Rituales de año nuevo
Claridad, el cielo empedrado de los refranes,
otro clima, el deseado pero complejo;
rituales, una piedra erosionada por el mar,
algunas repeticiones año tras año en este día primerizo
en el que parece que todo vuelve a comenzar.
Los ritos son tan antiguos como la consciencia de la especie,
supersticiones reincidentes, emular la felicidad de ese instante,
aquel baño joven de divinidad en la playa dividida
quizás ya no se repita en mis años de madurez.
Voltean campanas en alguna iglesia remota
en la que se adorará una efigie niña;
acudirán los fieles conservadores con sus mejores galas,
dejarán unas monedas como símbolo de estatus,
rezarán y repetirán oraciones como instrumento de meditación,
la estructura ordenada antes del posible desenfreno.
La playa y un libro son una forma hermosa de inauguración,
el deseo de vivencias y lecturas, de transporte
más allá de los límites rígidos que la vida diaria nos impone.
Un paseo, sentir el viento en el rostro,
observar la belleza natural de los acantilados horadados y esculpidos
por la aleatoriedad de las olas marinas,
esos placeres ceremoniales, elevan el espíritu hacia la eternidad.
La fuerza de los versos bimilenarios de Safo, traducidos y cantados de nuevo,
constituyen el hito-guía para navegar entre incógnitas y esperanzas
en el año que comienza bajo el signo del viento y el sol
que asoma ávido bajo el cielo empedrado de los refranes castellanos.