Vorágine y caos
A veces siento que el mundo va muy deprisa
quizá es una evocación cósmica,
esa velocidad que solo puedo imaginar
del planeta transitando en su órbita solar.
El desorden animado me obliga a improvisar
un toque de la batalla quizás evolutivo
que activa tormentas mentales
sin satisfacción ni tiempo de placer.
En ese caos creativo me afano
en la búsqueda de patrones conocidos,
de mínimas certezas de escalador
sobre las que pueda permanecer un instante.
Miedo, incertidumbre, inseguridad,
catalizadores de procesos de supervivencia
un fugaz detalle que todo lo cambia
alegría o pertinaz hundimiento.
Puede que en la música o en las rutinas
esté el sostén y la guía con instrucciones,
disponer de unos minutos para reposar la luz
aislarte del dolor y de los problemas complejos.
Cuando mi cerebro reconoce algunos asideros
se intenta adaptar sin resistencia fuerte,
libera sustancias que inundan mi rostro de sonrisa
y desprecia por banal toda discordancia.