Poema 447: La delicadeza

La delicadeza

Arrojan a la basura todo lo conquistado,

pacientemente conquistado.

La destrucción no es sutil,

como no es sutil la fuerza física

o la opresión de una masa enardecida

por apelaciones reptilianas.

Las palabras,

conceptos que significan voluntad,

consentimiento, aspiración legítima y ética

a la igualdad real.

–Siempre ha sido así–, dirán encumbrados,

elevada su miseria intelectual por el auge del grito.

Delicados razonamientos, medidas, impulso ecuánime,

todo mezclado en una bola de papel

que se cubrirá con sangre animal, –ancestral–,

dirán amparados por una falsa perspectiva histórica.

Borran palabras incómodas, llenas de matices:

patriarcado, machismo, sumisión,

en aras de un status quo marcial,

lleno de testosterona.

Permanecen, dada su incapacidad,

incumpliendo sus propias promesas anacrónicas,

anuncios y desmentidos, vergüenza ajena,

verdadero obstáculo social, ralentización, en suma,

a las necesarias políticas públicas educativas.

Una pareja sentada en un banco detrás de la iglesia

desgrana confiadamente la delicadeza,

la voluntad y la evolución de su propio pensamiento.

Poema 382: Abundancia

Abundancia

Abundancia, comida, libros, noticias, estímulos,

haga lo que haga no tendré tiempo para todo,

el polvo se posará mansamente en capas

sobre los libros no leídos para mostrarme

mi infinita insignificancia.

Y sin embargo no me detengo, degusto poemas

uno a uno, dos a dos, cada día,

sigo escrutando con mirada poética el árbol viejo,

los restos que dejó la tormenta tan aparatosa,

el deambular brillante hacia el quiosco

de quienes han madrugado un domingo de mayo.

Vibra la ventana al paso de los motores de explosión,

surgen nuevas grúas en el horizonte constructor,

todo el mundo parece ajetreado

quizás para ignorar las llamadas de auxilio de su conciencia.

Llegan imágenes terribles de la guerra,

un videojuego ajeno que me perturba un instante

antes de conectar la radio para constatar la estulticia

de los comentaristas deportivos.

El mundo es un juego de equilibrios mentales,

un ajuste de cuentas continuo contigo mismo,

una suma de discontinuidades: palabras, gestos,

la complicidad de tus iguales, a veces compasivos.

El sueño de algunos deviene en arte

y en activación de resortes placenteros,

en trabajo y en ocio, en lecturas optimistas de la realidad.

La abundancia aquí será un agujero de carestía en otra parte,

o quizás sea solo una ilusión temporal

que no todo el mundo está dispuesto a reconocer.