En la vida y en la muerte
Un fanfarrón alegre, un torbellino,
vorágine de vida y alegría fresca,
un tipo inteligente y veloz.
No le conocí en el cara a cara con profundidad:
imagino que tenía su máscara,
la broma que esconde ideas y proyectos,
fracasos y éxitos.
Diría que era el más popular de la comarca
hasta que la vida le pasó por encima;
un trabajador infatigable, amigo de todos,
capaz de encender una chispa en un velatorio.
No sé cuándo apareció en nuestras vidas,
rapidillo y listo jugando al futbito,
ni como en los veranos se multiplicaba
en el día y en la noche,
siempre presente con su voz tan grave
y las anécdotas almacenadas por millares.
Ciertamente tenía el don de la risa
y la teatralidad narrativa de un genio;
quizás fue un faro generacional
omnipresente de forma oblicua
en cada evento, fiesta y celebración.
Se nos va un hombre excesivo y bueno,
recordado por todos con cariño,
la alegría de una juventud
difuminada en un sueño.