nubes de Lola,

el silencio de las aves ante la tormenta,

teorías conspirativas varias,

un fascismo que nada bueno recuerda,

tañen notas de prudencia ancestral.

Es un tiempo de perseverancia, lujoso

como todo tiempo vital, como todo gesto

amistoso de ojos que bailan al verte,

como cada conocimiento que atesoras,

la voz afinada de una soprano a capela

o el vuelo afilado y certero de una cigüeña.

Se repite un ciclo humano, las sensaciones,

el ansia de caminar por una playa ahora prohibida,

poder programar un viaje,

leer sentado en un campo de cereal

consciente de que los alérgicos, ciegos o sin olfato

no van a disfrutar de esos momentos.

Tendrán otros, desenfrenos que no imagino,

anhelos largo tiempo durmientes,

la risa coordinada y cómplice con otros grupos humanos,

la preparación de un banquete

o el fin del Archipiélago Gulag tan extenso.

Se acerca un final posible, un relato de futuro,

una salida venturosa reconvertida en continuidad,

el instante en el que las mentes vacías

descargarán cada ítem que otros han sabido colocar.

Poema 156: El árbol recibe

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El árbol recibe las gotas impetuosas de lluvia

cuál semen germinativo,

absorbe, filtra, succiona,

hace reventar la savia,

florece en una sonrisa de hojas,

ya risa de blancos dientes,

alegría bajo el arcoíris sinóptico;

se nutre de elementos químicos,

devenidos en palabras,

formulados en un ocurrente idioma,

sintaxis oculta a entendimientos no iniciados;

escamotea la basura exterior

o las múltiples noticias catastróficas,

para reverdecer en cada primavera

e hibernar en posición fetal

cuando el aliento se torna gélido

y aquellas palabras formuladas son ya ácidos

elocuentes, gritos de las Furias desatadas.

El árbol recibe las gotas de lluvia y llora

de alegría en un abrazo íntimo y consolador,

se despereza y sus brotes son tiernos susurros,

presagio ya de la fuerza renovada.

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Poema 105: Uno

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Uno es él y su sombra

y allí nadie le molesta,

urden infamias vagas,

temores sin fundamento,

la niebla acompaña al invierno,

nadie le rescata.


Uno es el tiempo indeciso,

la energía ausente,

el aire borrado de sus pulmones,

baratijas deconstruidas,

indefinible sensación

de ausencia y presencia leves.


Uno es el paisaje efímero,

la repetición angustiosa,

los días sin sal o con sal,

la lucidez de un instante

lenta caricia, ardor, molécula

de vida aleatoria e inútil.


Uno es el poema leído

con lentitud de voz en trance,

la foto rebosante de energía

de la poeta muerta,

la mirada perdida del transeúnte,

un jersey para el frío.


Uno es su vórtice en la mirada

ajena, es su peso incógnito

en otras percepciones,

el lapso de tiempo de su olvido,

la huella que dejó su risa,

las caricias de sus manos.

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