Poema 611: Eclipse

Eclipse

No había previsto el acontecimiento,

pedaleaba despistado saliendo de la ciudad.

En un semáforo me detuve a mirar el móvil:

a las once treinta uno la científica whatsapeó:

–…estoy viendo el eclipse, ya ha comenzado…–

Me senté en un banco sabiendo que no podía mirar;

nubes, el filtro magnífico, –y fugaz–.

La primera fotografía fue una maravilla;

corrían veloces las nubes, había que esperar.

Coloqué una serie de cuatro instantáneas en Instagram

con música de Jesucrista Superstar.

La científica recomendaba una radiografía o un filtro específico,

también habló de una piedra de obsidiana azteca.

Hubo una discusión en el grupo sobre si el vidrio volcánico

era o no apto para proteger la retina, del hijo de Tea e Hiperión.

Declinaba el eclipse, –una luna que mordiera al sol–,

un mínimo pedacito visible en estas latitudes.

Solo los colores filtrados por el sol en las nubes atmosféricas

denotaban el abandono astral, la luz inusual,

un coro de pájaros revueltos, la expectación mundial

y el ínfimo poder del ser más poderoso de la humanidad.

Poema 610: El Puente

El puente

BRAN deitándose sobre o río
a cabeza nunha ribeira, os pés noutra,
dixo: Quén é o deus que seña a ponte!
E asi o pobo e o gando poideron pasar
dun país a outro.
                  Álvaro Cunqueiro. “Herba aquí ou acolá”

Los sauces llorones tienen que llorar,

si les podas las lágrimas, se secan.

Apoyado en el pretil del puente medieval

observo la crecida inusual del río Pisuerga.

Vibran las piedras por el golpeteo del agua

o por la necesidad estructural de esa tolerancia.

Recordé la predilección de Cunqueiro por los puentes,

la sensación de equilibrio al observar la corriente.

Puentes de madera, puentes colgantes, puentes levadizos,

un arroyo de montaña con un puente elevadísimo

o el solitario lugar de lectura anhelado

escuchando la cantarina voz de un riachuelo.

Siempre aconteció un puente en mi camino,

mas nunca sentí la vitalidad de la piedra,

el movimiento transferido al cuerpo

cual orgánico abrazo a un árbol.

El puente medieval recién restaurado

alberga un gran sauce muerto entre sus ojos,

la corriente agitada de aguas revueltas lo castiga

en un espectáculo decreciente y magnífico.

La estructura se ha fundido conmigo un instante

acomodando su esencia pétrea a mi carne:

quizás Bran al fin se transfiguró en puente.

Poema 609: Vuelta a casa

Vuelta a casa

Llegó como un lucero en medio de la lluvia

encendiendo los charcos con su sonrisa

dividida entre la alegría del reencuentro

y la pérdida de una amistad profunda.

Se adaptó a la nieve y a las circunstancias,

liberó un torrente de verbalidad atrapada

en días de intensidad memorable.

Su fuerza narrativa fue desgranando hechos,

sentimientos, análisis de causas y consecuencias,

un viaje soñado, planificado, esperado,

la velocidad con que se sucede la realidad.

Su presencia llenó de risa y de burbujas la casa,

quería ser escuchada en cada detalle:

mi hija desafiaba al sueño y al agotamiento

alternando entre la alegría y el desconsuelo adolescente.

La fuerza radical de decisiones volanderas

se acoplaba con el amparo de la escucha materna:

ojos repletos de ilusión vital, ávidos de experiencias,

precavidos ante la volubilidad de sus semejantes.

Dormirá múltiples horas seguidas en su cama,

asentará sus sensaciones y reinventará significados,

modelará su memoria y su consciencia,

fortalecerá su paso firme en la protección devota

de su centro de gravedad adolescente.

Su presencia completa de nuevo este hogar.

Poema 608: Planificación

Planificación

La idea fue suya, antes incluso de subir al Pinajarro.

Debía de llevar meses siguiendo desplazamientos de auroras,

estudiando la ubicación de cascadas y lagunas glaciares.

