La mujer desnuda
La fotografía me impactó por la sordidez
y la belleza,
el cuerpo no escalado con el bidé ni el lavabo,
el espejo del rostro cansado
y la rotundidad del desnudo trasero.
Ni el fotógrafo ni la modelo vivirán ya;
todas las preocupaciones o las alegrías
pertenecen a un pasado olvidado
y quizás a nadie importen.
Posiblemente hacía frío fuera,
el pequeño radiador bajo el lavabo
da un toque de calidez a la estancia.
Las sombras y el juego de la luz
dotan al cuerpo de gran potencia:
claroscuro deseable, intimidad, reflexión
de manos apoyadas en el borde de la pila,
pies flexionados en el apoyo, oscuridad
frente a unas cortinas claras de primoroso ganchillo.
Al fotógrafo solo le importó el instante,
quizá la predisposición del rostro, la luz, el ángulo,
los reflejos de otras fotografías.
El espectador de la exposición de Crister Strömholm
podrá tal vez imaginar una historia
ya perdida para siempre.