La guerra
La mañana de escarcha y helada
se ve perturbada por los misiles radiofónicos,
ondas de la judicatura y la política,
humanos enfebrecidos en su razón supremacista,
ruido y bombas sobre las ruinas
pacientemente reconstruidas y veladas
sin contraataque posible:
destruid sin piedad que llegaremos nosotros,
todo lo reconstruiremos
por un módico precio, unas ayudas
y la ganancia de tu trabajo peón.
Divide a las hordas femeninas,
se ha hecho toda la vida, que no se unan,
tenemos a algunas de nuestra parte,
gritan sotovoce los gurús tóxicos embriagados
de los gritos guturales grupales masculinos,
clubes y sociedades,
cofradías y consejos de administración.
Devastación, liquidación de la disidencia,
los más brutos y torpes en primera línea,
incapaces de jugar a la ocultación del plan,
marionetas irracionales con armas bárbaras,
al gran guerrero avant garde
no se le puede pedir además discreción e inteligencia.
Disparan las francotiradoras, guerrilleras incansables,
a veces se disparan entre facciones afines,
no está bien considerada la tibieza, es la guerra,
hiere la palabra cuando hiende en el sistema:
pequeños drones tratan de encapsular ideas,
argumentos, voces de asalto.
Las batallas se libran en podcasts y en pasquines,
en manifestaciones duramente reprimidas
por las hordas mediáticas,
ojalá que venza la inteligencia equitativa,
la luz del pensamiento y la concordia igualitaria.