Poema 470: Restos de poemas

Restos de poemas

Ya no amanece durante el viaje,

la lluvia se ha instalado en lo cotidiano,

esa sensación de fugacidad permanece:

cada evento se anuncia y llega y se olvida

a imagen y semejanza del noticiario

elaborado según intereses económicos

que solemos pasar por alto.

Los balances de los bancos son escandalosos:

cincuenta millones diarios,

contrapuntados por vagabundos en los cajeros

mientras se discuten migajas en horarios laborales.

La mancha que cada uno deja, –Philip Roth dixit–,

es proporcional a su deshumanización:

cadáveres, guerras, xenofobia, ignorancia,

las plagas bíblicas actualizadas.

El aprendizaje es una luz, una lucha, una oposición,

cada cual lo comprende con intensidad diferente,

belleza, angustia, la agonía de los días, la edad,

esa felicidad que duró un verano inconsciente.

Se multiplican las protestas y han perdido el relato,

pero el pueblo elegido por su dios ataca,

se venga y la vergüenza política es tal

que hay que ocultarla con miles de muertos.

Llega el otoño con la lluvia, colorean los árboles,

viento, agua en los ríos, la comodidad del hogar

para los afortunados primermundistas.

Siempre hay dudas, resquicios e incomodidades,

esas que se silencian en nuestra imagen externa,

la lucha diaria por renovarnos, por soportarnos.

En la mirada está la clave del relato,

también en los silencios y los benditos recuerdos,

en el papel estelar o miserable que cada uno se otorga.

La psicología acabará por revelar los mejores hábitos.

Poema 469: Cosmología Cíclica Conforme (CCC)

Cosmología cíclica conforme (CCC)

El factor de conversión de la importancia propia

nos lleva a la insignificancia:

secuencia numerable de espacio-tiempos abiertos,

la multiplicidad del Cosmos.

Cada idea, cada mente, cada comunidad

son minúsculas bajo las ecuaciones de la relatividad;

un poema es un trozo de papel que se recicla,

una vida laboral es una deformación en el tiempo

que se desvanece paulatinamente.

Los ciclos cósmicos hinduistas carentes de ecuaciones

se acercaron a la complejidad de Penrose,

crearon el lenguaje y la ilusión del presente,

una forma de pensamiento no banal

capaz de relativizar la capacidad individual.

Las matemáticas muestran indicios cíclicos

en la observación de la radiación de fondo,

aún las pruebas son débiles indicios estadísticos,

el Big-Bang sería final y principio de universos enlazados.

El conocimiento de la superficie de la esfera

oculta un interior fisicomatemático de alto voltaje,

mucho más allá de la observación y la linealidad.

Solo una mirada poética o religiosa

habría adivinado ese eterno retorno de la materia,

el juego oscuro de energía y masa condensada.

Cada acto personal, es soslayable,

un juego romántico en medio de lo absoluto juanramoniano.

Observar y categorizar,

aplicar la lógica, las matemáticas y el caos,

ir siempre más allá,

nos hace elevarnos levemente desde el apego a la tierra,

nos endiosa cual minúscules seres efímeros,

vidas humildes, actos nimios y, sin embargo,

llenos de toda la belleza que podemos atesorar.

Poema 467: En las mañanas felices

En las mañanas felices

En las mañanas felices garabateo unas palabras

en un cuaderno de tapas negras

mientras me asomo a la ventana

para ver a mis hijos andar hacia el instituto.

Parecen días que se suceden sin fin,

terminarán como terminó la guardería y el colegio,

y la consciencia de otro tiempo caerá de golpe.

No todo es felicidad ni calma:

cada día hay centenas de luchas, domésticas, ideológicas,

algunas físicas y otras mentales,

búsquedas y estrategias, decisiones rápidas,

marejadas de fondo y lunas que asoman o se esconden.

Tras esas palabras a menudo repetitivas y vacías

leo uno o varios poemas;

esas lecturas abren ventanas mentales,

a veces me traen de vuelta a la escritura

o a notas que me servirán más adelante.

Es nuestro tiempo de padres en una alta meseta,

en la que a veces hay tormentas mezcladas con abrazos,

restricciones y normas que cuesta cumplir.

Se mezclan los libros por leer con la adolescencia,

reafirmación de personalidades incipientes,

imitaciones y modelos, palabras y una forma de contar

y de interpretar el mundo.

A veces una perturbación en el trampantojo

hace la realidad aún más hermosa en su estabilidad:

Bansky sigue pintando bajo la lona, anónimo y genial,

ajeno a las vicisitudes y los accidentes.

Caminan inmersos en sus problemas

esos que a veces rozan los de los adultos y siempre son otros.

Salir de sus pensamientos y esbozar una sonrisa es aún sencillo,

igual que los abrazos y las risas en familia.

Las rutinas de cada día ensanchan mi mundo,

incluso cuando recorto o minimizo mis tareas laborales.

La mañana se pierde ya en prisas,

en el tráfico de la ruta elegida

entre Sinfonía de la Mañana y Música a la Carta.

Permanece la imagen de los adolescentes caminando.

Poema 466: Una luz grisácea, el mar, el cielo, el Centro Botín

Una luz grisácea, el mar, el cielo, el Centro Botín

El perfil del mar y las montañas es difuso,

más allá, el cielo.

En las salas de exposición penetra la luz,

estará el cuadro de El Greco lejos de su tierra de nacimiento,

habrá experimentos artísticos perturbadores

visitantes cosmopolitas que no suben a la fragata

por el mismo precio.

