Rastros culturales
Elenco magistral, amplias fotos,
el rastro que alguien deja en Facebook
sin programar o sin planificar,
un perfil de cosas que te gustan,
montaña, viola, esquí.
Un concierto, un maestro legendario,
energía y entrega, la corriente musical
interna en esa persona es enorme.
Tu rastro no es tan grande, ni tal alto,
ni alcanzas tantos seguidores:
poemas, tu salvaguarda cultural,
muestra de tu inquietud y tus dudas.
La retina fija e implementa flujos de pensamiento,
recortes, fotografías, un verso o una idea,
cada cual se parece a alguien,
emula o amplifica o enlaza collages múltiples,
la cara vista de una vida sonriente.
El buscador te lleva directamente a un rostro,
eleva tus expectativas,
oscurece sombras y las oculta,
tras muchas elecciones pasas de puntillas por meses
y años y andanzas eliminadas.
Tu rastro se asemeja a tus olvidos,
a los trampantojos que tu mente crea
para evitar dolorosa consciencia de tus titubeos,
para elaborar un relato simplificado y feliz
de tus días, de tus decisiones y logros.
Idealización, nulo esfuerzo, nula duda,
sonríes y difundes tus ideas con miedo,
el valor en esas mínimas decisiones te define,
música o luz o pertenencia o disputa,
todo eso eres y a todo eso aspiras en tu vida.