Poema 352: Magritte

Magritte

Me sitúo delante de un cuadro

y en ese instante el cuadro es mío,

puedo obtener todo de él:

lo miro con avaricia, con gula,

con soberbia y un punto de lujuria.

Siento un instante de admiración fugaz,

me fundo en una fotografía secreta en él.

Nadie interfiere en mi relación carnal

con la pintura,

puedo entrar allí y observar la silueta

o la luna delante del árbol,

las nubes o la manzana tan verde,

puedo casi sentir el tacto en la piel de esas mujeres

que se difuminan en el horizonte.

La fusión es tal que me olvido de la realidad,

las leyes físicas son las que ha diseñado el artista,

los gestos y los objetos me mimetizan en el óleo

cual camaleón que allí habita con disimulo.

La filosofía del arte modifica mi mirada,

la arrastra hasta extremos insospechados,

transmuta las palabras en vivencia desordenada,

antes de ser absorbido por el cuadro siguiente.

Poema 71: La mirada de mis hijos

    La mirada de mis hijosIMG_20160320_180029

La mirada de mis hijos en un museo

desborda las interpretaciones mojigatas,

cuadros de un intenso colorido,

una acróbata que no es más que su sombra,

la mujer de dos caras, enfadada,

Jacqueline divertida, el gato en el estómago

de una mujer azul,

una madre enorme con su sombra adherida

y manos desproporcionadas acuna a su bebé.

Picasso dibuja en el documental

con facilidad pasmosa;

los visitantes se detienen, con una sonrisa,

a escuchar las inocentes interpretaciones

infantiles no tan descabelladas.

 

En la primera ocasión sacan sus lápices,

comienzan el dibujo en una servilleta,

han captado las formas, la descomposición,

la espada tras la que se esconde el mosquetero,

el simbolismo de unos erizos esquemáticos.

 

Mi sonrisa revela la satisfacción educativa

ante el aprendizaje, la riqueza pictórica

absorbida tras la visita a un museo.

placio picasso