Me he sentado en un punto de anclaje,

ahora es un punto de meditación;

imité a una hermosa mujer vestida de negro,

medias negras, falda negra, corpiño negro:

miraba hacia el mar con nostalgia

tal y como ahora lo miro yo.

Parece una nave del futuro el Centro Botín;

sobrevivirá largos años a su fundador,

la ciudad hecha camino y diseño,

ideas y extrañísimo arte, pensamiento, música.

Canta un aborigen Le Méthèque de Moustaki

armado con una guitarra,

la tarde está calma en esta parte del mundo,

lejos de los bombardeos, del horror intencionado

repelido, vengado, vuelto a vengar hasta la extenuación.

Los maestros del ojo por ojo en su salsa,

todos inmigrantes, emigrantes, invasores, colonos,

quienes se creen superiores en fanatismo,

la luz neblinosa que confunde a verdugos con víctimas,

los fuegos de artificio que pueden eliminarte.

La magia del instante voraz ha pasado;

he seguido a distancia a la dama de negro

hasta una librería que es una pura maravilla.

Allí me esperaban tres libros y la sensación atemporal

de no querer marcharme,

de estar horas y horas hojeando poemas y solapas.

Los libros devoraron la presencia de la dama.

Poema 465: Desastre

Desastre

En el avispero del mundo han entrado los fanáticos

han removido los panales conscientemente,

la delicada exagonalidad hecha trizas,

se han regodeado un instante en la miel

en la adrenalina de la venganza aquí y allá

antes de ser víctimas de la devastación generada.

Sesudos analistas acuden desde otras guerras

olvidan amnistías y días patrios de colonización

–salvo los muy ignorantes, toscos, mentecatos–

para ofrecer sus servicios de opinión,

sus acusaciones a diestro y siniestro

llenas de razonamientos y fundamentación de parte.

En el avispero del mundo confluyen intereses varios:

religión, economía, territorialidad, ideologías varias;

la superioridad moral de cada facción no termina nunca.

Hay algunas guerras estacionales,

juegos de poder inconscientes, marionetas de hilos invisibles;

esta es una partida de ajedrez en cuatro dimensiones,

llena de vías de escape y sorpresas, de gambitos y enroques,

una deshumanización casi intolerable en esa época

de cámaras, móviles, drones, horror cinematográfico,

en la que cada avance pacífico es contrapesado por la barbarie.

El avispero del mundo se expande sin solución,

células dormidas, históricas cuentas pendientes,

dejar tuerto a alguien mientras tu ceguera se realiza,

el tablero geopolítico cita a la testosterona bárbara,

sin apenas voces cuerdas que llamen al calmo diálogo.

El avispero se convertirá en un sumidero,

un vórtice en el que se trituran todas las ideas humanísticas,

capaz de devorar los frágiles acuerdos de posguerra,

la igualdad incipiente y cualquier movimiento migratorio.

El tiempo de paz y de esperanza aún no ha llegado,

tampoco el de los frenos y sistemas de amortiguación:

sigue siendo banal matar y morir, salvo que sea uno mismo.

Poema 464: El lento amanecer

El lento amanecer

Un día a la semana, –los viernes–

me es dado contemplar el amanecer,

la lenta conversión de la luz,

violeta, anaranjada, azul,

la magia tantas veces sentida,

el frescor en medio de este veranillo.

Acontece en mi interior.

Paso semanas rutinarias, oscuras,

un peso en medio de mi equilibrio,

dados que se lanzan para decidir

cada pequeño acto, ya montaña,

bifurcaciones inevitables y consuetudinarias.

Amanece tras un abrazo,

o una espiritualidad en forma de mensaje,

lento, emocionante, lágrimas y renacimiento.

Se consolida el día en una cópula de luz,

vibrante, calurosa, cariñosa,

el apego a la vida,

el ansia desmesurada de disfrutar hoy, ahora.

La piel absorbe la luz como absorbe los besos,

siente la emoción primigenia,

guarda un impactante silencio.

El juego lumínico y la voz en directo

que susurra Moon River con una guitarra,

acaban de inaugurar la hermosura del día.

Poema 463: Belleza natural

Belleza natural

Belleza, esa hora de luz mágica, girasoles

nada hay ya hermoso en el campo

pero me apego a él como un don,

esa ebriedad del poeta zamorano,

el fresco que desprende la tierra en el ocaso.

La luz ilumina un parque, lo llena de color

ya sin la vida que tuvo hace unos minutos,

paseantes, parejas otoñales, carritos de bebé,

las almendras amargas que nadie quiere,

las arcas reales como vestigio arqueológico.

Solitarios exploradores ascienden a una cueva,

cuelgan sus fotografías de valles perdidos

como si fuera el trofeo conquistado con paciencia,

caminantes jubilados, henchidos de gozo.

Perdí la oportunidad de ver salir la luna llena,

imposible fotografiar el encuadre del satélite

entre los tirantes del puente sobre el Pisuerga,

lo efímero se volatiliza entre los móviles.

El mundo ha cambiado con el covid pandémico,

también con las aplicaciones de los teléfonos:

el acoso de los tiktokers,

la búsqueda de un nicho original en las ondas.

La Gran Belleza se mantiene intacta,

Jep Gambardella visita lugares mágicos o míticos,

la música abre los poros de la absorción de imágenes,

la mezcla total de los géneros.

Solo el dolor evita la absorción de la belleza natural,

desordena las terminaciones nerviosas,

desquicia el pensamiento racional,

compite con cualquiera de las lacras del tiempo.

El instante ha pasado y queda una cierta quietud,

unas picaduras de mosquito en las piernas,

el imposible silencio roto por las bicicletas,

el recuerdo futuro de hermosas fotografías.