Poema 654: Cultura

Cultura

Comparece la nada en fiestas populares

ese elitismo necesario o no en la cultura

un museo patriarcal, o lleno de despojos

la narrativa del vencedor aprehendedor de esclavos.

Las pinturas de hombres mantenidos

en las que reflejan el machismo social,

los poemas que abusan de aventuras heroicas

descriptivos y elípticos, a veces abstrusos

reflejan una irrealidad oscura de silencio femenino.

La fuerza y la virilidad exaltada en los festejos,

diversiones que van siendo anacrónicas

salvo en el enardecimiento de la violencia juvenil.

Formas modernas de culto al alcoholismo barato,

de distorsionar una realidad costosa y permanente.

Incluso la música se eleva a volúmenes estrepitosos,

se deforma y se enaltecen mensajes nada sutiles,

una vuelta a un primitivismo mítico que no era tal.

La nada comparece en el arte deportivo,

entrevistas las costuras y su inutilidad durante la pandemia,

lujos y flujos monetarios innecesarios,

el circo moderno en el que relucen egos juveniles

convenientemente ungidos en aceites aromáticos.

La cultura es elitista o no es,

transita en la elaboración mental del pensador

a la manera de Rodin o del Viaje al fin de la noche.

El receptor lo es todo, Ser o No Ser,

la máquina que transforma, critica y absorbe.

Poema 573: Blues de la mañana de un sábado de noviembre

Blues de la mañana de un sábado de noviembre

Inesperadamente cuando me levanto es tarde,

ni el placer del desayuno calmadamente,

ni el desahogo de un poema leído o escrito.

Ha caído un chaparrón de otoño, lucen las hojas,

decadencia en esa belleza efímera.

Solo mis manos enfermas se despellejan sin solución:

he limpiado el baño y aspirado toda la casa,

el polvo se acumula y vuelve a salir enseguida,

tengo el regusto amargo de una serie maravilla,

el peso en la conciencia de siglos de dominación masculina.

La tristeza de baja intensidad se acumula

en las capas superficiales de los muebles,

–son como el polvo en el camino, no son nada

(un hombre solo una mujer)–

clamaba hace un rato en la música del coche

Paco Ibáñez, cuando volvía de comprar un pan magnífico.

Hay una efervescencia imposible, sueños, caminar

en los bosques húmedos, compostándose,

en la vega estrecha de un río de montaña.

Amarga lucidez, otoño de luz y de levedad,

ansia aprehendedora sin ningún objetivo.

Saldré a correr.

Poema 519: La Pascua en Torrecilla

La Pascua en Torrecilla

Un ritual mariano en Torrecilla de la Orden,
como en tantos pueblos de Castilla
.

Qué maravilla levantarse una mañana de primavera,

pedalear durante quince minutos

y bajar por el Regato del Artillero

contemplando ambas orillas del río Guareña.

Ha pasado Pentecostés, un hito en el calendario

un ritual de la vida cristiana, una tradición,

una celebración remota que nadie recuerda.

Toda la vida dirán los nonagenarios del lugar,

y, sin embargo, alguien compró, renovó, vistió,

estableció una primera fecha original.

Una guerra o una pandemia interrumpirían los ritos,

el culto, el baile popular y esa música.

¿Quién la compuso?

Dulzaina y tambor dicen de nuevo los ancianos:

Timoteo y Valeriano, o fueron quizás otros nombres.

Cada época ha dejado su impronta en la pradera

Kioscos, almuerzos, una barra de bar con cañizos,

la casa de la ermitaña acondicionada, un coro,

hombres que portan las andas y mujeres que bailan:

un anacronismo machista del que cuesta prescindir.

Todo finaliza en una Salve mística a capela,

una despedida y un trance fugaz y popular

con la Virgen vigilante hasta el final de la cosecha.

Poema 460: Llover, leer

Llover, leer

Llueve,

tras más de dos meses llueve,

huele a lluvia;

aquel calor del verano ya se ha olvidado.

En mis ojos llovió casi toda la mañana;

estuve leyendo,

hacía meses o años que no llovía así.

Y en medio de toda esta lluvia interna y externa

algún mecanismo intrínseco empezó a analizar,

a recordar, a interpretar,

a buscar modelos de aprendizaje que imité,

a intentar entender mis miedos y los de los demás.

La lluvia vista y olida desde casa

me recordó el confinamiento,

las horas asomado al balcón o a la ventana,

el silencio de los coches que no pasaban,

el sordo golpeteo en el asfalto del agua,

la feracidad que provocó en el reino vegetal

aquella primavera.

Eché de menos la calma humana,

sin griterío,

sin alterar con gestos exagerados el curso del tiempo:

sin violencia a la vista, sin egoísmos en directo.

Surgen decenas de preguntas tras la lectura,

¿Estaré repitiendo patrones machistas?

¿De quién he aprendido? ¿Cuánto miedo tengo?

¿Estoy a gusto con mi vida? ¿Están a gusto conmigo?

La lluvia aporta la permanencia, la reflexión, cierta nostalgia:

gris profundo instalado en el cielo, verde fulgor

en las copas de los árboles, en el césped,

un rumor: tráfico lejano, algunas voces de adolescentes

que pasan mojados por la acera,

la masa de agua haciendo espuma sobre el suelo.

Cada cuál posee silencios, evidencias de discrepancias,

dolor, luchas de poder que ni sabe que existen.

Cada uno tiene su propia novela familiar,

anécdotas, toboganes vitales, tristeza y más miedo.

