
Otoño Mágico
Conversan palabras con imágenes
en el valle horadado por el Ambroz,
diríase un baile en el que otoño danza
un vals lento con partitura de hojas,
mientras la niebla desciende húmeda
desde las moles pétreas legendarias.
Arroyos cantarines rebosantes de agua,
surten de regenerador dinamismo
a los ríos de lecho muerto en el estío
que desaguan veloces en el embalse reseco.
Un vate pastor podría sentarse
a declamar sus versos al viento
sobre las rocas ascendentes del cordel,
o ventilarse unas migas o una torta
bajo el alcornoque centenario de la Vía.
Una pastora descolgada del Cántico
podría triscar por los montes y espesuras
pasar los fuertes y fronteras,
lamentarse en el espejo de estas aguas
del amado que mil gracias iba derramando.
Chisporrotea la calbotá entre la bruma,
arrejunta los espíritus caminantes,
dispersa vientos y enemistades antiguas,
actualiza la quietud del caminante por el valle.
Centenares de personas afinan sus sentidos,
hollan el bosque húmedo,
elevan su umbral de belleza cotidiana,
hasta niveles de compleja absorción,
santifican la diosa Naturaleza
y la feracidad mítica y hortícola del valle.


















