Poema 676: El hechizo de la forma

El hechizo de la forma

El hierro penetra en la piedra

óxido que destaca sobre fondos de color

sorpresa del artista

formas originales preceden al título

colección de forjas según conveniencia

la mirada es el título de cada obra

un conjunto excelso de interpretaciones

más atrevidas

aquí y allá excavamos herrumbre

piedra que soporta su cruz

hasta que llega la palabra

y oscurece la multiplicidad latente

ansia desproporcionada de risa en un jueves

el hechizo de la forma

años de búsqueda amateur

cientos de ojos disonantes

y al fin unas manos que se entrelazan.

Poema 668: Soria

Soria

Río Duero, lejano, corro a tu lado,

antes, los ancestros poetas…

Luz de otoño, hojas multicolores,

la Biblia esculpida sobre la vésica piscis.

Alguien habla y habla y transmite

ideas, proyectos, ambiciones.

No es fácil llegar al río, ver los arcos,

entender toda la piedra que salmodia.

Remozada, más comercial y cosmopolita,

mapa en mano transitan emblemáticos lugares.

Nadie apuesta por caminar bajo la lluvia,

un arco, una muralla, muchos escudos.

Se ha detenido el tiempo en la modernidad,

reluce para el caminante el libro de poemas.

Alta e inexpugnable, orgullosa de sí,

maitines ancestrales dentro del templo.

La mirada es intensa por momentos,

no se había apagado antes del brillo de la historia.

Poema 472: En lo alto del puerto

En lo alto del puerto

Cambian los paisajes con el agua

llueven hojas,

los colores son los que el sol nos muestra;

una campana

en medio de los piornos, en todo lo alto,

homenajea a quienes la pusieron,

montañeros, amantes

de una naturaleza ancestral,

inmunes al viento y la lluvia,

llenas las pieles de sudor y esfuerzo,

magros y resecos.

Tumbado sobre la piedra abierta

soy un punto en la montaña

que observa el valle infinito abierto al poniente,

frío seco e intenso,

las ideas detenidas en su bucle estéril,

solo ante una inmensa mole de granito.

Brilla levemente el embalse a lo lejos;

diríase un complejo fractal geométrico,

el diseño racional de una mente pragmática.

Ascienden, mapa en mano, dos jóvenes inexpertos,

imprudentes ante el ocaso de la luz,

cegados por el deseo y la aventura.

Caerá la noche sobre ellos

orgullosos de su energía y sus frontales,

si tienen suerte hallarán un camino romántico.

Desciendo de la piedra, altar, puesto de observación,

lugar mitificable y fotogénico,

salgo al encuentro de mi hijo que avanza

confiado en la senda que le lleva hasta mí.

Volvemos, austeros en los comentarios,

hacia la belleza del descenso en la hora dorada,

paisajes que discurren entre el mate del roble

y el ocre esplendor de los castaños.

Mañana recorreremos el valle por sendas antiguas,

números en medio de otros caminantes

que cuentan sus vicisitudes en voz proyectada.

Somos herederos de otras sagas nómadas,

agraciados con la luz de la montaña

protegidos del frío y de la oscuridad,

señores de la palabra que describe la belleza

capaces de crear un universo en una piedra.

Poema 292: Senderos ancestrales

Senderos ancestrales

Caminar, con rumbo cambiante

a la luz precaria anterior a la salida del sol,

seguir ese instinto en el que confías,

que cuando falla convierte el error en éxito

por mor de una fuerza mental positiva.

Búsqueda, casualidad o intención,

la suerte convertida en maravilla,

una senda entre piedras, una aventura

con la que bajas de la montaña serpenteando,

llenos los ojos de los colores del otoño.

Subes a la piedra que pudo ser altar sacrificial,

haces una fotografía panorámica,

te recreas en los viñedos abandonados,

pruebas las uvas negras, pequeñas, recias,

coges el higo maduro de una higuera.

–Por allí sube el cordel de la cañada soriana–,

te dices a ti mismo, ausente toda compañía,

recuerdas entonces las otras rutas de este verano,

las bifurcaciones necesarias en el camino ascendente,

el calor pegajoso y las moscas impertinentes.

