Poema 420: Balance y final

Balance y final

Y la guerra es un bulbo,

exportable, lozano, un oscuro tubérculo

que arraiga en cualquier lodo.

                                    Aurora Luque en “Un número finito de veranos

Empezó el año con el mar

y unas temperaturas nunca esperadas.

Después fue El Viaje,

prepararlo, rememorar veinticinco años atrás,

planos, lugares, el Danubio.

Aún no había viaje, pero ya estaba viajando.

Entre tanto hubo música, conciertos, variaciones,

un pianista arrebatado,

una visita importante que se plasmó en el poema

sobre los pájaros que huyen del lúpulo.

Corrimos entre los pinos y la amistad una vez más.

Los castillos del Loira nos invitaron a soltar mascarillas,

a enmudecer ante el lujo y la magnificencia.

Despertaba la primavera y con ella la guerra,

el horror tan cerca, la incongruencia,

el beneficio de pocos y el desastre de todos.

En mayo descubrí los Zumacales, la magia

de un enterramiento prehistórico, el lugar sagrado,

la naturaleza en el valle de las Batuecas,

los pequeños eremitorios diseminados por la montaña.

Toda la naturaleza se llenó de amapolas y calor;

leí Como guardar ceniza en el pecho,

un festín literario lleno de feminismo y resistencia.

El Rey León en el que actuaba mi hija

creció lleno de baile y color.

Safo en Mérida entre el calor asfixiante

me llegó como un relato lleno de deseo y amor.

Hubo lesiones, fiebre, permanencia,

y sin pausa aparecieron las bicicletas rojas y amarillas,

la consciencia del viaje multitudinario,

días felices en los que todo salía mejor de lo planeado.

Permanecí en agosto mirando cielos, ruinas romanas,

ríos en los que apagar el calor inconmensurable,

un teatro y otra vez el mar nudista entre brezos violetas.

Hubo muertes mediáticas y cambios en el paisaje,

de nuevo la Amistad del corredor poema atemporal,

conversaciones sobre futuros inciertos, música india,

una campana y llegó, luctuosa, La herida matemática.

Noviembre fue un mes de belleza extrema en el Otoño Mágico,

lleno de acontecimientos, de ruido político, de poesía vital y setas.

Se termina el año con arte, con cielos, con fútbol,

lecturas, documentales que son una maravilla de hitos culturales.

Todo se sostiene por hilos invisibles, emoción poética,

formas que son miradas por ojos enfocados y atentos,

las sorpresas de cada día y la esperanza optimista

de fuerza incalculable, inmerecida y deslumbrante.

Poema 321: Un final posible

Un final posible

Imágenes de primavera florida,

datos, vacunas, ciencia,

el olor salvaje de las flores de saúco,

las escobas en flor amarillo intenso en los ojos,

el movimiento humano que resurge,

un artículo sobre cuadrillas de amigos,

caminantes de todo tipo y condición

hacen elevar la esperanza,

prometen días de vino y rosas en sazón.

Solo la lluvia y el dolor acumulado

contraponen la magia del despertar natural,

las densas nubes de Lola,

el silencio de las aves ante la tormenta,

teorías conspirativas varias,

un fascismo que nada bueno recuerda,

tañen notas de prudencia ancestral.

Es un tiempo de perseverancia, lujoso

como todo tiempo vital, como todo gesto

amistoso de ojos que bailan al verte,

como cada conocimiento que atesoras,

la voz afinada de una soprano a capela

o el vuelo afilado y certero de una cigüeña.

Se repite un ciclo humano, las sensaciones,

el ansia de caminar por una playa ahora prohibida,

poder programar un viaje,

leer sentado en un campo de cereal

consciente de que los alérgicos, ciegos o sin olfato

no van a disfrutar de esos momentos.

Tendrán otros, desenfrenos que no imagino,

anhelos largo tiempo durmientes,

la risa coordinada y cómplice con otros grupos humanos,

la preparación de un banquete

o el fin del Archipiélago Gulag tan extenso.

Se acerca un final posible, un relato de futuro,

una salida venturosa reconvertida en continuidad,

el instante en el que las mentes vacías

descargarán cada ítem que otros han sabido colocar.

Poema 195: El poema más bello del mundo

El poema más bello del mundo

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El poema más bello del mundo

debería contener bellas palabras,

aquellas escritas en los márgenes

cuya sonoridad te evoque colores hermosos.

 

En el poema más bello del mundo,

caben, pues, palabras bellas,

por ejemplo, arcoíris o solidaridad;

caben historias hermosas:

una aparición inesperada

o una resurrección.

 

En el poema más bello del mundo

hay márgenes anotados

que ya corrigieron el poema

mas permanecen cual testigo arqueológico.

 

Caben enjundia o sustancia o levedad

o placer y euforia mientras destierras

traidor y advenedizo e incluso lealtad.

 

Caben recuerdos: metempsicósis,

sierpes de deseo,

cabe todo el lujo Rococó de un palacio real,

la imagen nítida de esa cama con baldaquino

en la que una amante regia

retoza impresionada por el decorado

y sucumbe, carnal, al hombre antojadizo.

 

En el poema más bello del mundo

cabe una sonrisa o unos ojos divertidos,

cabe la mano de un niño aferrado a su padre,

la puesta de sol violácea de un día de diciembre

o a esperanza de nuevos días largos de primavera.

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