Poema 322: Lejano

Lejano

Todo parece muy lejano en este final de abril,

el inadvertido quinto centenario comunero,

aquel día de ilusión en la cola de vacunación,

las primeras páginas del enorme libro que leo.

Ha pasado un año de bruma pandémica,

la naturaleza brota con mucha fuerza otra vez,

hay de nuevo grúas en cualquier horizonte urbano,

pero aún todo termina a las diez.

El terreno de juego ya no es presencial

y el miedo se va disipando en las mascarillas,

en cifras ya asumidas en su enormidad,

en una cierta esperanza que no parece completa.

La magia puede observarse en cualquier acto cotidiano,

basta con evocar los meses pasados,

o elevar la vista a los cielos que tanto miramos,

para sentir el contraste de una vitalidad en ebullición.

Lejos quedan piscinas, aplausos, carreras deportivas,

el contacto físico de un partido de futbito,

el vapor en las duchas comunales tras el esfuerzo,

aquella sala de cine a reventar en un estreno.

Más lejos aún quedan pequeños olvidos,

lastre necesario con que equilibrar los límites invisibles,

en una reeducación vital lenta, consistente y necesaria,

la forma básica de sumergirte en la esencia del presente.

Poema 298: Los ejecutivos viajan en moto

Los ejecutivos viajan en moto

Los ejecutivos viajan en moto

a la conquista del espacio urbano.

Tengo una imagen efímera de mí mismo

tomando un verdejo

en la terraza de una calle peatonal.

Otro recuerdo del último día

en que compré un libro.

Solo una mujer puede fotografiar

mujeres desnudas (aunque sean fotos estupendas)

(aunque posen seriamente, sin erotismo aparente).

Las mujeres hermosas se abrigan y ocultan

su sonrisa bajo la mascarilla.

Nunca observé tantas frentes eróticas.

Patinetes eléctricos circulan

cuál saetas que cortan el aire frío de noviembre.

La normalidad soy yo.

Al atravesar el río recordé el poema titulado:

Debería pasar cada día por aquí.

Era otro río y otra estación, pero el flujo de la corriente

y estar suspendido en medio del cauce asociaron las ideas.

Los adictos a la barra del bar sostienen vasos con café

en una mano,

despojan al cigarrillo de su esplendor con la otra.

El mundo nuevo se sustenta en una catedral de luces navideñas,

en aproximarte de nuevo al pequeño comercio.

Un libro nuevo en mis manos es el tesoro de mi sonrisa.

Poema 280: Memoria del verano

Memoria del verano

Cada verano es un plano inexistente

que se superpone a otros planos

imágenes, sudor, playa, bicicleta,

pantalones cortos y sandalias

una puesta de sol en el mar.

Las láminas más lejanas

son transparentes,

apenas pinceladas en la memoria,

una playa de río,

la brecha de mi hermano contra una puerta,

un periódico con Suárez en la portada,

las ciruelas rojas y enormes en Gandía.

Luego hay ya una tormenta de imágenes:

hoy saldrá alguna por azar,

una bicicleta roja apoyada en un árbol

al que nos hemos subido,

tirar piedras a un lavajo con ranas,

un monasterio en ruinas en Aquitania,

leer un tebeo escondido a la hora de la siesta.

La superposición de planos no es nítida,

ni hay un camino temporal por el que seguir;

la presencia de estímulos reconocibles

te lleva a unos u otros recuerdos,

hilos de los que extraes vivencias

modeladas a tu conveniencia adulta,

sin aristas, ni sudor, ni agotamiento.

Las canciones del verano del ochenta y dos, 

conviven con partidos de fútbol en una era

a la que vuelves subido en un trillo

cuando apenas habías cumplido cuatro años,

tras el sombrero de paja de tu abuelo.

Antes de la pandemia el verano era estructura,

viajes, vivencias, museos, arte y belleza, naturaleza;

ahora es una lucha mental de continuidad,

un cúmulo de pequeñas acciones

para soslayar el extraordinario peligro,

dotar de normalidad la herida física y mental

ante la incertidumbre de los meses futuros.

Este verano dejará imágenes extraordinarias

aplicado como estás en la búsqueda de belleza,

en el orden armónico dentro del desorden,

en la risa que aparece inesperada,

en una suma de ilusiones renovadas:

palabras, lecturas y ojos que brillan al mirarlos.

Poema 264: ¿Quién te espera en la otra orilla?

¿Quién te espera en la otra orilla?IMG_5077

¿Quién te espera en la otra orilla?

¡Cuántos desalmados gritan al transeúnte!

La pena es una carga vital como la melancolía

o el recuerdo amado desprovisto de futuro.

Hay una memoria que ya no podrás recuperar,

y miles de muertos anónimos,

héroes y ciudadanos agradecidos

la vida en encuentros virtuales en el alejamiento.

 

Verás casas cerradas y viajeros insolidarios,

mostrarás tu trabajo en los días placenteros

escucharás la voz acostumbrada de tus hijos

en el futuro tras el salto cuántico,

nadie escapará a algunas consecuencias,

fiestas, transporte, desconfianza, desinfección,

la vida aséptica del otro lado de la cortina.

 

En la otra orilla está la antigua normalidad,

esa no te espera, no adelanta tu llegada,

has pasado por el túnel del tiempo

quizás una Banda de Möbius retorcida tras la neblina

te hará visualizar las figuras del revés

un revés hermoso o cenicienta,

personas que han sucumbido a la oscuridad

y alegres, luminosos y refrescadas personas

cuyo brillo levita sobre un cementerio de muertos vivientes.

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Poema 122: Fin del mundo

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Las noticias son un cúmulo de catástrofes y atrocidades,

la luz a estas horas es desoladora,

apenas llueve,

una feria de niñas vírgenes

o un maltratador elevado a la fama,

suicidas y sus familias,

engaños y corruptelas múltiples.

 

La ciudad se viste de normalidad:

una mudanza, niños madrugadores,

un enorme palomo turco sobre el semáforo,

mas la onda vital sufre una alteración;

imaginas un enorme electrocardiograma

o una onda sísmica

que ha perdido por un instante la regularidad.

 

Bastaría ese instante para la pérdida de la cordura,

el fin del mundo conocido,

hordas de caníbales se adueñan

de toda tu pátina de educación,

del aprendizaje constante y esforzado,

todo el castillo derrumbado por un epicentro

interno del que no puedes medir la escala.

 

Continuarán los giros planetarios,

el movimiento acelerado de las galaxias,

la vida infinitesimal en neuronas que amaste,

pero tu cosmogonía completa ha tocado a su fin.

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