
En medio del caos
Dice mi hija:
–Un viaje así no lo organiza cualquiera–
Todo era más difícil antes de la era tecnológica,
también más simple e incierto.
Veo cientos de imágenes en las pantallas
verdes pastos, glaciares, arenas negras,
volcanes amenazantes, geiseres,
un atisbo verde difuminado de aurora boreal.
El contraste anunciado de intenso frío
y el calor humeante de las aguas termales.
Paisajes inhóspitos desiertos de humanos,
la luz escasa del invierno aún vigente,
y el vigor de una naturaleza nórdica
que hizo a los vikingos fuertes y agrestes.
Dicen las estadísticas que son gentes amables,
sin apenas población reclusa,
proclives a la igualdad de género,
un pueblo abierto y orgulloso de su naturaleza.
Veo mapas, alojamientos, distancias,
puedo sentir esa sensación térmica en el rostro,
el frío intenso y el viento que llega desde el mar
como una fuerza envolvente inevitable.
El caos está en la mente del viajero
que imagina todas las posibles adversidades,
también todas las maravillas visuales y estéticas.
Comienza la aventura de transitar por la vorágine.














