Poema 659: El otoño del ciclista

El otoño del ciclista

Una suave llovizna impregna la tierra seca,

huele a petricor en un horizonte plúmbeo

sin apenas movimiento en el campo visual.

Pedaleo contra el viento, entre ocres y amarillos,

dejando que la llanura penetre en mí,

vacíe mi mente, consiga integrarme con el paisaje.

Mínimas mariposas blancas sorprendidas

alzan el vuelo desde los cardos resecos de la cuneta,

cruje el suelo, saltan las piedras,

respiro, olfateo, fotografío, me embeleso con todo.

Soy un ser mínimo entre viñas y girasoles renegridos,

rastrojos, lavajos vacíos de fondo seco y cuarteado,

un redil desierto y la inmensidad de un rayo de sol

que asoma en el confín del planeta.

La velocidad de contemplación ideal de la bicicleta

es ahora un ritmo meditativo,

una aproximación al trance alejándome del vértigo.

Vacío por fin la mente y el cuerpo suda con el esfuerzo

solo existe el camino en esta levedad otoñal.

Poema 545: Ocaso de masas

Ocaso de masas

El espectáculo del ocaso en la Arnía

es de contemplación masiva,

ociosos vacacionales lo incorporan

a sus rutinas diarias gratuitas.

Es una obra de teatro con final previsible:

aplausos ascendentes fluyen desde la playa

hasta los encaramados en riscos y laderas.

No hay dos puestas de sol iguales,

un barco que atraviesa el horizonte,

la gaviota que planea perfilándose en lontananza,

unas nubes que se autoinvitaron a la fiesta.

Hay murmullos y comentarios fugaces,

una sensación de paz ante el deceso del día,

el final de este calor playero y estival.

Una señora de espaldas al sol parlotea sin cesar,

ajena al trance comunal de quienes lo contemplan,

capaz de escucharse sola a sí misma,

la diversidad humana opuesta a la norma.

Tras los aplausos se disuelve el gentío,

apenas un grupo minúsculo de ascéticos

persevera en la tasación de la hermosura:

el cielo y el mar se confunden en el oriente,

los colores pastel susurran una armonía

indigna de la gran masa devota del astro sol.

La comunión solar ha sido consumada.

Poema 544: Memoriam Omnium Rerum

Memoriam Omnium Rerum

En la velocidad el vértigo oculta la belleza,

–montañas calvas, morrenas, canchales–,

los volcanes y el pavor ancestral heredado,

un lago verde, charco marino, montaña negra,

la calma de unas horas hermosas e incógnitas.

La vista traiciona cuanto anhela,

sin embargo, la piel absorbe, funde, clarifica,

la nariz transporta, evoca, mitifica y desnuda.

El recuerdo de los hitos se posa en una veleta,

el sonido del viento y un clic metálico

que la mano de mi hijo produce en el mástil.

La Ensalada César tras la agotadora jornada,

el cuerpo que busca recuperar sales y energía,

luz verde sobre el estanque trapezoidal:

una pata triangula las aguas con sus vástagos,

cañas, enredaderas, lavandas, césped y un tractor.

Puestas de sol lentas, contemplación,

antes de una cena doméstica y deseable,

días de lectura, de creación de poemas simples,

calma y reposo de todos los sentidos.

El envolvente museo de la igualdad,

reivindicación sutil de los nuevos tiempos

y un viaje de reencuentro ascético del trance.

Poema 403: Música india

Música india

Han viajado miles de kilómetros

para tocar en una ciudad pequeña

alejada de los grandes centros culturales,

una ciudad que tiene una orquesta sinfónica

y fábricas que alienan a sus trabajadores.

Se miran con sus rostros no agraciados,

parecen discutir por los gestos de sus manos

enfrentados en la tarima

mientras el maestro del violín improvisa.

La nota de color la da una jovencísima mujer:

vestida de rosa intenso acaricia imperturbable su tanpura;

Shreya Suresh da continuidad a todo el conjunto

más allá de la improvisación de las tablas y el thavil.

