Poema 262: Desesperanza

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Cunde la desesperanza, el viento

ha cambiado de dirección

sigue el silencio

las acciones de los vecinos son más lentas

las rutinas del confinamiento se han asentado.

 

Los datos son agotadores en la cabeza del matemático

tendencias y análisis, curvas predictivas

nadie garantiza nada aún

por más que sepas el destino y el final lejano

de la restricción de movimientos.

 

Cada cual encuentra su lugar en sus tareas

el placer en cada pequeño acto diario

la poesía de amasar el pan autosuficiente

los rayos de sol buscados con ahínco en la ventana.

 

Hay menos llamadas, más interiorización del encierro

demasiados caminos por recorrer dentro de cada cual

mundos que manteníamos ocultos

o enterrados por la vorágine aleve de la vida.

 

La curva de la esperanza obedece ciega

a los canales de comunicación mediáticos

a las estrategias políticas diseñadas por psicólogos

a las luces que puedan aparecer lejanas en el túnel.

 

La crueldad poética del mes de abril

pondrá a prueba la resistencia cómoda del hogar

del que quizás no querremos salir en un tiempo

descubiertas las musas del bello reposar.

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Poema 243: Píldoras de felicidad

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No puedo levantar mucho la vista,

ni sacar la mirada poética a pasear,

las prisas y el agobio de la mala vida cotidiana

me adhieren al suelo sucio de la ciudad.

 

Cuando al fin puedo hacerlo veo pájaros,

urracas sobreviviendo a su extraña multiplicidad,

aves migratorias en la curva del río,

bandadas de palomas alimentándose en un sembrado.

 

Otras veces es la luna tras un inmueble

que se asoma en una noche de nubes y llovizna,

o las escasas hojas aleatorias de un plátano

que resisten al viento, la lluvia y las heladas.

 

Soy una combinación de imágenes procesadas

por mi estado mental, hormonas, noticias, autoestima,

la lectura predominante en esos días,

una suma ponderada de miles de asuntos minúsculos.

 

La alienación y los límites vitales soplan en contra,

no hay aún un cortavientos eficaz,

ni la técnica psicológica suficientemente potente

para enfrentarse al vacío existencial cotidiano.

 

¿Qué nos sostiene o sustenta cada día?

¿Qué mecanismos nos producen picos de alegría?

¿Cuándo podemos afirmar que somos un poco felices?

¿Qué corriente nos transporta hacia el bienestar?

 

La búsqueda matemática de todos los datos,

el descubrimiento de píldoras de vitalidad

más allá del azar o del ensayo y error actuales

será quizás uno de los mercados futuros de la humanidad.

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Poema 158: Nuevo dios

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Hay un nuevo dios que ve cuanto haces,

sabe dónde vas, lo que has comprado,

te sugiere respetuosamente tu conducta

como buen dios en sus inicios

aún sin la confianza de la masa.

 

Esa es la clave, eres observado,

nada se le escapa, cualquier consulta

dañará tu imagen, tu perfil social;

tu rastro se almacena en la memoria

del todopoderoso servidor.

 

Si compras o simplemente miras,

si lees tal o cuál periódico

tendrás un perfil dinámico de objeto

del deseo anunciador;

eres un número lleno de números,

un adorador del dios que te explota.

 

Ese dios computerizado conoce tu vida laboral,

sabe el dinero que has ganado en todos tu días,

los gastos y propiedades que posees,

los impuestos con que sostienes tu mundo.

 

El dios sabe lo que lees, lo que publicas,

conoce a tus amigos y ve tu cara más amable,

y también tu faz oculta,

la que se deduce de los datos que no muestras

o se infiere con imaginación.

 

El dios es quizás una diosa inteligente y formada,

ofrece señuelos y trampantojos,

moldea tu conciencia, te educa a su antojo,

establece tu patrón de deseo y consumo.

 

La diosa se rodea de sumos sacerdotes,

de diáconos, de calendarios propios y ritos,

te ha liberado de una esclavitud

para otorgarte la vía sin fin en la que habitas.

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