Alegría
En un momento de soledad al final del día
pincho en el altavoz la Oda a la Alegría,
el poema de Schiller incrustado en la novena de Beethoven,
la voz del tenor me sube el ánimo
me trae a la cabeza el olor de los almendros en flor.
La libertad de poder pensar y opinar,
ante la amenaza del coronavirus,
mantener la calma cuando cierta locura
se apodera de la gente y la envuelve
es una alegría intrínseca que no puede cantarse.
Hay otras alegrías que no pueden expresarse,
códigos internos o apenas compartidos,
bases de datos ocultas a las que nadie accede,
placeres prohibidos, vías de escape
del gris invernal con amenaza de virus.
La explosión de serotonina tras el ejercicio,
una fotografía bella de las que tanto abundan,
la risa desmesurada por un detalle inesperado
me devuelven la intensidad de la vida,
el recuerdo de todos los momentos alegres vividos.