Poema 576: La Edad

La edad

Hay un tiempo en que el tiempo se detiene,

hay días del año en que todo se repite,

rostros conocidos simulan continuidad,

obvias arrugas, calvicies o canas,

lo afectuoso esconde con eficacia las miserias,

los duelos y los quebrantos.

El desfase de autopercepción funciona,

y en el juego de naipes puedes triunfar,

acostarte ese día satisfecho tras un gin-tonic,

y un cúmulo de conversaciones no siempre banales.

Revisarás al día siguiente las fotografías,

las palabras y las noticias de los hijos,

echarás de menos a quienes ya no cumplirán

los ritos iniciáticos de las matemáticas.

Se ha pasado la vida en un suspiro entre Bourbakis,

docencia, viajes y algunos poemas interesantes.

A solas, en el silencio aún vibrante de la noche

meditarás acerca de la propia insignificancia:

has transitado calles vacías y máscaras remotas,

necesitas un nuevo filtro de miope belleza

capaz de cubrir la órbita elíptica completa.

Satisfecho, comienzas a tejer una senda

de placeres, emociones, lecturas fascinantes,

la existencia local que desenfoca el plano cenital.

Poema 525: En el fútbol

En el fútbol

El futbito es un ejercicio de amistad,

de fraternidad, de un compañerismo sin daño,

la rutina de un martes al que llegas agotado

y te embadurnas de una crema muscular

cuyo olor te retrotrae a otros vestuarios de juventud.

Casi siempre se repiten las secuencias:

optimismo colectivo en los saludos,

calentamiento impaciente y poco útil,

deambular por el campo más andando que corriendo,

celebrar cada pase elegante o cada gol

con el ánimo de aquellos que militan en tu equipo.

Envejecemos y la fauna de jugadores es cambiante,

y sin embargo soñamos con una continuidad inexistente.

El dolor al enfriarse los músculos es mítico,

como lo es la ducha posterior o los comentarios

ante unas cañas y unas tapas que a veces se prolongan.

Recuerdo aún la vuelta tras el confinamiento,

la sensación de ver solo a hombres en esta actividad,

un arcaísmo en medio de una arquitectura social

tendente a la igualdad y la integración de los sexos.

El hito semanal que supone darle al balón,

conseguir una buena jugada

en medio de la oposición de tus congéneres,

es una pequeña alegría que sirve de estímulo alimenticio.

Cada martes pienso que no habrá más fútbol

y disfruto como el condenado de su última voluntad,

con el escepticismo de toda una vida jugando.

Poema 396: Permanecer

Permanecer

En medio de la belleza, de nubes, de jardines,

luces que juguetean al atardecer,

invitado en soledad, silente, permanezco.

Jolgorio tradicional, quizás ancestral,

días en los que aflora el animal interior,

la tendencia oculta de cada cual:

danza, fuerza, resistencia, risa innoble,

permisividad y desorden.

La introversión oculta un vacío vital,

faltan preguntas e intereses comunes,

sobran ideas de otros colonizando mentes,

cortesía y desperdicio fugaz del tiempo.

No he reorganizado aún el consumo

de vivencias vacacionales en mi mente:

baños fluviales, deporte, risa,

campos inusuales o paternidad fraterna,

una sucesión excelente de bellos momentos.

A veces en un descanso necesario de actividad

aparecen vacíos o desiertos, conflictos éticos,

necesidad de conjugar pensamiento y realidad,

la presión social para no alejarte de la ortodoxia,

el reintegro a la corriente colectiva.

La edad es el chivo expiatorio necesario,

falta de personalidad o pereza,

y la búsqueda del relato virtuoso y alegre

surgido de ciertos vacíos vitales indeseados

y de contradicciones de difícil explicación.

Uno barniza las discontinuidades hermosas

con una pátina mental de gran calidad,

resistente a la nostalgia o al recuerdo,

acabado necesario para poder continuar,

para que la permanencia se disfrace de excelencia.

Poema 281: Cuerpo

Cuerpo

Habitas en un cuerpo que solo tú conoces,

sabes de sus carencias y fortalezas,

escuchas cada uno de sus síntomas,

hallas en él un equilibrio inestable

suficiente para la vida cotidiana.

Repasas los cambios en el espejo,

tienes una visión de ti diferente 

a la del resto de la gente que te mira,

eres esclavo y a un tiempo dueño,

te perdonas o no cada exceso y cada falta.

Estás orgulloso de esto o de aquello

detestas aquella parte que una vez fue señalada

y magnificas aquella ensalzada;

estás hecho de sombras,

de luces poéticas que alcanzaron tu ego.

Cada parte de ti tiene una historia íntima,

cada arruga ha sido merecida en el campo de batalla,

a veces no concuerda tu físico con tu idea de ti,

o tal vez coadyuva a tu miseria;

eres un todo inestable e impecable.

Tu cuerpo mide cada rayo de sol y reacciona,

se encoge y ensordece, o se agranda

en pecho henchido o en sonrisa profunda;

un dedo es suficiente para una tormenta

y es necesario todo el vello de punta en la alegría.

Habitas una estructura muy compleja,

la cuidas y administras cada día

acoplándote a sus cambios y dolencias,

eres un huésped necesario e intransigente,

una simbiosis afinada y sin fisuras.

Poema 231: Las grúas del amanecer

Las grúas del amanecerIMG_6901

Las grúas del amanecer, hieráticas y dignas

sostienen la estructura

recién planificada y ya antigua.

