Grabando cantos de ranas
La mañana comenzó en Alcalá 31
aunque ya había desayunado unos churros
y me había acercado a los leones del congreso.
Tenía prisa por ver los cuadros de Monet,
pero me quedé en las ranas.
La repetición, el color y los cuadros dentro del cuadro,
una voz lejana en tierra de ríos vio saltar las ranas
y se apropió del lienzo.
Imaginé el vestíbulo de un gran banco antes de las pinturas,
ejecutivos trajeados en las escaleras laterales,
murmullos de compraventa, el gris de cada día,
tan alejados de la obra de arte.
Ahora, de forma hipnótica, mi vista se iba a las ranas,
al enorme formato en el que la perspectiva se pierde.
Solo para mí.
Podía deambular entre los batracios, alejarme o acercarme,
entender las formas rectangulares como televisores,
visualizar un grafo y sus conexiones.
El teléfono me hizo volver a la realidad del cielo madrileño
en la festividad de la Inmaculada Concepción.