El sendero es la belleza del descubrimiento,

la maravilla perdurable e incógnita,

el atajo que atraviesa los campos tan fructíferos,

la casita escondida con mirador al sol naciente

en la que te gustaría amanecer en este día soleado de octubre.

Poema 198: Calles y piedra

Calles y piedraIMG_2897

Calles y piedra y el aliento de la niebla

persigue conciencias y ánimas,

despierta sueños y vuelos de aves migratorias,

el milano de cola de tijera

al acecho del surco oxigenado del arado

cae en picado atajando a su presa.

 

Un impresionante paisaje de montañas

superpuestas en el poniente,

muestra tu nimiedad personal,

penetra como el fulgor del frío en tus huesos,

azulea tu aura de turista observador.

 

Palabras en desuso vivas en las macetas,

el pueblo solitario en la hora del ocaso,

calles tuertas, un castillo silueteado;

allí resuenan tus pasos fantasmales

en la calzada romana y el puente.

 

El aura familiar envuelve y protege,

el museo se muestra en escenografías

disimuladas durante decenios en cada calle,

en cada rincón, cada fuente, cada esquina,

un trampantojo sin fisuras aparentes.

 

La belleza es la hora del ocaso

o la ausencia de transeúntes y pobladores,

quizás la pertenencia al clan que campa

a sus aires sobre las piedras milenarias,

o el aire limpio que penetra en los pulmones.

 

Paz y armonía, momento irrepetible,

la conjunción de detalles y algarabía infantil,

una foto aquí y otra allá, el cuidado de la luz

más apreciada que nunca

glorifican el día y lo encumbran a mito y leyenda.

IMG_2902

 

 

Poema 53: Monasterio de Caaveiro

  Monasterio de CaaveiroIMG_20151102_152928

 En la fraga oscura, verde y agua;

declamo en la piedra el fin

del estado ruinoso, del hambre

de poesía asíncrona.

 


Un vendedor de palabras,

un ufano compositor, tararea

su música mezclada con el correr

cantarín de las aguas del molino.

 


El fotógrafo encuadra, perfila

trata de domeñar una luz de fraga,

insuficiente o brillante, luz de helechos

no para cualquiera, no para cualquiera.

 


El filósofo está a miles de kilómetros

de allí, reaparece un instante

para indicar con suavidad al niño

el peligro que existe en la baranda del puente.

 


Un cantero observa con mimo

las marcas profundas en la piedra,

una pe, una sierpe, un ancla,

el día del recuento sería un día de gozo.

 


Un creador maravíllase del lugar,

de la piedra, de la geometría de los ríos

que confluyen; tantas manos, tanta ausencia

de planificación en esa perfección.

IMG_20151101_140708


Poema 3: El deseo en la piedra

IMG_20140315_191603El deseo en la piedra

Luz, filtro de alabastro, frío.

Una columna central todo sustenta.

Restos polícromos antiquísimos.

Banalidad turística veloz.

Hubo sínodos, coronaciones.

Mantos de piel barrieron el suelo.

En la oscuridad del tiempo una doncella dejó de serlo.

Exangüe, un moribundo alcanzó la paz.

Corretean los niños entre los sepulcros.

Varias restauraciones, todo es mentira.

Capiteles didácticos, las bestias ya no copulan.

Puedes escuchar voces armoniosas y gritos.

Insignificante en medio de tantas calaveras.

No puedo apartar mis ojos de ella, educada y hermosa.

El vaho se desprende de mi boca y asciende en volutas.

¡Qué idioma, qué interés, qué inquietud!

Las espadas rozarían el suelo, marca del territorio.

Bodas, bautizos, comuniones, millones de fotos.

Algo liviano, frente a la reciedumbre primaria, arcos, elevación.

Su acompañante todo lo escruta y fotografía.

Pantocrátor sobre espigas o flores, geometría originaria.

La luz de un espléndido crepúsculo de invierno se filtra por el pórtico oeste.

En una minúscula nave absidal me ha inmovilizado entre su antebrazo y el muro.

Se escucha el murmullo monocorde del guía.

Me ha besado con urgencia, consciente del riesgo múltiple.

Bajo las lápidas del suelo yacen huesos de nobles secundarios.

Aún inmovilizado; ha despegado sus labios de los míos y me ha mirado ígnea.

IMG_20140315_194000