Poema 347: La Orquesta

La Orquesta

Se mueven los brazos de las violinistas

como un mar de espigas doradas,

una ola recorre todas la cuerdas

hasta que el órgano puede con toda la orquesta

se enfrenta a ella y sobresale, grave y oscuro.

Hay una energía tremenda en el director

que se transmite a toda la sala:

aprieto los puños con emoción

sin saber ya donde fijar mi perspectiva.

Un trombón de varas se eleva potente,

desafía a la gran concentración de contrabajos

hasta que las dos pianistas, a cuatro manos,

suavizan la tensión orquestal.

Cuando no sé donde mirar, la miro a ella

no me defrauda nunca;

su espalda es un compendio anatómico

de todos los músculos imaginables:

entran en máxima tensión justo antes

de que su arco transmita toda la energía a las cuerdas.

Serios en su frac, los percusionistas aguardan

ese momento especial en el que poner su nota,

pero en este concierto van creciendo,

aumentan su fuerza descomunal dándolo todo.

La belleza y estatura de la mezzosoprano

ha sido un contrapunto fugaz

a las lágrimas de alegría inmensa que he derramado.

Poema 224: Veo

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Veo madres fumando con sus hijos de la mano,

hombres con barrigas fruto de la gula,

la uña del pulgar destrozada del tendero chino,

una mujer rechoncha que pasea a un perro hermoso.

 

Veo el color dorado del sol en la piel de mi hija,

una pareja lectora que se come con los ojos

en un banco del parque,

vestidos ligeros en cuerpos sencillos.

 

Veo una urraca disfrutando del frescor matinal,

niños olvidados del tiempo en sus juegos de agua,

ancianos desdentados que sufren el calor,

veo resistencia y vacío, pero también belleza y esperanza.

 

Veo palabras y dudas, energía juvenil,

fotografías que envidio y otras que no reconozco,

veo la luz del ocaso demorándose en el ladrillo rojo,

y el abeto enhiesto que soporta la tarde con tedio.

 

Nada es ajeno a mi mirada, ansia pura

de captar el instante mágico de fealdad o hermosura,

de búsqueda innata de la imagen, poética,

del hilo que extrae la esencia de la vida.

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Poema 143: Alegres

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Hay estudiantes que irradian alegría,

comparten su energía, humor, ideas,

se saben privilegiados en el ámbito escolar,

disfrutan de cada día: compañeros, conocimiento,

elevan su pertenencia al grupo

a la categoría de arte efímero e intangible.

 

Hay otros amargados e inhóspitos,

a quienes todo les es debido,

torvos y agrios, pagados de sí mismos,

miran siempre de través o agachan la cabeza,

no puedes esperar nada de ellos.

 

A algunos basta mirarlos para encontrar

brillo en sus ojos,

la fiesta que representa el microcosmos

en el que viven,

emiten nubes de vivacidad e inquietud intelectual,

alimentan cualquier esfuerzo para ellos.

 

Sonrío al imaginar la nube de alegre complicidad,

las risas o el silencio satisfecho mientras razonan,

aprenden, experimentan,

buscan sus caminos vitales,

disfrutan naturalmente de cada instante.

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