La diosa garza
La diosa garza alza el vuelo al paso corredor,
se posa unos metros más allá sin inmutarse,
planea serena en un vuelo corto y elegante.
Según mi amigo arqueólogo, nos ha protegido
de la lluvia que comienza en ese instante:
diosa votiva, diosa cantada, diosa sacrificada.
La belleza de la niebla gris semeja mi mente agotada,
tiempo de supervivencia sin perder la presencia,
el ánimo o la autoestima:
correr por inercia, la de los mágicos ritos,
el campamento motero lleno de hogueras en la noche,
rugidos del motor, alcohol y música rockera.
Solo atisbo la velocidad de los tiempos,
el delicado equilibrio mental de la abundancia,
las interacciones lectoras, musicales, fílmicas,
tratar superficialmente un tema hasta agotarlo,
quedarme dormido en medio de un artículo interesante.
La diosa garza nos ha protegido en este clima de enero,
ha despertado la posibilidad de un síndrome de Stendhal,
un aura de hermosa belleza sanadora.