Poema 407: Campana

Campana

Una campana rasga la noche y el amanecer;

me despierto aún inmerso en la partida de naipes,

cómputos, risa, amistad reencontrada, gin tonics,

el suave río subterráneo que continúa

más de treinta años después.

Los ladrillos perfectamente alineados

denotan solidez robusta,

el color cambiante según la humedad de los días.

Es tiempo de algunas conversaciones

siempre convergentes y no siempre banales.

La campana rememora aquel poema de Zorrilla

en el funeral celebérrimo de Larra,

–Ese vago rumor que rasga el viento…

Corretean los niños, llenan el espacio de vida;

teletransportado a otra edad

resuenan risas y los gritos inocentes.

Un palacio nos reúne en un corrillo erudito:

las impresiones sobre Roma en el siglo primero a.c.,

la victoria de Cayo Mario en Vercelas

y los estertores de la República.

Cortinajes, tapices, cuberterías, relojes dorados

son observados con detenimiento,

imaginamos la vida ampulosa de los monarcas.

Las campanas vuelven a indicar la hora

o el final de la vida de alguien en este pueblo,

mientras amasamos pan

y nos aplicamos a la tarea de sobrevivir.

Poema 223: El color del mar

El color del marIMG_5169 (1)

El color del mar es una fotografía,

un sordo romper continuo de olas,

una conversación banal,

la silueta ambigua de una nube reflejada.

 

Los niños asoman su carácter,

pululan aquí y allá cual mariposa,

señalan, observan, destruyen,

ensayan sin pudor su vida futura.

 

El viaje expansivo se apodera de ti,

te atraviesa osmótico,

engulle tus preocupaciones cotidianas,

las pospone o relativiza sin pausa.

 

El color del mar da forma a la luz

que pueden absorber tus ojos cansados,

produce pequeños destellos mentales,

te recuerda tu aún conexa juventud.

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Poema 184: Llueven flores de otoño

Llueven flores de otoñoIMG_20180922_201843

Apenas existe el aire que respiras,

apenas las nubes dibujan formas

en el cielo o muestran su belleza,

apenas percibes el frescor de la mañana.

 

Vagamente recuerdas la pertinaz sequía

de hace justo un año,

o la visita a la playa de hace dos semanas

embebido en fórmulas y compromisos.

 

Podría acabarse el mundo hoy,

podrían cesar tus privilegios:

tus hijos caminando contigo

o esos besos infantiles de felicidad.

 

La lluvia que tanto esperas

llevará asociado un decaer del ánimo,

una falta espeluznante de luz,

el regreso de monstruos que crees olvidados.

 

Todo es provisional, tu sonrisa también,

el libro que postergas o la música

que has proyectado escuchar;

también el poema que no vas a escribir.

 

El aroma de un jardín que no es tuyo

te embelesa, perturba todos tus recuerdos,

excita tus deseos hasta límites insospechados,

llueven flores de otoño durante unos minutos.

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Poema 154: Algunas noches leía cuentos con mis hijos

Algunas noches leía cuentos con mis hijosIMG_20180126_224757

Algunas noches leía cuentos con mis hijos,

creaba un espacio de voces y magia,

marcaba las palabras o repetía tics que les gustaban,

a veces bostezaba y ellos se contagiaban.

 

Los besos reales se escapaban volando,

un dragón era salvado por una princesa de incógnito,

la ovejita rescataba al lobo de su soledad,

la bruja Margarita movía sus orejas con cada hechizo.

 

Eran tiempos felices que aún perduran,

días agotadores de pura supervivencia,

quizás podía desgranar un poema o un relato,

aislarme unos instantes del mundo de los niños.

 

A veces fotografiaba un anochecer

o una luna incipiente y hermosa en el frío invierno,

los muñones de los árboles recién podados,

las sombras y los reflejos siempre cambiantes del río.

 

La cebra Camila aprendía la lección de la vida,

el dragón Zog conseguía su medalla dorada,

el ratón pequeño conseguía burlar al Grúfalo

y el sucio señor García salía volando hacia el espacio exterior.

