Poema 163: Primera luna

Primera lunaIMG_20180330_103753 (1)

La primera luna de primavera todo preside,

henchida, desde el cenit celeste.

 

Hay un corazón hortera enorme

pintado en blanco en la pared,

bien podría ser un culo.

 

Hormiguean cientos de personas

agolpadas en torno a una virgen,

cada cual busca su salida y su razón

con toda la prisa del mundo.

 

El aire cálido despierta olores y deseo,

la espuma de las cervezas

es un reclamo en cada terraza.

 

Vestidos de flores se alternan con ropa oscura,

ancianos abrigados sienten frío interno,

murmullos aún quedos, precavidos,

demasiado atentos a las previsiones del tiempo.

 

La luna provoca una extraña lucidez nocturna,

preside y embelesa,

llena de fervor y de palabras,

modifica la conducta humana en rituales atávicos,

pasa inadvertida en medio de los rascacielos.

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Poema 162: El espectador

El espectadorIMG_20170414_204911

Silencioso observa desde la acera

el acompasado movimiento de encapuchados,

configuración estética de hermandad,

roces inútiles de sotanas contra el suelo embreado,

reflexiones íntimas en el frío castellano.

 

El deseo oculto de cada uno

es la renuncia a su rostro, el anonimato,

la fusión en una colectividad estructurada,

una justificación mental

a ciertas disonancias heredadas o aprendidas.

 

Ha aprendido a mirar,

a observar cada detalle como si fuera una película:

encuadres, cartas aisladas en un atlas

susceptibles de ser fotografiadas,

la luz exacta de la exposición en las largas filas.

 

Museo o anacronismo carnavalesco,

arte o catarsis colectiva,

la libertad de ir encadenados en procesión,

el sometimiento de la individualidad a la masa,

seres anónimos silentes y ociosos.

 

El espectador se sabe parte necesaria del juego,

es escudriñado por cientos de ojos

asomados a los orificios del capirote,

evaluado y juzgado: turista o paseante,

ocioso voyeur de otro sistema planetario.

 

Debajo de su apariencia están desnudos,

ascienden sus pensamientos en espirales liberadas:

muerte o rutina o ignorancia,

o deseo y una suma inapropiada de perversidad

que aguarda el momento de ser liberada.

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Poema 161: La piel

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La piel del tomate se resiste

bajo las hélices de la batidora:

la pulpa ya está licuada

pero la estructura aún sigue en pie.

 

La tensión superficial de una pompa

de jabón, crea miríficas estructuras,

muestra, conecta y sostiene,

el lánguido vacío interior traslúcido.

 

Mi propia voz leyendo un poema de Ashbery

en un inglés impostado,

se licúa gradualmente

mientras el poema resiste aún en pie.

 

Mantienes tus rutinas diarias,

caminas, huesos y tendones,

con la fuerza de un paso resuelto

mas tu núcleo se volatiliza.

 

El objeto del poema eres tú,

ciudadano vacío de sustancia propia,

codiciado consumidor de películas,

libros, noticias, canciones, e ideas.

 

Te delata la arruga de tu rostro,

esas manchas indisimulables de tus manos,

el viento que rasguea tus cuerdas vocales,

la lentitud con que expresas tu recogimiento.

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Poema 160: Apuntes naturales de cambio

Apuntes naturales de cambioIMG_8553

El cielo se ha aliado forzando dibujos

en esta mañana fría de marzo;

magnético atrapa las miradas,

siluetas hermosas, deseos prohibidos.

 

La forma del agua del río,

caprichosa y saltarina, turbia,

energía pura liberada y desbocada

emerge en la mente sin compuertas.

 

La masa de gente parece retraída,

aparece solo en los telediarios:

cúmulos de protestas democráticas,

personas dispersas en la vida diaria.

 

Ves pasar bajo la lluvia

veloces paraguas cargados de ego,

zapatos encerados llenos de prisa,

los deseos de cada cuál enfrentados.

 

Un rayo de sol frío anuncia la primavera,

esa que no existe ya en tu recuerdo

absorbido por el gris de la sequía pasada,

nota de color, nota desprendida del cuaderno.

 

La llama del bidón encendido

ralea antes de extinguirse,

ha sobrevivido un año más

a los tiempos modernos y la tecnología.

