Poema 597: Finis vitae sed non amoris

Finis vitae sed non amoris

En un abrupto descenso de la niebla,

en medio de películas premiadas o no

que reflexionan en torno a la muerte,

se anticipa una muerte cercana.

–No mires atrás–, dirá el diablillo bíblico.

Aún doblan las campanas de forma atroz,

elevan la solemnidad y la pompa,

acercan los ritos ancestrales a la incomprensión

de la desaparición irreversible de la experiencia,

del aprendizaje de toda una vida.

El bagaje físico durará un instante,

el polvo seco, la niebla húmeda, el viento sonoro,

borrarán cada una de las huellas.

La comunicación poética es una ilusión,

una posibilidad de fe que dura un instante.

Se adapta el rito a los tiempos:

en los márgenes del poblamiento exterior

surge un templo laico de modernidad

en el que velar a los difuntos de forma aséptica

guardando la esencia del contacto humano.

Solo importa el presente continuo,

lo que la piel y las inidentificables ondas mentales

transmiten de forma vívida y amorosa,

un impagable consuelo en medio del dolor.

El abandono y la aceptación resignada

elevan la humanidad amorosa y afectiva

hasta lugares insospechados de mística seglar.

Poema 561: SEMINCI

SEMINCI

Fue un oasis cultural en la dictadura

y sigue siéndolo en el presente acelerado,

un sosiego atemporal:

eruditos, habituales, cinéfilos,

un imán que apenas atrae al público local.

Escaparate, faro, hito en el calendario,

un enorme cúmulo de trabajo oculto,

y la calidad asegurada de lo diferente.

Una copia sueca restaurada del 47

nos tuvo en vilo cien minutos:

luces, sombras, primeros planos expresivos,

el tormento de la ética y el deseo

más actual que nunca.

Desfiles, alfombras, oropeles,

seis noticias nacionales y el brillo

de los flashes en la noche fría pucelana,

una minúscula isla cultural encapsulada.

Poema 453: Una bomba de información

Una bomba de información

Una bomba de información, destellos

de inteligencia, de ética, de venganza,

el teatro de las emociones,

sexo, integridad, subordinación,

toda la ciencia al servicio de un objetivo:

ecuaciones, ideas, explosiones,

cierta integridad y la vida que pasa.

No se rompió nada y los agoreros

llenos de voces y sin complejo de ignorancia

siguen gritando al paso de las cabalgaduras.

Cierta toxicidad por acercamiento

acecha en cada una de las profesiones,

también el barrido de todas las emociones,

lo conveniente serio y la risa inconveniente,

la lujuria y la aparente pasividad desganada.

En estos días de julio resurge la luz,

pareciera que ciertos finales felices son posibles

en el espectro cinematográfico;

tiempo de música y películas y algunas lecturas,

el conocimiento y la pasión en la misma cesta,

la risa, la alegría contenida, el silencio

sobresalen entre la multitud caótica y democrática.

La euforia estadística se desató antes de tiempo,

lo justo para que la luz alumbrase la necedad,

el vacío informe del teatro de marionetas

en la que una suma de ventrílocuos

desacompasaron los movimientos del muñeco.

Los hitos de una vida se escriben al vuelo:

un surrealista solo de trompeta,

el vuelo en globo que siempre quisiste hacer

o el viaje a ninguna parte en bicicleta

en los albores del verano por tierras despobladas.

No hay nada nuevo en este rincón del universo.

Poema 294: Estampas otoñales

Estampas otoñales

Los cipreses que veo desde el coche

oscilan bajo el viento cual dinosaurios de Spielberg,

cuello largo de movimiento ondulante,

verdes herbívoros estirados para alcanzar comida arbórea.

Una matrícula HLK me hace decir Hulk,

obsesionado con palabras y películas;

el cerro en el que se asienta Parquesol

está oculto por unas nubes bajas, quizás niebla.

La otoñada a lo largo del río y los canales es magnífica,

toda la gama de ocres y amarillos

refulgentes por la lluvia y el viento,

hojas volanderas y una cierta decrepitud muy hermosa.

Las mazorcas de maíz están guarecidas en sus fundas,

son un tesoro amarillo en medio de una masa

de un color indefinido y deslavazado,

acaso ves a los niños perdiéndose dentro del campo infinito.

Imaginas violines o el saxo de Kenny G

en medio del temporal al que esta vez han llamado Bárbara,

la música ordena el ritmo aleatorio del movimiento,

hace que la naturaleza parezca rítmica en sus fases.

En la conjunción de los dos ríos caudalosos, Duero y Pisuerga,

observas el ángulo de incidencia y el caudal,

cautivado por la belleza y el sonido de la pesquera,

por la luz descompuesta en una gradación indescriptible del color.

Poema 269: El mundo después de estos días

El mundo después de estos díasIMG_6358

Lo que estaba muerto estará vivo y verde

cuando salgamos al campo,

algunas flores ya se habrán desbaratado,

ríos que se han desbordado

siluetas que ya no recordamos.

 

Las drogas que nos sustentan cada día,

oxígeno, engaños mentales con forma humana,

ángeles olvidados desde hace eones,

píldoras amorosas como gotas de lluvia,

ahora ya no son necesarias en el retiro.

 

Sumergirse en una historia, serie, película,

libro, narración oral o vínculo de Youtube,

un olvidar el presente y sus consecuencias,

no anticipar, ni sopesar, ni presuponer,

es la única forma de salir del círculo vicioso.

 

No habrá apoteosis, ni vivas, ni alegría desbordada,

seremos predicadores de Twitter,

o ínsulas táctiles en medio de una masa ingente

de personas desbordadas y egoístas,

antes de ser arrastrados por los ríos antiguos.

 

A lo sumo quedará un poema, el recuerdo

filtrado de las semanas confinados, las cervezas,

las partidas de ping-pong en la mesa de la cocina,

todas las borrascas que dejaron un mapa

en medio de tu cabeza inhabitable esos días.

 

El tiempo en el que te lamentarás

de solo haber leído tres libros extraños,

de haber publicado una docena de poemas,

cuando el tiempo muerto se abría en esplendor

solo para ti, gran falacia de egoísmo profético incumplido.

 

Comprimidos poéticos, música de la Filarmónica de Berlín,

algunos retazos entrevistos de ópera,

subir escaleras corriendo para obtener

las necesarias sustancias neuronales de alegría,

todos esos gestos condensados en un aplauso al atardecer,

han conseguido mantenerte con vida cada día.

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