Poema 666: 666 El Día de la Bestia

666 El Día de la Bestia

“Todo ojo le verá,

hasta los que le traspasaron,

y por él harán duelo todas las razas de la Tierra”

                                                                                         Apocalipsis

El día de la bestia es la enfermedad,

ítem una suma crítica de desastres subjetivos,

 minimizados hasta que ya es tarde.

Advertirán los exégetas del advenimiento de señales,

políticos populistas cual lluvia meteorítica,

la proliferación de drones destructivos,

polemólogos iluminados por los focos mediáticos.

El tiempo que nos queda, el lujo de cada instante de vida,

una huida hacia el abismo en una película de culto

todo lo que la carne aguanta y la mente tolera

reconfigurando los parámetros consuetudinarios.

Seiscientos sesenta y seis poemas inopinadamente,

once años de escritura trapera, de búsqueda poética.

El espacio apocalíptico podría ser multidimensional,

una invasión heterodoxa de ideas y vicios,

la revisión histórica del agotamiento humano

o la destrucción genocida, una vez más, de la consciencia.

El día de la bestia es intrínseco a la aprensión de cada cual,

al mundo onírico o imaginado y temido y procrastinado,

una idea que sobrevuela en la comodidad geolocalizada

de los herederos bíblicos en esta parte del mundo.

Poema 665: Estados de ánimo

Estados de ánimo

Un individuo es un estado de ánimo.

Jorge Valdano

La luz, el viento, el desorden, una sonrisa al levantarse

predisponen el estado de ánimo del día,

también los rostros que encuentras por el camino.

Nada es más volátil ni menos trabajado:

diríamos que es puro azar y, sin embargo

ahí reside el optimismo, cierta felicidad instantánea

el cúmulo de imágenes mentales que proyectamos

en los demás.

Los procesos estocásticos fluyen con continuidad,

aceleran o deceleran,

expectativas a medio, corto y largo plazo se solapan:

un encuentro, una liberación dopamínica, otras sonrisas,

a veces una noticia, lo cambian todo.

Uno es rehén de su propio rostro en el espejo,

de sus horas de sueño, de la calidad de su comida,

de sus lecturas o la ausencia prolongada y eterna de estas.

Un olor a naturaleza recién regada por la lluvia ansiada

de un otoño cálido y multicolor,

nos devuelve la esperanza y amplifica las vivencias.

Voces desagradables y dañinas emponzoñan las ideas

los prejuicios políticos, la sensación de desastre permanente,

y sin embargo esas voces lejanas radiadas o televisadas

no nos atañen apenas en nuestras vicisitudes diarias.

La esperanza a veces está en los cielos fractales,

en un razonamiento lógico-deductivo elegante,

en esa música que tarareas sin parar mientras te contoneas,

en la maravilla exclusiva de cada día que habitas.

Poema 664: Entran nubes desde el sur

Entran nubes desde el sur

Entran las nubes grises desde el sur

trayendo consigo una cierta esperanza,

la detención artificial de una masacre

de la devastación por causas antrópicas.

La lluvia apacigua las perspectivas climáticas,

las aplaza o posterga con alivio

en un tiempo de predicciones detalladas

por la ingeniería de tu teléfono móvil.

La lluvia distrae de algunas miserias patriarcales:

el inútil mundo del fútbol, circo máximo,

las resistencias titánicas de los académicos

custodios de una lengua que debiera ser inclusiva.

Llueve también sobre ellos en forma de violencia

o de artículos de filológico fundamento

rápidamente contestados en tribunas cautivas.

Las nubes del sur regarán el huerto armónico,

cultivado con el esfuerzo de la comunidad,

lugar de paz y de aprendizaje práctico,

intervalo y oasis en la maraña de ideas radicales.

Poema 663: Este veranillo eterno

Este veranillo eterno

Este veranillo eterno se desvanece

en tardes soleadas de octubre,

en olvidados paseos en bicicleta,

en pequeños dolores que amplifican

un nudo interno impenetrable.

Devoro la primera hora de escritura

cual yonqui de su tiempo productivo

por obra y gracia del maestro hacedor

de horarios, gran filósofo conversador.

