Poema 678: El tiempo del unicornio

El tiempo del unicornio

El tiempo del unicornio trae la lluvia

momentos de máxima alerta

un recordatorio de ardor guerrero

preocupaciones inútiles antes del sosiego.

Multitarea repartida sin piedad

en días enfebrecidos de Navidad latente,

capitalismo desatado, noticias tremendas

de abusadores machistas impunes.

Toda la atención enfocada en etéreas noticias

víctimas y consumidores del vértigo

de editoriales cargados de epítetos

de la prisa vital por alcanzar el absoluto.

La belleza del invierno que amanece

es gris, llena de niebla y de siluetas,

es un tiempo de imaginación y memoria,

reminiscencias de un pasado de laúdes

de cánticos desafinados en una cocina

en la que chisporroteaba la lumbre materna.

El tiempo vuela y la memoria se renueva

en aras de esa cierta resiliencia mítica

cuando las siluetas se difuminan

y uno explota de alegría efímera y exultante.

Poema 584: Una luz azul

Una luz azul

Envuelve la niebla los caminos, los sembrados,

el terreno trazado de líneas rectas,

los surcos terrosos, algunas vides deshojadas.

Me persigue la noche como me persigue la historia.

¡Aquel bisabuelo llegó como un juglar,

joven, lleno de fiesta, levantando mesas con los dientes!

La luz oprime y aprisiona, desorienta,

la llanura se difumina en la ausencia de formas.

La viuda le hizo una fiesta especial al sanabrés,

le colmó de rimas y de la belleza de sus ojos.

Aún el pueblo existía: oficios, lavajos, artesanos,

la niebla no lo había condenado a la luz azul.

Cae la noche húmeda de Navidad.

El descendiente nació tras la muerte del padre.

Los animales abrevaban el en el lavajo grande;

en las noches eternas del invierno

se contaban historias en el corro de la lumbre.

Contra todo pronóstico el hijo dejó una estirpe,

moradores ocasionales de la cúpula bajo la niebla.

La luz azul engulle las casas deshabitadas,

la vasta llanura castellana escasamente poblada.

Poema 583: Perfect Days

Perfect Days

Aurora, crepúsculo, cúpula, luna llena

accidentes geográficos diversos,

conjuros en la sucesión imparable

de ritmos olvidados, memorables.

Un poema sobre calles desiertas,

avanza diciembre, luces, comercio, regalos,

el puente que se abre para los caminantes,

peregrinos, visitantes con ojos nuevos.

Lago, laguna, fochas comunes al sol

de un invierno ancestral congelado,

caminar anónimo por sendas artificiales,

máscaras y baile, pertenencia,

cervezas en lugares de una cierta nostalgia.

Cuerpos que se funden estrechamente,

raiders obcecados en la noche

cruzan la ciudad fantasmal, onírica y sepia.

Un sueño reparador, un poeta minimalista,

expectativas de elección múltiple,

árboles helados, esculturas en madera muerta,

la isla inaccesible.

Suena Lou Reed susurrante y antológico,

nada es perfecto mientras dura.

Poema 356: Navidad

Escucho retazos del violín de mi hija,

se abre la niebla y ha salido, tibio, el sol.

Lo que parecía un titubeo violinístico

es ahora una melodía continua.

Se han levantado llenos de energía,

tras pequeñas riñas, abrazos y movimientos

se han dirigido a sus instrumentos musicales

y han llenado la casa de notas,

de cálida alegría.

La frontera exterior se difumina lentamente,

dentro de unas horas nos integraremos

en una corriente más grande:

amplias tradiciones, el fuego de otro hogar,

cánticos, regalos y sorpresas,

las múltiples presencias reconfortantes.

Cada instante sigue siendo una maravilla

una suma de recuerdos, de burbujas

de múltiples hilos que convergen o divergen,

los logros del esfuerzo vital y los sacrificios.

Vuelvo a la melodía que se ha afinado,

a los golpes sordos en las teclas del piano silenciado

y por un instante no existe nada más en el mundo.

Poema 304: Polígono semiurbano

Polígono semiurbano

Las crisis del ladrillo más la pandemia

han llevado al polígono semiurbano a la ruina.

Permanecen las fachadas, como en la canción de Mecano:

la cara vista es un anuncio de Signal,

la cara oculta son cristales rotos,

okupas que pasan frío, ratas, maleza y desorden.

Hay cables que se cruzan aquí y allá,

Suciedad, muchas gasolineras sin que nadie las atienda.

Algunos atisbos de esperanza:

un cielo sacado de una película americana,

talleres, un rocódromo, dos hipermercados.

La ruina es el paraíso del fotógrafo

acostumbrado a flores y los colores del otoño.

Imaginas una chabola de madera

oculta en el edificio sin cristales,

sombras que se mueven en busca de electricidad,

un atlas de pequeños paraísos efímeros,

dolor y resistencia,

quizás los más preparados ante un desastre mundial.

Tratas de no verlos, como ocultas a tu mirada

las miles de cucarachas bajo la tarima impoluta

del suelo de tu casa.

Cuelga la ropa tendida en una cuerda catenaria

allá donde reverbera la vida.

Las sombras viven una Navidad diferente.

Poema 246: Misa de Navidad

Misa de Navidad IMG_4213

Todas las personas son grises en esta iglesia,

las lápidas del suelo rezuman humedad,

gabanes y abrigos oscuros visten a los comulgantes,

quizás yo también soy gris aunque me vea azul.

 

Evalúo los cuatro gruesos pilares de la estructura,

piedra, ladrillo, mampostería,

toda la escayola de la decoración, venida a menos

como las cabezas de los ancianos del último banco.

 

El sacerdote habla de la fuerza divina de cada humano,

quizás alguien le escuche su arenga;

dentro de veinte años yo seré el anciano gris

y puede que siga evaluando la arquitectura.

 

Me fijo en una virgen con niño, una moreneta,

donación del año cuarenta y dos cubierta de polvo,

indago en los hermanos donantes de la poyata,

quizás fue un expolio de guerra en otras tierras.

 

Hay una acumulación desordenada del santoral,

gentes que dejaron su minúscula huella,

huesos en el subsuelo de toda la nave central,

un presente de subsistencia que no sé cuanto durará.

IMG_20191225_124828