Cuadrado Lomas
Qué maravilla de aire, campo, tierra, paisaje,
pintura en unas líneas firmes
extraídas de una mirada limpia y profunda,
la cámara se pasea por todos los senderos
que tantas y tantas veces transito en bicicleta.
Ansia de caminar, de pedalear, de salir del encierro
en estos días extraños de vida confinada,
la luz, los almendros que ya florecieron y apenas entreví,
el despuntar de los sembrados que dibujan
los caminos ocres como ríos que percuten en el cuadro.
El pintor es un héroe estático, un transmisor
de su inteligencia visual al público que lo admira
y desconoce y con la mirada hilvanada
no se detiene a interiorizar la geometría necesaria
la vida y el estudio, la potencia intrínseca del dibujo magistral.
Al contemplar las imágenes del campo fundidas con la pintura
evoco temperatura y olor, la fuerza en las piernas al pedalear,
el aire libre que ahora nos falta en el horizonte,
la libertad de una tarde de la estación que sea
de poder recorrer cada camino al ritmo perfecto de la bicicleta.
Una cierta angustia invade mi pecho ante tanta belleza inasible,
fuerzas oscuras convergen en mi mente,
el pasado y toda su hermosura rediviva, se confabula
para derrotar mi optimismo innato tan preciado
y me deja postrado e inactivo, cerrado a la espera de un milagro.