Poema 675: Ruido visual

Ruido visual

Acumulamos excesivas posesiones

tantas que podríamos reconstruir épocas enteras

más allá de nuestra memoria selectiva.

Melancolía, el análisis del tiempo pasado,

construcción e identidad,

el detalle nimio: esa tarde de la infancia

en la que construimos, soñamos y disfrutamos,

esa que querríamos evocar siempre.

Fotografías, vídeos, libros, papeles significantes,

la vida breve compuesta de miríadas de fragmentos,

una especie de zoom en la urgencia de la reforma

o de una mudanza o de un cambio estructural.

¿Cómo es posible ese rostro en esa instantánea?

¿Cuánto tiempo pasó desde ese cuento y esa risa?

Vértigo de estímulos,

de un esfuerzo descomunal educativo,

abundancia más allá de los apegos materiales,

ruido visual, mental, sonoro, holístico.

De los juguetes de la infancia transitas a los libros,

a las lecturas labradoras de muescas,

a las ilusiones de días y noches oníricas.

Las herencias y los lamentos llegan más tarde,

también el olvido y el objeto recuperado milagrosamente

que durante un instante te hace consciente de tu identidad.

En este hormiguear acumulativo tratamos de equilibrar

cuanto podemos abarcar, almacenar, organizar,

con una suma de recuerdos filtrados, idealizados,

elaboraciones poéticas esenciales para navegar

en tiempos de mares encrespados y hostiles.

Las rutinas y los rituales salvaguardan el resto.

Poema 623: Escribir sin ton ni son

Escribir sin ton ni son

Escribir sin ton ni son, palabras,

simples palabras encadenadas o sueltas

con o sin preposiciones, usura

un precio de tiempo y de ciertas malas posturas

vértigos.

Existe la belleza exterior y el traveling

nominar todo aquello que emociona o excita

o lo que aprisiona y desgasta,

cualquier flujo de conciencia en cualquier momento,

pulir,

dotar de estructura un pensamiento deslavazado.

La suma concentración del instante

será beneficiosa para mis sinapsis y salud mental,

aunque olvide deprisa el propósito y dude

–horas o minutos después–

cuál era el leiv motiv de aquello que escribí.

Leer es más cómodo, pero menos gratificante,

involucra probablemente más áreas cerebrales

desencadena procesos más vastos y etéreos.

El tiempo solitario es un tesoro que asumo con egoísmo

tecla a tecla, maravilla de la técnica

de la práctica escritora de mis dedos.

Antes he hecho una ruta en bici,

he tomado fotografías de extraños encuadres

de las que a veces emerge un poema

o he caminado sin rumbo fijo solo reflexionando.

El estado de ánimo vuelve místico o ridículo

aquello descrito o sugerido o insinuado

el leve roce del lenguaje en la conciencia

de un lector desprevenido o masoquista.

La descarga poética es un alivio y una satisfacción,

me exonera de cualquier contrato social

de sentirme un excluido por indolente y abúlico.

El deber de concentrar en píldoras de gran esfuerzo

todas las vivencias miserables

algunos pensamientos accidentales, lucidez aleatoria,

dudosa elegancia

es un exoesqueleto suficiente y en ocasiones soberbio.

La vida vivida a sorbos es escrita a borbotones

imaginada y pincelada de forma impresionista.

Poema 615: Domingo de Ramos

Domingo de Ramos

Rayos de sol tras la tormenta de anoche,

una borrasca con gran aparato mediático:

nombre masculino.

Anhelo la orfandad de las borrascas.

Los rayos de sol contrastan con el fondo de niebla

en la colina del Barrio Grande.

Los rayos no tienen nombre todavía.

Un coro de pájaros saluda alborozado

la quietud y los reflejos del alba.

Píldoras mínimas de arte o de poesía banal,

en esta quietud de Domingo de Ramos.

Resquicios meteóricos y silencio,

golpes de compás y de mando. Pasos.

Alborozo simbolizado en la borriquilla de cartón piedra,

un recuerdo inmortalizado por una fotografía,

otra luz, otra edad, otras esperanzas.

