Molinos de viento en Zaanse Schans
El viento y la lluvia ocultan la estampa:
a partes iguales ensalzan la silueta
destemplada bajo el cielo plomizo
de pesadas nubes marinas.
Los molinos de viento inútiles, decorativos,
rescatados del olvido,
funcionan para turistas en modo cinco euros,
parecen defender la bahía.
El crujido de la madera embelesa y transporta,
machaca un grano imaginario;
la ingeniería de engranajes y correas transmisoras
contrasta con la venta de objetos decorativos.
Todo ha sido monetizado, pero allí hubo un molinero,
allí convivía con su familia, con el sordo cortar el viento
de las aspas y el chillido sexual de las gaviotas,
frío y corrientes de aire en los intersticios.
Ya no hay polvo ni vida más allá del horario comercial,
solo es un decorado pictográfico para los soñadores
que bajan del autocar envueltos en la lluvia
y abren los ojos a la estampa de Rembrandt.
Puedes situar allí lecheras o rondas nocturnas,
imaginar juegos de luz sobre el polvo de la molienda,
todo es un decorado montado para que tu imaginación
recree escenas románticas del pasado.