El doctor Subramaniam concita todo el interés;

con movimientos pausados y enérgicos dirige sin titubeos,

eleva el ritmo, introduce con un gesto el morsing

o inicia un diálogo triangular con sus músicos.

De forma didáctica, en un inglés que apenas comprendo,

informa sobre su técnica de improvisación

y agradece la celebración,

 del septuagésimo quinto aniversario de la independencia india.

Poema 207: La gran belleza

La gran bellezaIMG_20190224_140344

Tránsito despistado, sigues una iglesia

en un cuadro de Van Gogh,

o te fijas en las variaciones posibles

de la ley electoral,

o te documentas sobre las intenciones

de tal o cual poeta;

cuando puedes, elevas la mirada y sonríes,

te consideras afortunado por encontrar

la belleza en la vida cotidiana.

 

A veces retiras las gafas de tus ojos,

contemplas los objetos deformados,

el color que se confunde y se mezcla,

la vacuidad de cuanto te rodea;

desenfocas con tu cámara réflex

y consigues trascender el mundo lineal

de contornos definidos y precisión aparente.

 

No eres capaz de ir más allá,

eres consciente de tus límites, de tu capacidad

de insistencia en asuntos complejos,

de la voracidad con la que quieres acceder

a todo cuanto tu mente alcanza:

consumir antes que crear,

disfrutar antes que avanzar sufriendo.

 

En breves instantes de lucidez

escuchas la voz atemporal de un guía,

el cántico desesperado y auténtico,

la música que te produce vibraciones internas,

trance, éxtasis, ausencia mundana;

entonces navegas por el nirvana ilimitado

de tus conexiones neuronales más libres

y vuelves con una paz profunda e inútil

en la vorágine activa y sinusoidal de cada día.IMG_20190221_175526-EFFECTS-EFFECTS (1)

 

 

 

Poema 175: El hilo poético

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 El hilo poético se ausenta en semanas de alegría

retorna cuando menos te lo esperas,

sangra por una costura de tus contradicciones,

sacrifica la mirada al rojo de las amapolas.

 

El trance lo conoces de oídas:

el cántico de treinta mil personas en el estadio,

la música giróvaga de ritmo endiablado,

un cóctel de alcohol en una discoteca.

 

Pero también la escucha solitaria del Cántico Espiritual

en una tarde lluviosa de primavera,

o la mirada del fotógrafo ante un ángulo imposible:

juego de luces y de sombras en equilibrio.

 

Toda soledad lleva a una introspección,

a la búsqueda de tu propia esencia,

de los nimios detalles que te distinguen

o te amalgaman candente al grupo común.

 

El hilo poético es tu voz oculta durante semanas,

es un giro verbal o una metáfora repentina,

es la percepción del cerebro desenfocado

por la belleza presente en cada partícula.

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Poema 7: La magia

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La magia

La magia ha hecho su efecto:

todas las fauces han engullido la poción amarga,

fuerza de la colectividad, enardecimiento.


La quijada del coyote descarnada, danza

alrededor del fuego, salta sobre las ascuas:

miríadas de chispas invaden el pequeño firmamento.


Los tambores se han detenido un instante

los cánticos aún resuenan en mis tímpanos;

el sonido mozartiano de un móvil perturba el trance.


Todas las miradas convergen en el transgresor;

dos fornidos ayudantes levantan el cuerpo liviano

extraen el teléfono y siguen el protocolo establecido.


La maza gigante, trasunto de martillo ceremonial

destroza el aparato colocado sobre un tocón de pino

con un golpe seco y certero que excita a la masa.


Trabajo me va a costar mantener la integridad física

del impostor: cada cual porta sólo la piel ceremonial

el mínimo atuendo necesario para la sugestión animal.


Tras la danza, el cántico rítmico y la apoteosis,

hombres y mujeres se adentran en las tiendas cónicas;

aún subidos en mi nube, copularán de forma primigenia.


Soy el espíritu de todos, maestro de voluntades conjuntas,

en mi elección privilegiada encuentro unos ojos diferentes,

una fuerza sobresaliente o una voracidad desmesurada.

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