
La vida teje su telaraña pacientemente
La vida teje su telaraña pacientemente,
nubes de humo, trampantojos,
la sensación estética de una alegría efímera,
un proyecto que dura el instante de la sinapsis,
el tiempo necesario para activar alertas ancestrales.
La masa se reúne expectante entre las sombras
de un parque nominalmente desfasado
para observar el enderezamiento del aerostato.
Máxima expectación en el acontecimiento infantil
retardado por la foto del político populista
inflado por el mismo aire caliente
que emana de la barquilla y asciende por la vela.
El cuerpo aún responde y coopera en la resistencia,
fenómenos meteorológicos adversos, fuegos,
esa lluvia ausente en verano apenas atisbada,
un caminar que era placentero y parlanchín
hasta la llegada del silencio y el acecho de la duda.
Aparece la nada para la que no estaba preparado
tras el trasiego generoso de las vacaciones:
océanos y volcanes y todos los paisajes hermosos
y los días en que me ausenté de mí mismo.
Por debajo de la puerta se atisba la sombra del tiempo
predecesores y otras imágenes especulares
otros mundos ocultos e historias ya olvidadas
antes de contemplar la curvatura exacta
de esa carretera por la que conduces.


















