Poema 316: Vorágine y caos

Vorágine y caos

A veces siento que el mundo va muy deprisa

quizá es una evocación cósmica,

esa velocidad que solo puedo imaginar

del planeta transitando en su órbita solar.

El desorden animado me obliga a improvisar

un toque de la batalla quizás evolutivo

que activa tormentas mentales

sin satisfacción ni tiempo de placer.

En ese caos creativo me afano

en la búsqueda de patrones conocidos,

de mínimas certezas de escalador

sobre las que pueda permanecer un instante.

Miedo, incertidumbre, inseguridad,

catalizadores de procesos de supervivencia

un fugaz detalle que todo lo cambia

alegría o pertinaz hundimiento.

Puede que en la música o en las rutinas

esté el sostén y la guía con instrucciones,

disponer de unos minutos para reposar la luz

aislarte del dolor y de los problemas complejos.

Cuando mi cerebro reconoce algunos asideros

se intenta adaptar sin resistencia fuerte,

libera sustancias que inundan mi rostro de sonrisa

y desprecia por banal toda discordancia.

Poema 256: Coronavirus

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El mecanismo de la evolución acelerada

es un espectáculo fascinante,

la miseria y la avidez de algunos

frente a la dignidad mantenida de muchos,

miedo irracional y desconfianza ignorante,

frente a la calma científica y racional.

 

En la era de la información

cada cual crea una burbuja cerrada;

aún no se ha detenido el movimiento

y la amenaza invisible parece no existir aquí,

solo las precauciones y los memes de múltiples colores.

 

Las ocupaciones cotidianas se vuelven banales,

huye el dinero y las bolsas adelantan las fechas

en las que se atisba o no el final del contagio masivo,

nada es decisivo, nadie imprescindible,

solo los científicos aportan datos sostenibles.

 

La estructura del mundo está hilvanada,

sostenida por hilos frágiles e invisibles,

casi todas las certezas son banales,

salvo la lucha increíble de la supervivencia humana.

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