
Al fondo, antes de las montañas
El embalse del fondo parece infinito.
Quisiera estar allí y aquí al mismo tiempo
Ascender, tal como veo a las águilas,
en espiral hasta alcanzar la corriente y planear
contemplar el contorno,
buscar un fractal que lo aproxime,
fijar en la memoria de águila-humana
la forma geométrica exacta de la mega represa.
Brilla como un espejo con el sol poniente,
refleja naranjas y el verde del valle de regadío,
también devuelve el perfil montañoso
que la bruma convierte en masas superpuestas,
un decorado de fondo de ópera austro-germánica.
Un gran nogal oculta un tercio del valle,
serenidad, masas arbóreas,
rapaces sosteniendo su vuelo,
el movimiento rectilíneo y en apariencia uniforme
de los vehículos-hormiga por una autovía invisible.
El dios caótico que dibujó los perfiles montañosos
se olvidó de diseñar un valle homogéneo;
el viento sobre la noguera y unas pequeñas nubes blancas
dotan de vida a la escenografía natural.
Una mirada atenta con prismáticos
permite dilucidar que los penachos blancos móviles
son aspersores que alfombran de verde
las superficies geométricas menos frondosas.
Al fondo permanece azul-cielo
el intrincado perímetro del acopio artificial de agua.