 

La edad dispara contra la memoria

convierte las sensaciones en ilusiones

el fresco matinal en recuerdo inexistente.

 

Las grúas del amanecer construyen

sobre el espacio quemado de tu recuerdo,

verdes o grises, lentas y seguras

muestran la cara visible de tu desconcierto.

 

El huerto ecológico lleno de banderas

contrasta con el ruido incesante de camiones,

tierra-evocación desplazada

en busca de las entrañas de la Tierra.

 

Las grúas siguen allí en el ocaso

reflejan los rayos perturbadores de la luna llena,

hacen crecer el edificio sobre las ruinas.

 

No importa la edad ni la época,

silencian el olvido y dotan de brillo y asepsia

un espacio manchado de tinieblas.

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Poema 199: Sol de enero

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El sol de enero es frío y agradecido,

como un cuerpo blanco,

como una edad en declive.

 

Caminas por un surco, hollando la tierra,

no te sales de él,

aguantas sin ver el final que conoces de sobra.

 

Tienes una sonrisa automática de protección,

quizás lo sabes desde siempre

pero ahora has comprendido su poder.

 

Pospones o desvirtúas:

la fuerza mental del medio siglo

te llevan al escepticismo y la sobriedad.

 

Vacío en medio de tu propio asombro,

infundada esperanza,

ascuas sin combustible, sin prisa para morir.

 

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Poema 161: La piel

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La piel del tomate se resiste

bajo las hélices de la batidora:

la pulpa ya está licuada

pero la estructura aún sigue en pie.

 

La tensión superficial de una pompa

de jabón, crea miríficas estructuras,

muestra, conecta y sostiene,

el lánguido vacío interior traslúcido.

 

Mi propia voz leyendo un poema de Ashbery

en un inglés impostado,

se licúa gradualmente

mientras el poema resiste aún en pie.

 

Mantienes tus rutinas diarias,

caminas, huesos y tendones,

con la fuerza de un paso resuelto

mas tu núcleo se volatiliza.

 

El objeto del poema eres tú,

ciudadano vacío de sustancia propia,

codiciado consumidor de películas,

libros, noticias, canciones, e ideas.

 

Te delata la arruga de tu rostro,

esas manchas indisimulables de tus manos,

el viento que rasguea tus cuerdas vocales,

la lentitud con que expresas tu recogimiento.

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Poema 98: Vagabundeo hogareño

Vagabundeo hogareño

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Das vueltas por la casa sin hacer nada,

lees un artículo, miras el móvil,

inconsecuencias y tonterías

vanas ocurrencias, una imagen

para el consumo rápido.


Observas tus lugares: libros, un mueble,

unas fotos o un cuadro,

la casita de muñecas que construiste

pacientemente en tu juventud,

todo en lo que posas la mirada

te proporciona una cierta seguridad.


Eres libre de considerar el tiempo discontinuo

por muy errado que estés.

Placer o dolor al caminar

te detienes a leer un poema

o a jugar a las cartas con el niño.


Apocalipsis, yugos, errático vagabundeo.

Tu sombra en un espejo plano

evidencia tu edad o tu disgusto

o enciende la luz en tus ojos

en ironía continua impagable.

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Poema 64: Cuando nada sucede

       Cuando nada sucedeIMG_20160226_082747
Cuando nada sucede, la crecida del río,
cuando nada sucede, un relato quijotesco,
cuando nada sucede, se asoma el vacío.

Cuando nada sucede, dos niños me abrazan,
cuando nada sucede, encuentro un poema,
cuando nada sucede, me convierto en lombríz.

Cuando nada sucede, la insignificancia,
cuando nada sucede, me miro al espejo,
cuando nada sucede, sopeso mi edad.

Cuando nada sucede, los buitres acechan,
cuando nada sucede, pierdo el valor,
cuando nada sucede, no hay hoja en el árbol.

Cuando nada sucede, repliego mis alas,
cuando nada sucede, confío en el tres,
cuando nada sucede, todo está sucediendo.

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Poema 11: El descuido de la edad

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Los mástiles han abandonado sus banderas,

el viento del otoño deja alfombras de hojas,

paseo solo por un paisaje urbano deforme.


Nadie hace las preguntas importantes,

el paso veloz y voraz del otoño, medido

en la declinación de la luz en tu rostro.


La consciencia difusa, la voz madura incisa,

el cansancio lacerante, frente a esa suma de imágenes

que atesoras en tu vientre: niños, manos, risas.


Los muertos asoman a veces en medio de la belleza,

aún conservo su voz, sus gestos, sus temores,

la risa o el llanto, o el enfado, o el optimismo de un día.


Voy a ser un hombre muy triste, cargado

de conocimiento y poesía que nadie lee, quizás

aún tenga la esperanza de seguirme riendo de mi mismo.


Ciertos días aprecias el agua caliente de la ducha,

sucedáneo de las caricias que no recibes,

te instalas bajo el agua mientras limpias toda tu mente.


La suma de tus días te hace olvidar quién fuiste,

la desilusión de ciertos instantes, el fervor

insospechado de cada nuevo proyecto.


En este instante estás siendo arrastrado

por tu propio vórtice vital, cola de cometa,

sombra desgajada de ti en un descuido de la edad.


Tendrás otra vida, otras vidas, otros renaceres,

volverás a sentir la emoción de un volcán,

la plenitud de un verso perfecto bajo la luz del amanecer.


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