Fragmento automático

IMG_20160406_212357
Inútil el pensamiento elaborado, la vaga sombra de recuerdos, la vida misma, el hecho aislado de un movimiento mecánico, la edad, el dolor envenenado de las articulaciones ante la ausencia de movimientos, vaga edad, vaga sensación, moroso permanecer, frente a la pujanza de la ausencia de vida, de tiempo vital, de energía, uno observa su don quijote más próximo y siente el vacío de un abismo físico o mental que terminará por llegar; permanecer a costa de lo que sea, aprovechar cada instante, vislumbrar emociones, la ilusión de cada día, de centrarte en las pequeñas alegrías, de valorar el beso de tu hijo al despedirse de ti en el colegio sin preguntarte (demasiado) ¿cuánto durará?, sombra libre de precauciones, sale el sol y ella se extiende, se encoge o se elonga, en virtud de la posición del astro, mecánica, vorágine de datos, pesimismo gubernamental, nadie afloja más allá de sus propias ideas egocéntricas o de su cálculo futuro a medio plazo en un espacio necesitado de optimismo, de posibilidades, de pequeños cambios y seguridades, una primavera política que no aparece, tantos palos, y tantos desengaños, y tanta búsqueda de la riqueza personal o del ensalzamiento de unos pocos, cambio de cromos, todo gris, sorprende cualquier atisbo de belleza, cualquier sensación de libertad o de soledad, el poder escribir a uña de caballo sin detenerte en consideraciones logísticas o de conveniencia o de quién leerá tus desatinos y tus desvaríos, una novela, un poema repetitivo cargados de fotos del cielo, de sensaciones optimistas las más de las veces, pero no siempre, festejo de la vida o lamento dulce del amor que aún perdura, colateral y diáfano, besos y caricias, y el desatarse del deseo en una umbría carnal, erótica, fuente de vida, fuente de estimulación mental, vorágine, permanencia, vitalidad sin cálculo, orden de tu universo, renovador, elegíaco, transversal; observo la triste condición de un limpiacristales, ropa enorme para su cuerpo, las circunstancias sobrevenidas, malas decisiones, suerte adversa, nadie está libre de esas circunstancias; el rictus de mi cara o la acidez de mi comentario en una tertulia improvisada junto al café con magdalena, pesimismo, la vida observada sin filtros, sin serotonina, una sucesión de acontecimientos o de maldades o de falta de inteligencia colectiva, y sin embargo la experiencia, las lecturas, el aguante físico y emocional del ser humano, dicen que estos estados colectivos e individuales amainan, que se suceden toboganes, que uno es susceptible de renacer a la esperanza y a la ilusión cuando parece más hundido, y que las botellas lanzadas al vacío, a veces son recibidas por alguien comprensivo; quizás eche a andar una novela o una historia en tu imaginación o te sientas orgulloso de un poema o seas capaz de resolver el problema que te ha surgido en una de tus clases, o te sientas bien acogido en el seno de cualquier colectivo; el desorden entonces se vuelve sosiego o desasosiego permanente, la voracidad del tiempo que antes parecía eterno alcanza un protagonismo mental que te excluye de pequeños placeres mundanos, el dorado de tu dedo convierte en maravillosa cualquier cosa que tocas, magia, lujuria de días en los que la fortuna te sonríe, en los que la mirada se vuelve penetrante y aprecias la estructura de cada objeto emergente en tu campo de visión, eres singular y al mismo tiempo participas de desórdenes colectivos, de estados de ánimo sociales, de proyectos, de menciones en una red social; búsqueda continua de tu poema, de tu lugar, de tus posibilidades reales; surge sin embargo de repente un agujero negro, torbellino en el que aparece la muerte, en el que te sumerges sin saber qué es lo que vas a encontrar, sin saber si saldrás de ahí, si seguirás viendo abril como un mes de apertura de flores y plantas de destape corporal, de vitamina solar o por el contrario será el mes cruel de Elliot, el mes en el que la tristeza es más profunda por el contraste con la luz, con la alegría de la naturaleza; uno es sensible a cada minúscula partícula de soledad o a la lágrima que contempla en ojos ajenos, enrojecidos, ojos amados de los que has extraído tantas sonrisas, tanto alimento; eres un ser vertical y anónimo, paseas tu silueta sin ton ni son por la vida, rozas otras esferas y a veces ese leve roce produce puntos singulares, catástrofes funcionales que no lo son, perturbaciones desproporcionadas, incógnitas para ti, muestra de la matemática difusa, de lo inesperado, de convulsiones encadenadas de las que fuiste el iniciador y no lo has sabido, ídolo de quien no conoces, crítico hasta la náusea contigo mismo, voraz consumidor de belleza, depositario de palabras y de sensaciones; en medio de todo eres capaz de soltar esa lágrima reprimida, postergada, de leer un fragmento en voz alta y maravillarte de tu propia tonalidad, de la inflexión de tu voz, de la seguridad aparente con que recitas, frente a tu propia consideración, no hay dioses ni hay idea que no pueda ser transformada en literatura, la ficción es más real que la propia realidad, la convicción lo es todo, es el arte de perdurar, es la belleza instantánea que se perderá dos nubes más allá, es el soniquete rítmico de percusión en una orquesta en la que eres el director y decides cuando entra el timbal, cuando el cántico apoteósico de un barítono ilumina todo tu derredor, taumaturgo y erudito, capaz de sumar momentos de gloria.

IMG_20160402_182946

Deja un comentario