Poema 269: El mundo después de estos días

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Lo que estaba muerto estará vivo y verde

cuando salgamos al campo,

algunas flores ya se habrán desbaratado,

ríos que se han desbordado

siluetas que ya no recordamos.

 

Las drogas que nos sustentan cada día,

oxígeno, engaños mentales con forma humana,

ángeles olvidados desde hace eones,

píldoras amorosas como gotas de lluvia,

ahora ya no son necesarias en el retiro.

 

Sumergirse en una historia, serie, película,

libro, narración oral o vínculo de Youtube,

un olvidar el presente y sus consecuencias,

no anticipar, ni sopesar, ni presuponer,

es la única forma de salir del círculo vicioso.

 

No habrá apoteosis, ni vivas, ni alegría desbordada,

seremos predicadores de Twitter,

o ínsulas táctiles en medio de una masa ingente

de personas desbordadas y egoístas,

antes de ser arrastrados por los ríos antiguos.

 

A lo sumo quedará un poema, el recuerdo

filtrado de las semanas confinados, las cervezas,

las partidas de ping-pong en la mesa de la cocina,

todas las borrascas que dejaron un mapa

en medio de tu cabeza inhabitable esos días.

 

El tiempo en el que te lamentarás

de solo haber leído tres libros extraños,

de haber publicado una docena de poemas,

cuando el tiempo muerto se abría en esplendor

solo para ti, gran falacia de egoísmo profético incumplido.

 

Comprimidos poéticos, música de la Filarmónica de Berlín,

algunos retazos entrevistos de ópera,

subir escaleras corriendo para obtener

las necesarias sustancias neuronales de alegría,

todos esos gestos condensados en un aplauso al atardecer,

han conseguido mantenerte con vida cada día.

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Poema 268: Cuando todo pase

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No hay lilas, ni abril desde mi encierro,

todo el mundo anda pensando

en como será la nueva normalidad,

tomo el sol a ratos en la ventana

mientras leo versos en inglés

las margaritas que fueron cercenadas la semana pasada

vuelven a brotar desde sus semillas.

 

No hay espárragos para recolectar

o están todos pero florecerán a su aire

la mano del hombre no llega ahí

no hay abrazos entre amigos

ni apenas olores de primavera.

 

En algunos momentos ves imágenes terribles,

escuchas las risas de los niños

que juegan con otros niños en la distancia,

es la magia de la vida, el ocio de la novedad.

 

Un predicador está solo en su aula,

un vendedor de mercancías inusables

se lamenta en la medianoche en programas basura,

no hay teatro en la hierba, ni excesos,

la noche ha dejado de ser un camino oscuro.

 

La comida te atrae como un imán,

los gestos comunitarios, los aplausos, los saludos,

perdida la primavera quizás te encuentres a ti mismo,

uno y trino, múltiple, inabarcable para ti mismo,

eres un ser silente unas veces, otras obstinado,

y las más transmites opiniones que no son tuyas.

 

Puedes seguir con tu poema en inglés,

con esa rutina intelectual que te has montado,

ofrecer tu mejor cara a los que te sufren cada día,

salir del confinamiento con ansia de vida, de luz

de energía para compartir y disfrutar.

 

No hay paseantes solo para ti, para tu mirada,

todos llevan ahora un propósito utilitario,

la cadena pesa pero no ahoga,

molesta el ruido de una máquina o un coche

que no debería de estar circulando.

 

No puedes sumergirte en el silencio de una piscina

ni observar las aguas del río

solo ves a través de los ojos de las cámaras

hueles a través de tus recuerdos

y sientes pieles amigas en un universo paralelo

al cual ansías volver cuando todo pase,

sea esto cuando sea.

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Poema 267: Los cielos del confinamiento

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Los cielos del confinamiento alojan belleza

luz inesperada, una geometría azarosa

llena de fractales, suaves transiciones,

exabruptos acolchados por el algodón sedoso de las nubes.

 

Reflejan esos cielos la ausencia de movimiento

en las otrora atestadas calles,

algunas luces de alarma refractadas

por el tránsito acuoso hacia la altura.

 

Formas caprichosas, colores extintos,

un huerto de verduras para comer con los ojos,

todo en el cielo es inhumano, inconmensurable,

los residuos de una guerra verbal en redes sociales.

 

La convergencia solar regia se retuerce

en escorzos republicanos, tricolores, maduros,

en fuga de beneficios de muchas empresas,

en tierra baldía a la manera de Eliot.

 

Nadie puede quitar la vista del vórtice cenital,

a la espera de un azul inmaculado

en el que el contagio se haya diluido

cual pastilla efervescente en agua de limones.

 

Será el mismo cielo con distintos pesos en cada balanza,

la misma miseria moral escondida en verdes

o en azules volanderos de gaviotas alteradas,

el contrapeso de la inteligencia valiente y combativa.

 

El cielo se puede condensar en un arcoíris semicírculo

o se puede rasgar en truenos y relámpagos,

en la cólera de dioses que no acuden

a rescatar a los heroicos sanitarios.