Poema 611: Eclipse

Eclipse

No había previsto el acontecimiento,

pedaleaba despistado saliendo de la ciudad.

En un semáforo me detuve a mirar el móvil:

a las once treinta uno la científica whatsapeó:

–…estoy viendo el eclipse, ya ha comenzado…–

Me senté en un banco sabiendo que no podía mirar;

nubes, el filtro magnífico, –y fugaz–.

La primera fotografía fue una maravilla;

corrían veloces las nubes, había que esperar.

Coloqué una serie de cuatro instantáneas en Instagram

con música de Jesucrista Superstar.

La científica recomendaba una radiografía o un filtro específico,

también habló de una piedra de obsidiana azteca.

Hubo una discusión en el grupo sobre si el vidrio volcánico

era o no apto para proteger la retina, del hijo de Tea e Hiperión.

Declinaba el eclipse, –una luna que mordiera al sol–,

un mínimo pedacito visible en estas latitudes.

Solo los colores filtrados por el sol en las nubes atmosféricas

denotaban el abandono astral, la luz inusual,

un coro de pájaros revueltos, la expectación mundial

y el ínfimo poder del ser más poderoso de la humanidad.

Poema 500: Quinientos poemas

Quinientos poemas

¿A un día de verano compararte?

William Shakespeare

Siete años y medio de poemas,

mil quinientas fotografías, algunas ya perdidas,

la pandemia en la mediana del tiempo.

Un puñado de lectores

–amplificado puntualmente–

apenas repercusión en mi vida diaria.

Un proyecto que era un juego

del que me siento muy satisfecho,

forma libre de expresión, huella futura.

Una forma de narrar el mundo, mi mundo,

los mundos a los que accedo,

una forma de mirar todo lo que me rodea.

Fructíferos momentos, estados de ánimo,

deporte, lecturas, ideas,

la clasificación temática pendiente de hacer.

Un espejo más, un reflejo, emociones,

instantes de mucho placer lector, escritor,

fórmula mágica del equilibrio cotidiano.

Periodos de sequía y otros de aventura continua,

la nada de cada día y el todo de un amanecer,

cielos, amistad, arte, la cúpula de gran belleza.

Hay una sombra de otros poetas,

de estados de ánimo y de conversaciones profundas,

madurez del pensamiento aún joven.

Quinientos poemas es un hito festejable

en medio de un mundo convulso,

una luz en mi ánimo, una sonrisa.

Poema 379: Destellos

Destellos

Destellos de felicidad, verdor, despreocupación,

de una vida intensa en la naturaleza,

pura ficción:

estás en un relato impresionista

en el que tú construyes con tu conciencia la historia,

limas y descartas, minimizas el mal tiempo

o las carencias y el aburrimiento.

También el dolor.

Sobrevaloras la soledad, pagado de ti mismo,

lleno de una salud que no durará mucho.

Sin embargo esos destellos tienen consecuencias,

han sembrado dudas teóricas y duendes silenciosos

hacen un trabajo constante de zapa ante la fealdad,

la prisa, las prescindibles acciones de cada día.

Vano caudal de luces y canto de pájaros,

asombro ante la belleza de la jara en flor,

fotografías de un intenso verdor primaveral,

un baño en aguas frías, puras, cristalinas,

diluidas por el tiempo voraz y veloz,

ese que vas a gastar rodeado de ruido,

de una nube tóxica invisible cuando estás en ella.

La conciencia tapa y adormece, ensalza y eleva

las necesarias acciones para la supervivencia

en un medio social hostil con apariencia protectora.

Solo los destellos del arte, de la poesía, de la música,

te mantienen erguido y con cierta esperanza futura.

Poema 340: Paraísos

Paraísos

Algunos paraísos duran un instante,

son efímeros

y esa es su gracia y consistencia:

un rayo de sol a principio del otoño,

una ola que te voltea desnudo

en una playa desierta,

el momento exacto en que amanece

con una luz sepia aún contenida

el espectáculo mate de las nubes en el cielo

o el encuentro de una mirada.

