Poema 498: Espectáculo natural

Espectáculo natural

No sé si es un pescador o un suicida

en la orilla opuesta del Duero.

Desafían las nubes el reflejo en el agua

y los patos se dejan llevar lateralmente.

Permanece en la orilla mirando hipnótico

la corriente de aguas turbias,

la crecida de un río que anega ya las riberas.

El espectáculo natural es enorme:

las aguas habitualmente verdosas y calmas

se expanden entre remolinos y oquedades

a una velocidad asombrosa.

Si no fuera por una prenda de abrigo llamativa

que ha posado en los juncos ribereños

diríase metamorfoseado con el gris de la orilla.

Imagino lo que yo haría si el hombre salta:

gritar, llamar, señalar, nunca emular.

Si no fuera su intención abandonar el mundo

sentiría envidia del paisaje a pie de caudal que percibe,

de la fuerza fluvial penetrando en cada sentido,

de esta mañana de invierno aún cruda y luminosa

 mimetizado con la divinidad milenaria de las aguas.

Poema 497: Lucha y belleza orquestal

Lucha y belleza orquestal

El nivel sonoro es magnífico,

el director parece mover los arcos de cuerda

al unísono,

un mar de espigas, ya Fantasía Bética orquestada,

ya comparsas del viento metal en las réplicas al piano

sobre el que Quasimodo se eleva sobre su sombra,

iguala y supera la intensidad orquestal en velocidad,

manos erizadas, vertiginosas, excelsas,

todo él actuación y síntesis, foco y virtuosismo.

Los aplausos y los “bravos” son entusiastas,

se suceden con continuidad durante infinitos minutos.

Desde mi ángulo del once de la fila once,

contemplo al hermoso segundo violinista entusiasmado,

a la bella joven de la cuarta fila de violines:

no parecen dar tregua al pianista entregado

que no se rinde.

Hay apoteosis y una propina esperada,

antes de que llegue el frío nórdico del Kalevala.

Pienso en lo sublime de la música en directo,

en todas las almas apasionadas que lo disfrutamos.

Poema 496: Ruta inaugural

Ruta inaugural

Refulge el amanecer a mi espalda

camino del occidente:

jirones de niebla siguen la senda del Pisuerga

en una mañana de gran hermosura.

Las bicicletas están esperando junto al templo;

pugna el sol con la bruma en los primeros kilómetros,

hay corriente en el cauce fluvial del Trabancos,

gran arenera desde hace medio siglo al menos.

Maravillados por el agua cantarina en su correr

asistimos atónitos al vuelco del ciclista guía

en el trance de atravesar el curso fluvial:

emerge cual Neptuno dominador de las aguas.

El barro y el sol nos acompañarán ya

hasta completar la ruta circular tan preparada,

habrá un buey que se cruce en el camino,

y un pastor de ovejas churras que precede a su jumento.

Las risas y la confraternidad se prolongan

hasta bien entrada la tarde:

comida opípara y paseo ermitaño,

conversaciones amenas en la hora del ocaso.

Poema 495: Estatuario

Estatuario

Las estatuas se arrumban en un museo inexistente

fondos heredados para un espacio eclesiástico,

dos milenios después, las estatuas vuelven a sus templos.

Blanco el orbe, blanca la escayola de la copia;

un vídeo muestra una visita nocturna llena de música,

la magia de los cuerpos plasmados,

la insólita belleza de los cánones y la desnudez.

Filigranas en los vellos púbicos, hojas de acanto,

alas de ángel, diseños creados para ser esculpidos,

la hermosura de una hermafrodita tumbada

o la venus mutilada y en torsión agachada.

Leo las historias de supervivencia o no de los originales;

estas copias son una maravilla, ya obras de arte

por el paso del tiempo y sus vicisitudes.

Una tarde de paz y estímulos visuales

dominada el ansia de acariciar tanta hermosura,

volúmenes equilibrados y una cierta verdad

en la juventud representada.

Poema 494: La hermética belleza

La hermética belleza

La hermética belleza es el estado de ánimo

al contemplar una flor,

el deseo de vivir en un lugar por el que transitas,

una silla vacía en una terraza con vistas,

poder mirar al mar o a la montaña

(paisajes siempre cambiantes, siempre hermosos).