Pasan más adolescentes caminando, capuchas negras,

pañuelos, indiferentes a la lluvia o a la humedad;

sus preocupaciones están en otros sitios;

sus modelos somos nosotros, padres, adultos,

feministas reconvertidos por puro razonamiento.

Se comban por humedad, los libros dispuestos en montaña,

libros que son como el cuerpo:

los observas cada día, quieres leerlos, poseer su sabiduría,

los miras, como te miras las manos,

las piernas, los antebrazos:

reconoces la belleza de tu piel, el bronceado.

Casi todos poseen alguna marca de lectura,

esa impronta que te dejarán marcada si los terminas.

Arrecia la lluvia, anunciada, proclamada, avisada,

todo se detiene, también tú te detienes.

Poema 447: La delicadeza

La delicadeza

Arrojan a la basura todo lo conquistado,

pacientemente conquistado.

La destrucción no es sutil,

como no es sutil la fuerza física

o la opresión de una masa enardecida

por apelaciones reptilianas.

Las palabras,

conceptos que significan voluntad,

consentimiento, aspiración legítima y ética

a la igualdad real.

–Siempre ha sido así–, dirán encumbrados,

elevada su miseria intelectual por el auge del grito.

Delicados razonamientos, medidas, impulso ecuánime,

todo mezclado en una bola de papel

que se cubrirá con sangre animal, –ancestral–,

dirán amparados por una falsa perspectiva histórica.

Borran palabras incómodas, llenas de matices:

patriarcado, machismo, sumisión,

en aras de un status quo marcial,

lleno de testosterona.

Permanecen, dada su incapacidad,

incumpliendo sus propias promesas anacrónicas,

anuncios y desmentidos, vergüenza ajena,

verdadero obstáculo social, ralentización, en suma,

a las necesarias políticas públicas educativas.

Una pareja sentada en un banco detrás de la iglesia

desgrana confiadamente la delicadeza,

la voluntad y la evolución de su propio pensamiento.

Poema 429: La Guerra

La guerra

La mañana de escarcha y helada

se ve perturbada por los misiles radiofónicos,

ondas de la judicatura y la política,

humanos enfebrecidos en su razón supremacista,

ruido y bombas sobre las ruinas

pacientemente reconstruidas y veladas

sin contraataque posible:

destruid sin piedad que llegaremos nosotros,

todo lo reconstruiremos

por un módico precio, unas ayudas

y la ganancia de tu trabajo peón.

Divide a las hordas femeninas,

se ha hecho toda la vida, que no se unan,

tenemos a algunas de nuestra parte,

gritan sotovoce los gurús tóxicos embriagados

de los gritos guturales grupales masculinos,

clubes y sociedades,

cofradías y consejos de administración.

Devastación, liquidación de la disidencia,

los más brutos y torpes en primera línea,

incapaces de jugar a la ocultación del plan,

marionetas irracionales con armas bárbaras,

al gran guerrero avant garde

no se le puede pedir además discreción e inteligencia.

Disparan las francotiradoras, guerrilleras incansables,

a veces se disparan entre facciones afines,

no está bien considerada la tibieza, es la guerra,

hiere la palabra cuando hiende en el sistema:

pequeños drones tratan de encapsular ideas,

argumentos, voces de asalto.

Las batallas se libran en podcasts y en pasquines,

en manifestaciones duramente reprimidas

por las hordas mediáticas,

ojalá que venza la inteligencia equitativa,

la luz del pensamiento y la concordia igualitaria.

Poema 176: El cielo fractal

El cielo fractalCaptura de pantalla 2018-07-13 a las 21.54.45

El cielo tiene el porte de un fractal,

las nubes simulan el contorno del mar del Norte,

unos caballeros ancianos se juegan a las cartas

yacer con la mujer de Lot,

aún dulce.

 

Si una mujer hubiera escrito la historia,

habría una diosa justa,

no furibunda, llena de testosterona,

Lot no sería una estatua por su curiosidad natural,

atributo ya sempiterno de los hombres.

 

El puzle celeste bien podría montarse de otro modo,

sin dominación, ni uso, ni servidumbre por la guerra,

el lenguaje para designar la compleja estructura

sería más rico e inclusivo,

Mandelbrot de contornos afilados,

conceptos sutiles adaptados a la voz de la divinidad.

 

¿Qué dimensión alcanza el fractal celeste?

¿Cuántas brujas quemadas en la hoguera?

 

El trabajo de la igualdad a posteriori es casi infinito.

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Poema 155: Patriarcado

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Escucho opiniones banales o aprendidas,

nada nuevo, ninguna evolución,

el mismo chiste machista actualizado,

idéntico mantra justificativo.

 

Y sin embargo la idea está ahí,

al alcance de todos:

brujas, princesas, héroes, el poder,

la historia de la humanidad fraccionada.

 

Quizás el primer paso sea una inoculación,

la injusticia o la lógica aplastante,

la ventaja global de la solución feminista,

la potencia de la teoría de juegos.

 

Siempre ha sido así, o somos diferentes,

o es la evolución, es la naturaleza;

Abre los ojos, es una construcción social

interesada, incrustada en cada cerebro.

 

La resistencia es ignorante, sin argumentos;

consciente, observas que todo lo impregna,

convierte en fútil la emergente igualdad,

en sordina los gritos cada vez más expandidos.

 

La esperanza es educativa, una mecha

en apariencia prendida, una luz inteligente,

la juventud que rellena espacios oscuros,

los susurros pacíficos, voz ya exponencial.

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