Poema 259: Aplausos al anochecer

Aplausos al anochecerIMG_3699

Cada tarde el espectáculo es inmenso,

decenas de luces, aplausos, siluetas,

cánticos y algunas proclamas excesivas

provocan sonrisas y ánimo

en el confinamiento recién comenzado.

 

La sobreinformación nos llena los días,

desanima o hace reír durante unos minutos,

consumimos el tiempo y las pantallas

al ritmo de la modernidad exigente,

protegidos y seguros en el aislamiento familiar.

 

Hay una emoción en la colectividad,

el reconocimiento de la soledad acompañada,

la confluencia de mentes concertadas

bajo la luz protectora de la atmósfera vecinal,

pospuestas las rencillas o diferencia de voluntades.

 

La escena pudo ser hace miles de años así:

trogloditas paleolíticos en sus casas cueva

suspendidos en una pared rocosa

aullando a la luna cada anochecer,

libres un día más del peligro salvaje en sus guaridas.

 

Necesitamos la sencillez de la contemplación

del vecino tan aislado como tú,

de la concertación espontánea de ideas,

de la esperanza de que todo permanezca

y el aplauso sincero para quienes arriesgan sus vidas.

upload_-1

 

Poema 162: El espectador

El espectadorIMG_20170414_204911

Silencioso observa desde la acera

el acompasado movimiento de encapuchados,

configuración estética de hermandad,

roces inútiles de sotanas contra el suelo embreado,

reflexiones íntimas en el frío castellano.

 

El deseo oculto de cada uno

es la renuncia a su rostro, el anonimato,

la fusión en una colectividad estructurada,

una justificación mental

a ciertas disonancias heredadas o aprendidas.

 

Ha aprendido a mirar,

a observar cada detalle como si fuera una película:

encuadres, cartas aisladas en un atlas

susceptibles de ser fotografiadas,

la luz exacta de la exposición en las largas filas.

 

Museo o anacronismo carnavalesco,

arte o catarsis colectiva,

la libertad de ir encadenados en procesión,

el sometimiento de la individualidad a la masa,

seres anónimos silentes y ociosos.

 

El espectador se sabe parte necesaria del juego,

es escudriñado por cientos de ojos

asomados a los orificios del capirote,

evaluado y juzgado: turista o paseante,

ocioso voyeur de otro sistema planetario.

 

Debajo de su apariencia están desnudos,

ascienden sus pensamientos en espirales liberadas:

muerte o rutina o ignorancia,

o deseo y una suma inapropiada de perversidad

que aguarda el momento de ser liberada.

IMG_4806