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Poema 139: Griterío en una exposición social

Griterío en una exposición socialIMG_7299

Entro a la sala en penumbra, sin devoción

más preocupado de usar mi cámara

que de las obras expuestas

o del texto indispensable escrito en las paredes.

No estoy preparado,

pero atisbo belleza en los fragmentos escultóricos

que enfoco.

Hay corros de “connoisseurs”, de pseudocultos,

enterados, asiduos de exposiciones;

hay una profesora jubilada que se me acerca,

que explica con tecnicismos la policromía de la madera

a mi hija de siete años;

le agradezco el gesto y continúo captando el detalle.

Corretean los niños, atentos a sus juegos,

los adultos se afanan en conversaciones,

disparo aquí y allá sin flash.

Salgo de allí con sensación de irrelevancia,

alegre, no obstante, por mis fotografías

y por el ambiente distendido en tan adusta exposición.

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Poema 71: La mirada de mis hijos

    La mirada de mis hijosIMG_20160320_180029

La mirada de mis hijos en un museo

desborda las interpretaciones mojigatas,

cuadros de un intenso colorido,

una acróbata que no es más que su sombra,

la mujer de dos caras, enfadada,

Jacqueline divertida, el gato en el estómago

de una mujer azul,

una madre enorme con su sombra adherida

y manos desproporcionadas acuna a su bebé.

Picasso dibuja en el documental

con facilidad pasmosa;

los visitantes se detienen, con una sonrisa,

a escuchar las inocentes interpretaciones

infantiles no tan descabelladas.

 

En la primera ocasión sacan sus lápices,

comienzan el dibujo en una servilleta,

han captado las formas, la descomposición,

la espada tras la que se esconde el mosquetero,

el simbolismo de unos erizos esquemáticos.

 

Mi sonrisa revela la satisfacción educativa

ante el aprendizaje, la riqueza pictórica

absorbida tras la visita a un museo.

placio picasso

Poema 16: Augurios

          Augurios

No conozco apenas las manos,  IMG_20141225_115208

cartomancia errada, el vuelo

de una lechuza desde la torre

de la iglesia, ya anochecido,

hoy que al fin ha levantado la niebla.


Las manos del niño crecen

demasiado deprisa, muestran

una identidad en fuga perpetua,

pentágono relleno de dobleces,

enlace con el que guías y proteges.


La vista miope deforma y nubla,

incapaz de fijarse en el detalle,

incoherencia de los sentimientos:

cuál nariz, cómo es la forma

de las orejas o el beso en un espejo.


El ángulo de inclinación de la frente

indicia un tipo de pensamiento lógico,

genes materno-filiales, prognatismo,

la familiaridad hace invisible

cada rasgo, demasiado cerca, enfoque.


Las ascuas han amalgamado el hierro,

una bisagra con forma sagitaria,

un dibujo en rojo vivo, un mapa disperso,

el corazón de un cáprido, un código

digno de la mente rápida de un niño.


Hay mañana, hay búsqueda y objeto,

repentinamente el puzle adivinatorio

se torna predecible, una luz, un síntoma

la lechuza-clave, el secreto guardado

en la forma transmitida de una mano.


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Poema 15: Gigante en negro

Gigante en negro

La luz de los fuegos artificiales se refleja
en su rostro de hermosura infantil;
sorprendida, sentada en mi regazo
absorbe el ruido terrible y los colores.

Le he cogido las manos calientes,
siento su pecho retumbar ante la pólvora
su temor la encoge, la estremece el ruido,foto2
la furia desatada la llena de terror.

Imagino ese resplandor en otras circunstancias,
quizás la última imagen que contemplaras,
destruido por la maldad, la incompetencia,
o un dron de estructura fractal indetectable.

Aprieto a mi niña contra mi pecho,
como si con eso pudiera protegerla,
pienso en la vida, en el futuro,
en no poder desplegar mis alas eternamente.

En su dibujo soy un ser enorme,
permanezco a su lado protector,
delante de las llamas y de la destrucción,
en negro contraste con todos los colores.

Gestiono a duras penas mi papel
de padre capaz de exponerla a sus temores,
de protector necesario ante la furia desatada,
en una farsa evitable e innecesaria.