Primera luna
La primera luna de primavera todo preside,
henchida, desde el cenit celeste.
Hay un corazón hortera enorme
pintado en blanco en la pared,
bien podría ser un culo.
Hormiguean cientos de personas
agolpadas en torno a una virgen,
cada cual busca su salida y su razón
con toda la prisa del mundo.
El aire cálido despierta olores y deseo,
la espuma de las cervezas
es un reclamo en cada terraza.
Vestidos de flores se alternan con ropa oscura,
ancianos abrigados sienten frío interno,
murmullos aún quedos, precavidos,
demasiado atentos a las previsiones del tiempo.
La luna provoca una extraña lucidez nocturna,
preside y embelesa,
llena de fervor y de palabras,
modifica la conducta humana en rituales atávicos,
pasa inadvertida en medio de los rascacielos.