Llueve en estos días de transición

aún el invierno resistiéndose,

el dios Marte campando a sus anchas por el mundo.

Ese ladrillo no me gusta y ahí habrá mosquitos,

las ventanas son estrechas y oscurece pronto,

el ruido de los automóviles en la autopista,

lejos de todo, lejos de todo.

Solo hay un banco no recién pintado;

ahí leo el poder colectivo de los sueños,

la función social en los clanes y tribus,

la belleza imaginada, soñada, compartida,

el proceloso proceso de abstracción

y la incansable búsqueda de lo sublime

plasmado esquemáticamente en un santuario.

Capturo la imagen de la flor, la edito levemente,

desaparecen los contornos,

deja de existir el mundo y solo quedan palabras

la voz que expresa ese sueño oscuro,

la mente inteligente que lo analiza y exprime,

esa tarde diáfana y cálida ya memorable.

Poema 493: Cerrar los ojos

Cerrar los ojos

Lentitud, arte, tiempo, la vida

salir de cada asunto penoso en el que vivimos,

encontrar un motivo diferente,

música, miradas, emociones, recuerdos,

recuperar un instante, una figura,

una fotografía, una o varias decisiones,

el paso fugaz o el tránsito por una mirada.

Una escena con sábanas jalbegando,

diríase un templo de Le Corbusier

en el dominio de las monjas almidonadas,

mirada al mar, la naturaleza que conmueve:

tomates, perro, barca, azul.

El refinamiento de otra época y la libertad,

de vivir, de malvivir, de viajar, de olvidar.

La vida se concentra en pocos instantes,

en unas notas, en unas personas que están

y se van, abandonan tu consciencia,

en el impulso que te obsesionó esos días,

en lo que fuiste capaz de atesorar avaramente.

El encuadre es protagonista y talento,

el primor y la maestría de una secuencia,

el montaje capaz de engañar,

de crear una atmósfera íntima y exclusiva

como un poema concentrado en una mirada.

Nos vamos y nadie se quedará con nada,

el vacío, el lugar regenerado que ocupaste,

ni siquiera el bien o el mal que hiciste.

Poema 492: Abrimos las nubes

Abrimos las nubes

Abrimos las nubes

en la mañana disfrazada de rock,

en el antro-centro del saber,

aún resonando Kant en los oídos adolescentes.

Hordas de coreógrafos, de cuerpo de baile,

atenta la mirada al cielo, risa y diversión,

redes sociales afilando sus colmillos,

y la letra acompasada al dinero para nada.

Llueve a mares y la lluvia es una forma de memoria.

Tres edades saltan al unísono en ritmos y letras

que solo ellos entienden.

El diluvio opaca las olimpiadas y el billar,

riega los claveles y churretea los rostros

enmarcados en tanto trabajo.

Las miradas se cruzan ya satisfechas:

recordaremos el carnaval pasado por la lluvia.

Poema 491: Zorra, Vulpes, feminismo

Zorra, Vulpes, feminismo

Y aunque me esté comiendo el mundo
no se valora ni un segundo.
De la canción Zorra de Mery Bas y Mark Dasousa

Hay alegría y hay euforia desatada,

un ritmo pegadizo que puede ser un himno,

una letra afinada o no tanto

que visualiza la polarización de un país

la tolerancia y la extravagancia,

un juego poético y visual,

una performance moderna y llamativa.

Hay símbolos, mensajes ocultos,

idiosincrasia y mucho humor,

un desengrasante necesario

tras toda la carcunda acumulada en decenios.

Libertad y sensación de poder en la vocalista,

la reivindicación de la edad y la fama,

y el salto a la esfera pública del placer:

voy a pasármelo bien.

Honra y discriminación diferencial en sexos,

la reivindicación de la igualdad,

del empoderamiento y el respeto máximo,

con históricas referencias a la lapidación,

a la fama y a la autoafirmación femenina.

Una visualización aún necesaria,

la vitalidad de Mery Bas llevada en volandas

por una juventud disfrutona y concienciada.