Poema 381: Los Zumacales

Los Zumacales

Era un nombre mítico que una vez memoricé,

un lugar aún sin imágenes,

el caminar con mirada pintora de Cuadrado-Lomas.

Y estaba ahí, cada día lo visitan decenas de personas

que buscan un atisbo de espiritualidad,

conocer el mágico lugar de enterramiento

desde el que se observan colinas, valles, un río caudaloso,

toda la primavera parcelada de cereal.

Aquel túmulo era un lugar sagrado

en el que se honraba a los ancestros:

meditar, sentir, asumir la propia identidad,

una forma de cohesión social

y una ordenación del territorio a ese lado del Pisuerga.

Hace cuatro mil años todo el clan se unió

en la descomunal tarea de arquitectura funeraria,

un gasto energético ajeno a la supervivencia

o quizás fundamental para la convivencia serena.

Hoy contemplo con reverencia esas piedras,

el lugar elegido, casi centro de peregrinación secreta,

expuestos los huesos y la industria lítica en un museo,

rodeado el paraje de un halo legendario.

Soy un poco más minúsculo que ayer,

integrado en esta tierra de supervivencia,

en esta maravilla conservada y excavada a conciencia,

heredero de espíritus que aullaron al viento desde aquí.

Poema 258: Cuadrado Lomas

Cuadrado LomasIMG_0314

Qué maravilla de aire, campo, tierra, paisaje,

pintura en unas líneas firmes

extraídas de una mirada limpia y profunda,

la cámara se pasea por todos los senderos

que tantas y tantas veces transito en bicicleta.

 

Ansia de caminar, de pedalear, de salir del encierro

en estos días extraños de vida confinada,

la luz, los almendros que ya florecieron y apenas entreví,

el despuntar de los sembrados que dibujan

los caminos ocres como ríos que percuten en el cuadro.

 

El pintor es un héroe estático, un transmisor

de su inteligencia visual al público que lo admira

y desconoce y con la mirada hilvanada

no se detiene a interiorizar la geometría necesaria

la vida y el estudio, la potencia intrínseca del dibujo magistral.

 

Al contemplar las imágenes del campo fundidas con la pintura

evoco temperatura y olor, la fuerza en las piernas al pedalear,

el aire libre que ahora nos falta en el horizonte,

la libertad de una tarde de la estación que sea

de poder recorrer cada camino al ritmo perfecto de la bicicleta.

 

Una cierta angustia invade mi pecho ante tanta belleza inasible,

fuerzas oscuras convergen en mi mente,

el pasado y toda su hermosura rediviva, se confabula

para derrotar mi optimismo innato tan preciado

y me deja postrado e inactivo, cerrado a la espera de un milagro.

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