Poema 590: Frío impostado

Frío impostado

La tercera o cuarta noticia del día es el frío,

frío castellano, seco, intenso, intrínseco,

aprovechado secularmente para curar embutidos,

para cocinar el puchero en la lumbre.

Las agencias de noticias priman la esperanza,

la noticia que nunca llega:

la tregua parcial de los bombardeos sionistas

en el avispero del mundo.

El frío hace abrir nuevos albergues a orillas del Nervión,

estira las vidas miserables de los sintecho,

una buena noticia entre decenas de rencillas políticas,

discursos miserables, papanatas de la demagogia.

El frío mediático es más intenso que el real,

propicia ropa térmica, capas y capas de textil

y un apalancarse en el sofá, bien calefactado.

La escarcha en los tejados

tiene el mismo color que la luna diurna,

la escasa intensidad de un saludo de ascensor.

Se congela la ropa tendida en el canal

ávida del sol de la mañana,

colocada ahí solo para el disfrute del corredor.

Dice el periódico que mueren las plagas y renacen los virus,

alojándose en sus huéspedes de forma aleatoria.

La cuesta de enero ha llegado como llega siempre.

Poema 437: Cuatro gotas

Cuatro gotas

Se espesa el aire delicadamente oscuro,

la premonición de una lluvia ausente,

el caminar presuroso de pensamientos turbios,

gris, azul, negro, nubes sin fecundar,

el tiempo gastado en banalidades

más allá de cópulas desesperadas,

de la muestra del deseo blando

susurros y palabras de amor,

el tiempo cíclico, repetido y anárquico.

Existe una sequía real y otra mediática,

la insistencia día tras día

en el asunto en que enfocan las agencias:

ayer Cataluña o cualquier derecho social,

hoy la sequía pertinaz

capaz de oscurecer cualquier futuro:

la cultura del pesimismo se filtra en mis neuronas,

¡Cómo voy a correr con veintidós grados en abril!

Y sin embargo con cuatro gotas caídas esta noche

–nocturnidad y alevosía–

huele a primavera llena de amapolas.

Conversan dos hombres calvos y orondos

con enérgico movimiento de manos,

posiblemente unos “enterados” de los noticiarios,

–la ideología social está acabando con el planeta–, dirán.

Cualquier pronóstico puede fallar,

incluso los más catastróficos.

La vida no depende de esos presagios,

quizás sí de las pequeñas vicisitudes personales,

rituales de confianza, alguna caricia,

esa risa que compartiste por una broma inescrutable.

Poema 429: La Guerra

La guerra

La mañana de escarcha y helada

se ve perturbada por los misiles radiofónicos,

ondas de la judicatura y la política,

humanos enfebrecidos en su razón supremacista,

ruido y bombas sobre las ruinas

pacientemente reconstruidas y veladas

sin contraataque posible:

destruid sin piedad que llegaremos nosotros,

todo lo reconstruiremos

por un módico precio, unas ayudas

y la ganancia de tu trabajo peón.

Divide a las hordas femeninas,

se ha hecho toda la vida, que no se unan,

tenemos a algunas de nuestra parte,

gritan sotovoce los gurús tóxicos embriagados

de los gritos guturales grupales masculinos,

clubes y sociedades,

cofradías y consejos de administración.

Devastación, liquidación de la disidencia,

los más brutos y torpes en primera línea,

incapaces de jugar a la ocultación del plan,

marionetas irracionales con armas bárbaras,

al gran guerrero avant garde

no se le puede pedir además discreción e inteligencia.

Disparan las francotiradoras, guerrilleras incansables,

a veces se disparan entre facciones afines,

no está bien considerada la tibieza, es la guerra,

hiere la palabra cuando hiende en el sistema:

pequeños drones tratan de encapsular ideas,

argumentos, voces de asalto.

Las batallas se libran en podcasts y en pasquines,

en manifestaciones duramente reprimidas

por las hordas mediáticas,

ojalá que venza la inteligencia equitativa,

la luz del pensamiento y la concordia igualitaria.

Poema 385: Calor

Calor 

Hemos visto en series y películas  

la locura que puede producir el calor sostenido, 

las noches sin dormir, 

la búsqueda comunal de un chivo expiatorio. 

Hay fórmulas de equilibrio: parques, árboles, ríos. 

Modernamente una piscina 

y siempre, oscuridad, corriente de aire, 

bodegas en el subsuelo. 

Hemos pasado, sin apenas transición, 

del frío al infierno, aún los cuerpos encogidos, 

la piel blanquísima, los rostros enmascarados 

y ahora libres. 

Los medios de comunicación no ayudan, 

crean una alerta colectiva desmesurada, 

como aquellas que llevaron a vaciar supermercados, 

a cargar con decenas de rollos de papel higiénico. 

Hace un calor real y un calor mediático, 

este último, unos diez grados superior. 

Ayer pensé que cuando lleguen tres días sin calor 

lo echaremos de menos: 

los baños nocturnos, los paseos posibles en la oscuridad, 

el motivo de queja por las vicisitudes diarias 

concentrado en este enemigo común invisible que es el clima. 

No afecta por igual a todos como la muerte o la enfermedad: 

el clima puede sortearse con energía y dinero, 

viajando, emulando las migraciones o antimigraciones 

cual aves poseedoras de recursos suficientes. 

Caerán los débiles que pudieron sortear la pandemia 

y aquellos que no puedan protegerse de su pobreza.