 

 

Bandadas de pájaros migratorios

desaparecen en el amanecer elongado,

aún persiste el misterio de las aves guía,

el desconocimiento de la gran belleza.IMG_8387

 

Poema 159: Idus de marzo

Idus de marzoIMG_20180309_202920

Llueve, hace viento,

nada te afecta ni distrae,

la lluvia externa complementa

tu inundación interior.

 

El parque está mojado,

huele a brotes de primavera,

a aire limpio y frío,

charcos enormes, quietud.

 

Dolor, impotencia,

un puñal afilado en las vísceras,

levantas la vista, ya nublada,

empiezas a confundir las sombras.

 

Mañana no estarás y pasado mañana

ya no serás recordado,

vagas luces,

animula, vagula, blandula…

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Poema 158: Nuevo dios

Nuevo diosIMG_8328

Hay un nuevo dios que ve cuanto haces,

sabe dónde vas, lo que has comprado,

te sugiere respetuosamente tu conducta

como buen dios en sus inicios

aún sin la confianza de la masa.

 

Esa es la clave, eres observado,

nada se le escapa, cualquier consulta

dañará tu imagen, tu perfil social;

tu rastro se almacena en la memoria

del todopoderoso servidor.

 

Si compras o simplemente miras,

si lees tal o cuál periódico

tendrás un perfil dinámico de objeto

del deseo anunciador;

eres un número lleno de números,

un adorador del dios que te explota.

 

Ese dios computerizado conoce tu vida laboral,

sabe el dinero que has ganado en todos tu días,

los gastos y propiedades que posees,

los impuestos con que sostienes tu mundo.

 

El dios sabe lo que lees, lo que publicas,

conoce a tus amigos y ve tu cara más amable,

y también tu faz oculta,

la que se deduce de los datos que no muestras

o se infiere con imaginación.

 

El dios es quizás una diosa inteligente y formada,

ofrece señuelos y trampantojos,

moldea tu conciencia, te educa a su antojo,

establece tu patrón de deseo y consumo.

 

La diosa se rodea de sumos sacerdotes,

de diáconos, de calendarios propios y ritos,

te ha liberado de una esclavitud

para otorgarte la vía sin fin en la que habitas.

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Poema 157: Velocidad

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La velocidad impide disfrutar del viaje:

atisbo a ver la hoguera,

el cauce marrón del río,

mas ignoro la forma de las nubes

o la silueta de los pinos solitarios,

no veo a los mirlos picoteando el sembrado,

ni los dibujos de los charcos en los caminos.

 

La pelusa verde de los campos

se convierte en cereal sin apenas darme cuenta,

las tierras altas cambian de color,

la prisa desbarata el placer

de apreciar la intensidad de la luz.

 

No observo la suciedad en las laderas

del polígono industrial,

ni las naves abandonadas o la casa okupa,

tampoco los tocones aún naranjas

de los pinos cortados en la última poda.

 

He pasado al lado de los extraterrestres

de mono naranja con luces estroboscópicas,

adelanto a varios camiones cargados

de papel prensado, pesados y volátiles,

veo al grajo que come despojos destripados

levantar su vuelo al acercarme.

 

La velocidad se confunde con el blues de Norah Jones,

puedo sentir la tensión de mis manos

crispadas en el volante,

y el avance rápido de los minutos en el reloj,

la adrenalina para tomar decisiones rápidas

la levedad del desplazamiento fugaz.

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Poema 156: El árbol recibe

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El árbol recibe las gotas impetuosas de lluvia

cuál semen germinativo,

absorbe, filtra, succiona,

hace reventar la savia,

florece en una sonrisa de hojas,

ya risa de blancos dientes,

alegría bajo el arcoíris sinóptico;

se nutre de elementos químicos,

devenidos en palabras,

formulados en un ocurrente idioma,

sintaxis oculta a entendimientos no iniciados;

escamotea la basura exterior

o las múltiples noticias catastróficas,

para reverdecer en cada primavera

e hibernar en posición fetal

cuando el aliento se torna gélido

y aquellas palabras formuladas son ya ácidos

elocuentes, gritos de las Furias desatadas.

El árbol recibe las gotas de lluvia y llora

de alegría en un abrazo íntimo y consolador,

se despereza y sus brotes son tiernos susurros,

presagio ya de la fuerza renovada.

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