No hay proyección micológica en el horizonte

y las labores agrícolas van con retraso,

los caminos áridos y polvorientos

dejan en el ciclista pulmones resecos,

mientras observa disgustado las máquinas pesadas

que convertirán un valle arqueológico

en un productor desmesurado de fotovoltaica.

En los amaneceres observo la luna poniente,

más tarde el bidón encendido o el río estático

en el que se divisan las piedras del cauce.

Los poemas se volverán húmedos y otoñales

en cuanto aparezcan las primeras lluvias,

como corresponde a la melancolía naciente

que bebe en estas mañanas de la lecto-escritura.

Poema 662: El movimiento está en las sombras

El movimiento está en las sombras

El movimiento está en las sombras

allí, nada me pertenece.

En la luz del foco sonrío y celebro

la vida, la juventud, la compañía silente,

observo el paisaje marino tan añorado,

la luz poniente, el revés de la historia.

Animales en cautividad placentera,

¿quién los cuida? ¿Quién nos cuida?

Detrás del espejo hay un mundo de sombras,

delante estás tú y el hogar que te acoge,

la rutina que unas veces pesa y otras alivia,

una suma de instantes fáciles de olvidar

en aras de los siguientes abrazos.

Caminan con una seguridad renovada,

protegidos aún por varias capas generacionales;

los recuerdo aún titubeantes, cargados de libros

dispuestos a una rutina llena de deberes

de aprendizajes básicos, de competencias que no son.

Aprietan el paso, sonríen a la ventana iluminada,

llenan mi mundo de ilusión y novedad.

El movimiento se detiene, opaca su alegría,

rechaza el presente en aras de un futuro edénico,

calma la ansiedad y alimenta una burbuja impar

de hermosa proyección personal y solitaria.

Expulsado de las sombras permaneces inmóvil,

llenas tu tiempo de intrascendencia cultural

antes de intentar rehacer un presente existencial.

Poema 661: Vértigos

Vértigos

Los días se balancean de forma tenue

dejan de ser estáticos, irrelevantes

para transfigurarse en frenética oscilación.

La verticalidad es un lujo soberano:

fijas la vista y sigues corriendo,

despreocupado por las raíces u oquedades.

Dormir es un acto de rebeldía,

despertar es una lotería maximalista

mientras te acercas al espejo dictaminador.

La vida continúa, los nombres, los saludos,

los hitos en el camino laboral,

los premios nobeles que algún día no escucharás.

Ejercitas tus músculos sin perseverancia,

te aíslas de malos hábitos lecto-escritores,

cargas con pesos insoslayables en tu espalda.

Surgen consejos por doquier, sesudos o irrelevantes

difíciles de llevar a cabo en la vorágine vital

en el carácter que te acompaña desde siempre.

La inestabilidad es asumida como banal

por todo tu entorno y por ti mismo,

una molestia pasajera que no afecta a tu integridad.

Continúas escribiendo, corriendo, conversando,

meditas acerca de la levedad personal,

de un futuro incierto o desértico o vertiginoso,

mientras transcurren los soleados días de octubre.

Poema 660: Melancolía otoñal

Melancolía otoñal

La luna se acuesta en una secuencia fotográfica

una maravilla, una impaciencia pese a su velocidad.

El signo de los tiempos es tecnológico, veloz,

mucho más que la velocidad de procesamiento

melancólico de las neuronas implicadas.

Las tardes aún largas, secas y calurosas

se oponen con fuerza a la languidez anímica,

a los pensamientos evolutivos fruto de la edad.

Alcanzas a ver ojos llorosos y decaimiento eventual

la vida por delante erizada de espinos y trampas,

también de una belleza sublime por averiguar.

Este otoño no traerá búsquedas micológicas

sino sequía y crujir de suelos castigados por el sol,

tal vez música y tal vez silencio y más silencio.

La autoestima cotiza en la bolsa local y universal

fluctúa siguiendo algoritmos recónditos,

conversaciones, deportes, acontecimientos.

Revives momentos estelares en fotografías antiguas,

agrandas la percepción de tu paso por el mundo,

viajes, confidencias, secretos de medio punto.

Termina el tiempo de introspección poética

por motivos laborales acumulados en montañas

de excelsa burocracia, de selección de contenidos,

más allá de los estados de ánimo o del marco otoñal

de este mes de octubre aún verde y ya decreciente.