Poema 517: La magia del campo

La magia del campo

Llueve, sale el sol, viento,

ni un alma en los caminos que llevaban a las eras

colonizadas por casas con persianas bajadas.

Huele a cebada espigándose, a flores en las cunetas,

limpios los campos, uniformizados

por el efecto de los selectivos herbicidas.

Se ondulan las colinas en esta perspectiva

sobre el valle ancestralmente habitado,

algunos árboles, caminos, divisiones humanas,

al fondo los elevados edificios de la ciudad.

Camino solitario en medio de la belleza,

de la luz de un sol que se filtra entre los pinos,

a escasos minutos de la música,

de la gran autopista exportadora de ruido infame.

Soy un punto minúsculo en el vasto espacio,

heredero de los domeñadores de la tierra,

en una tarde azarosa de primavera.

Poema 444: Los pinos míticos

Los pinos míticos

En medio del collado que protege el arroyo

de las embestidas furiosas del Duero

más allá de la Historia,

siluetean dos enormes pinos gemelos.

Inventé para ellos historias míticas,

ceremonias varias en tiempos inmemoriales,

anacronismos en el solsticio de verano.

La realidad es más hermosa que la ficción:

se enseñorean de un cultivo de cereal,

junto a una pradera de cañahejas y amapolas.

El sendero arranca incógnito

desde una pequeña cantera abandonada,

serpentea entre retamas y piornos,

ralentiza la bicicleta sobre cantos rodados,

para ascender al túmulo, ya loma o colina

observable desde cualquier punto del valle.

La sensación al estar allí es mágica:

me recupero del resuello ciclista,

fotografío las nubes azulinas de este día de junio,

respondo en mi smartphone, con paciencia,

a la miticidad alegórica de este lugar

recién establecida por mí.

Aspiro el fuerte olor de la cebada mojada

y sonrío para el selfie que acabo de realizar.

Toda la energía del lugar invade mi mente

y la puebla de espléndidos relatos fantásticos

aquellos con los que iluminaré, minutos después,

la tertulia generosa de mi amigo y sus hijos

compartiendo refresco y aceitunas.

Poema 349: El Camino

El Camino

La lluvia resalta la belleza del otoño,

brillan las hojas,

las agujas marrones del pino

resurgen cobrizas en el suelo,

solo la música rivaliza en belleza

desde el interior del automóvil.

Cada mañana revisito mis obsesiones:

la fugaz visión del río y su cauce salvaje,

el bidón en el que arden maderas en el aserradero

antes blanco, y renovado y ya quemado,

la casita con columpios en medio del pinar,

lo que yo llamo, pretenciosamente, tierras altas,

unas glicinias que asoman por un balcón

igual y distinto a los otros en una fila de cuatro

casas iguales y distintas.

Millones de sinapsis se cruzan en mi cerebro

en medio de todos estos hitos observables:

una sentencia, una estadística, una noticia,

el enfoque y los minutos iniciales de la clase

que impartiré dentro de unos minutos.

El camino es un ritual presente cada día

una forma de estar en el mundo con la seguridad

de una cierta inmutabilidad mientras todo cambia;

anclajes de seguridad mientras sigo escalando.

Poema 209: Orugas

OrugasIMG_20190315_164156

Hoy soñé con procesionarias,

me desperté en el día Pi,

una espiral de orugas

convergía en un cúmulo de arena;

antes de enterrarse

dibujaban la letra griega.

 

En mi sueño, la rueda de la bicicleta

destripaba una procesión de lepidópteros;

la hembra guía, confundida, enrollaba

toda la comitiva para defenderse.

 

La abubilla escarbaba con su pico en la arena

extraía una crisálida crujiente

que digería sin dificultad.

Los decimales de Pi se metamorfoseaban

en pelos urticantes

flotaban en el ambiente y se fijaban en la piel

rosada de los imberbes agresores de larvas.

 

El sueño terminaba con un fundido en verde,

el color larvario de la fila india,

el del líquido irritante tras el aplastamiento,

una liberación natural de esperanza.

IMG_20190315_133900

 

 

 

 

 

 

 

Poema 123: Paseo en bicicleta

Paseo en bicicletaIMG_20170531_124425

El campo está precioso en primavera:

huele a cereal aventado, sopla la brisa

y hace ondear las amapolas;

las margaritas de las cunetas

bailan su danza en las semanas previas al solsticio.

 

Recuperas la vista y el olfato,

en unos minutos comienzas a oír los pájaros,

te detienes sin resuello en lo alto del páramo:

dejas la bicicleta sobre el costado sin mecánica,

ensanchas la vista y los pulmones.

 

Sientes que tu espíritu se reconcilia

con el de tus antepasados,

integrados en laderas, colinas, tierras altas,

conocedores de fuentes y frutales,

ellos mismos del color del sendero.

 

Observas el contraste desmesurado con la urbe,

manchas rojas y amarillas, verde por doquier

frente al gris contaminado, aceras y ruido,

asfalto, caminar errático de individuos

con la mirada desnortada y abúlica.

 

A la sombra del pino crece la avena loca,

te sientas e imaginas un picnic,

la mirada lúcida, el timbre afable,

una atmósfera protectora y relajante,

el insecto amarillo en el centro del orbe.

IMG_20170601_160815

Poema 119: Exequias

          Exequias IMG_20170512_195847

Los pinos cargados de polen

son un arma química,

las orugas disparan al cuello,

vi pasar en el sueño un cortejo fúnebre,

plañideras por la anciana señora,

un teatro, una costumbre.

 

Los charcos se han vuelto amarillos,

reflejan un cielo muy oscuro,

la cúpula cristiana parece un minarete

recortada en el cielo,

las campanas tañen lentas en el sepelio.

 

El viento mueve la masa arbórea,

cóctel de agujas y polen,

un sonido de ultratumba

más potente que cien tambores

parece atraer a la comitiva sollozante.

 

El despliegue escénico es Romántico,

en mi sueño podría aparecer Zorrilla:

ese vago clamor que rasga el viento,

por fin silencio:

un picapinos y un palomo se lo disputan,

el sol se abre paso con dolor en el cielo.

IMG_20170512_195653

 

 

 

Poema 91: Sucede

            Sucedeimg_20160915_094137_processed

Nunca es de noche ahora,

crecen y crecen las plantas silvestres,

los piñones y las almendras servirán

para el invierno,

la luz puede desintegrar las agujas del pino,

convertirlas en fuegos de artificio.


No hay realidad, consumes y construyes

tus propios decorados;

todo se mueve pero tú permaneces,

la sangre no huye de ti

peregrino de imágenes y báculo.


La matemática puede modelizar tu vida,

o decorar tu perfil de Facebook,

abrir la mente al orden de las ideas,

dibujar un cuadro áureo o expresionista,

hace crecer el brillo en ojos muy amigos.


El desánimo es un pequeño dolor,

o la ausencia de energía vital,

horas y horas que pasan sin tregua,

el avance de otoño-invierno en la televisión,

decorados en torno a un desfile de ropa interior.


Nunca es de noche, vértigo en la palabra

de quien sustenta el mundo,

ahora yaces tendido en otras esferas,

sopesas la música, un piano junto al mar,

la inocencia que corretea por la playa.

img_20160917_183641