A veces una fotografía prolonga

y rememora,

estira y narra o voltea,

recrea, modeliza o idealiza;

otras veces es una conversación

la que te lleva a un punto cumbre,

un máximo local de felicidad.

A veces la pérdida ensalza

aquellas imágenes que has filtrado

convierte en melancolía y deseo

aquello que fue sucinto y prosaico.

Otras veces ignoras la fuerza de la plenitud,

niegas haberte sentido desbordado

por aquel trampantojo vital,

ese gatito que te mira con cautela

esperando tu compasión y caricia.

El paraíso está en ti y volverá cuando tú lo desees,

solo con la condición del olvido

de cuanto ha pasado y pasará.

Poema 183: Te hundes

Te hundesIMG_20150918_085857

Te hundes en hemiciclos imaginados,

levantas pólvora tropical,

hay uvas que desatan nostalgia,

flores y semillas llegadas desde la infancia.

 

Hay nubes en el ocaso veraniego

que ya has fotografiado,

nudos en el cielo, en forma de globos aerostáticos.

 

Estás solo y lo disfrutas de forma inexplicable,

abres un libro y lees en voz alta

y las metáforas van liberando otros nudos

de tu mente pacata sometida a algunas normas.

 

Libertad para el uso del espacio,

el campo de juego se duplica, triplica, quintuplica.

 

Eres un ser ojival que apuntala techos invisibles

y deja pasar la luz.

 

Te hundes, pero tu experiencia te serena:

dormir y escuchar a Monteverdi,

un cierto aseo y la caricia del agua,

la tormenta en toda su belleza

apenas permanece unas decenas de miles de segundos.

 

Has educado la luz íntima

para que estimule tus neuronas creativas,

abres y cierras sinapsis de una forma no del todo aleatoria.

 

Ahí hay un poema sorpresivo,

elíptico y sanador de conciencias.

 

El cristal te atraviesa sin daño aparente,

solo cicatrices emocionales que a nadie preocupan.

 

No eres héroe, ni mártir. Sobrevives,

dejas tu pequeña huella en el paisaje lunar de tus genes:

ladrillo de Lego con forma extraña.

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Poema 181: Ayer creí ver

Ayer creí verIMG_20180822_205822

Ayer creí ver una luna dentro de la luna,

observé el hormigón debajo del asfalto,

una ventana que no da a ningún sitio,

una ausencia de árboles en el descampado.

 

Luego ya observé el crepúsculo de nubes azuladas,

la silueta de la torre en el cielo revuelto,

un barullo de palomas asustadas por el ruido,

una cierta fealdad de adobe a la intemperie.

 

Cachivaches, fotografías de otra época

en las que el contexto anula a los personajes,

bailes y exceso de tecnología actual,

un pequeño edén de agua y plantas aromáticas.

 

Ayer creí ver una red de colaboración altruista,

personajes despojados de su rol,

la franqueza de una vuelta a los orígenes,

trabajo sin orden y sin presión.

 

Más tarde reconocí escenas repetidas,

esas que a veces calman el espíritu por conocidas,

las que no admites fuera del lugar y la circunstancia,

trampantojo y disimulo fuera del tiempo.

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Poema 149: Vacaciones

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Las bandadas de palomas recorren el sembrado,

se alborotan al mínimo movimiento,

simulan una coreografía estudiada,

un ritmo imprevisible y estético.

 

Desaseado y familiar, vivo entre fantasmas,

amortizado mi tiempo, tan inseguro

como cuando era adolescente,

ha pasado un periodo que ya no reconozco.

 

Camino con fuerza lleno de contradicciones:

disfruto del ejercicio físico

pero quiero llegar ya, detenerme,

cuál parábola vital de deseos contrapuestos.

 

Los niños son un espectáculo hermoso y agotador,

energía en movimiento, luz y ruido

aletean incansables en cualquier entorno,

son alegría y cansancio y sostén.

 

Liquen de un amarillo intenso, yemas

a pesar del frío agudo, naturaleza y espectáculo

en las nubes y en los incipientes sembrados,

o en la niebla y los espectros del pasado.IMG_7839