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Poema 266: La herida

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A través de esta herida abierta en la realidad

podemos atisbar el mundo

con una perspectiva casi divina

ángulos extraños, escorzos visibles,

el vacío que a veces se aproxima rozándote.

 

El miedo al horror puede paralizarte

o te impele al movimiento altruista,

permaneces o empleas todos tus recursos

en el combate evolutivo de supervivencia.

 

Las vísceras de la podredumbre social

se están secando al aire en escaleras públicas,

destellos de una felicidad pasada inconsciente

aún nos escuecen en cada llaga.

 

La herida tarda en cicatrizar,

leprosos la difunden con palabras insanas,

buscamos la belleza una vez superada la aversión

en cada batalla microbiana ínfima,

allá donde está seguramente la curación social.

 

El vasto orbe es mucho más grande que tu burbuja

en él hay fosas comunes,

hay avaricia repentina y comercio ilícito,

una reestructuración de la base social,

la desaparición de formas de vida ancestrales.

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Poema 265: Geometrías del confinamiento

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La línea del renglón se inclina hacia abajo

como lo hace la señora que camina por la calle

con su bolsa de la compra repleta de alimentos.

 

Se cruza con una encapuchada de un azul tenue

que marcha veloz y silenciosa, en línea recta.

 

El perro zigzaguea aleatoriamente,

los ojos envidiosos del observador trazan un camino,

seco y anguloso

el que une su balcón con el cono de luz del movimiento animal.

 

Los palomos se esparcen a sus anchas en la enredadera

planean siguiendo una curva suave de aterrizaje en el césped

plagado de margaritas.

 

Las ondas musicales tras el aplauso a las ocho de la tarde

reverberan en los edificios hasta extinguirse

se acoplan con otros reproductores en curva sinuidal.

 

Enfila recto el vehículo de la policía tan alborotada

por el estado de alarma tras veintisiete días.

 

Subo y bajo escaleras una y otra vez en un circuito helicoide

procurando no tocar las barandas,

concentrado en pulsaciones y tiempo de ascensión.

 

Las pelotas de ping-pong sobre la mesa del salón

describen parábolas invertidas

antes de chocar con los botes de tomate en conserva

que hemos colocado como red.

 

Las piezas del puzzle que hacen mis hijos forman un mapa

de fronteras coloreadas, cabos y golfos que se unen

en un rectángulo final de gran belleza.

 

Mi vista traza diagonales en la lectura de artículos de prensa,

a veces traza círculos en la difícil concentración de un párrafo

del tercer libro de lectura sofisticada.

 

El sol y las nubes diseñan formas caprichosas

vórtices de viento, conos invertidos,

un sumidero que parece absorber todas las almas encerradas.

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Poema 264: ¿Quién te espera en la otra orilla?

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¿Quién te espera en la otra orilla?

¡Cuántos desalmados gritan al transeúnte!

La pena es una carga vital como la melancolía

o el recuerdo amado desprovisto de futuro.

Hay una memoria que ya no podrás recuperar,

y miles de muertos anónimos,

héroes y ciudadanos agradecidos

la vida en encuentros virtuales en el alejamiento.

 

Verás casas cerradas y viajeros insolidarios,

mostrarás tu trabajo en los días placenteros

escucharás la voz acostumbrada de tus hijos

en el futuro tras el salto cuántico,

nadie escapará a algunas consecuencias,

fiestas, transporte, desconfianza, desinfección,

la vida aséptica del otro lado de la cortina.

 

En la otra orilla está la antigua normalidad,

esa no te espera, no adelanta tu llegada,

has pasado por el túnel del tiempo

quizás una Banda de Möbius retorcida tras la neblina

te hará visualizar las figuras del revés

un revés hermoso o cenicienta,

personas que han sucumbido a la oscuridad

y alegres, luminosos y refrescadas personas

cuyo brillo levita sobre un cementerio de muertos vivientes.

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Poema 263: Nuevo Orden

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Los aplausos de las ventanas son ahora diurnos,

hay tanta luz que se ven los rostros antes anónimos,

han florecido los árboles y hemos cambiado de mes.

 

En las salidas de avituallamiento hay mascarillas,

guantes, distancia de seguridad,

y colas ordenadas a la puerta de los supermercados.

 

Se han parado las fábricas no esenciales,

mientras los muertos se disparan y los datos

muestran modelos matemáticos difíciles de encajar.

 

El tulipán se ha terminado de abrir,

los paseantes de perros son seres privilegiados

como algunos coches que escapan del confinamiento.

 

La vida se va a abrir paso entre los solitarios,

caminantes en busca de colores para sus ojos,

corredores ansiosos de sentir el sudor.

 

Todo el mundo se abrirá con precaución

como el azahar que teme a la helada,

como el caracol que se asoma desde su guarida espiral.

 

¡Quién sabe lo que cada cual echa en falta!

La belleza de un ser armonioso que despierta a la primavera,

o el bullicio de la calle con todo el comercio abierto.

 

El nuevo orden colocará al sanitario en la cúspide,

a las cajeras en un punto de heroicidad,

a los futbolistas en la nimiedad de un ocaso irrisorio.

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