El farallón
En el farallón pueden leerse las líneas de la vida,
el mensaje que el mar grabó durante milenios.
La banda sonora es un continuo ir y retornar de olas,
una incesante tormenta sin relámpagos,
un mundo oscurecido por la llovizna
cual metáfora de las emisiones radiofónicas.
En la pared vertical está escrita la negligencia
de los salvapatrias tan pulcros,
mentecatos de la simpleza y el desorden,
el refuerzo animal que todos llevamos dentro
cincelado en un palimpsesto ilegible.
Suenan vientos de victoria xenófoba,
de distopías que creíamos imposibles,
una regresión a los tiempos del cólera,
déjà vu inexplicable y anómalo, siniestro e innecesario.
La monotonía del mar, la belleza y el yodo
permiten la abstracción y la distancia mental
necesaria para prever el desastre:
las difíciles componendas y arreglos humanos,
las lecciones de la Historia,
la firmeza ineludible para hacer frente a la necedad.
En el farallón alguien leerá en el futuro
lo que la imbecilidad humana no pudo borrar del todo.