Examinamos juntos un rango de fechas y ciclos lunares,

un calendario escolar que fuimos postergando

hasta encontrar unos vuelos decentes y asequibles.

Cuando cerramos la primera fase en agosto

mi hijo ya tenía señalada en un mapa cada visita,

cada punto de interés en una zona acotada de la isla.

Hubo que enfocar para reservar alojamientos,

trazar un plan de viaje y alquilar un coche,

promediar distancias y visualizar emplazamientos.

Al acercarse las fechas indicadas observamos el clima,

un temporal de viento y nieve dificultaría el viaje.

Eligió tres alojamientos estupendos:

la cabaña del lago, que amaneció nevada y casi aislada,

un cubo en medio de una pradera despejada,

y un bungalow de madera con un jacuzzi exterior.

Perseveramos en la observación de las auroras boreales

hasta que en la última noche se manifestó el prodigio:

destellos que asomaban entre las nubes,

formas caprichosas, el baile voluble de los fotones,

una clausura apoteósica en medio de la nieve.

Poema 607: Recuerdos del viaje

Recuerdos del viaje

El viaje se difumina en los detalles,

se agrandan algunas sensaciones

y se pierden sucesiones de momentos

ideas, emociones y preocupaciones.

Pasan los días e Islandia es cada vez más verde

en el concepto, en la idea preconcebida,

en las auroras tan fotogénicas en la noche.

La iglesia de Vik es cada vez más roja

y Gullfoss helada es cada vez más blanca.

La casa del lago se ha convertido en idílica

aún sin café y sin apenas víveres,

desayunando el último sobre de jamón,

caminando por sendas ocultas por la nieve.

No conocí la moneda local, ni apenas islandeses,

vimos muchos más caballos que personas

y decenas de japoneses en cada cascada.

Tuve muy poco tiempo de escritura,

imposible afianzar las impresiones

del frío extremo, de la fuerza de la naturaleza.

El resultado es una amalgama de belleza,

de descubrir un lugar mítico en pocos días,

de haber disfrutado intensamente de cada instante.

Poema 606: ¿Qué te ha gustado más de Islandia?

¿Qué te ha gustado más de Islandia?

Según se alejan los círculos de amistad

me preguntan tópicos: –¿hacía mucho frío?

–¿la gente allí qué come? –

Y yo recuerdo ventiscas de nieve,

Un paisaje todo blanco que antes fue castaño,

torrenteras de agua por doquier,

el blanco azulado o verdoso de una lengua glaciar,

iglesias rurales mínimas rodeadas de tumbas,

pequeñas cruces en el suelo de tierra,

franjas de playa de arena negra volcánica,

y el asombro emocionante de las auroras boreales.

También recuerdo el precio desorbitado de las cosas,

la sorpresa de un faro meridional

bajo el que deberían de pivotar cientos de pingüinos

que no vimos.

Un amanecer junto a un lago, un paseo hollando la nieve,

y siempre la añoranza del estilo plácido de vida

que atesoras en tu hogar.

–¿Qué te ha gustado más de Islandia? –, te dirán,

y responderás con calma que las múltiples sensaciones,

la austeridad y grandiosidad del espacio,

la sencillez tecnológica para el autoturista.

La amistad íntima no pregunta, escucha activamente,

intuye las sensaciones y las ilusiones,

contribuye a expandir el viaje una vez terminado,

a identificar recuerdos y a etiquetar todos los detalles.

Poema 605: Iglesia de Vik

Iglesia de Vik

Esencia simple de líneas rectas,

emblemático lugar a media altura,

observable desde el mar y la montaña

blanco y rojo primarios,

alrededor la nada nívea y el frío norteño.

Contrasta la plataforma con los pastos desiertos,

el flujo incesante de fotógrafos,

la lluvia o la nieve en ventiscas directas

parecen rebotar en su campo magnético.

La iglesia es un icono arquitectónico,

atrapa la mirada a la salida del único supermercado

en muchos kilómetros a la redonda.

Diríase un edificio de un dibujo animado,

quizás una iglesia en los Alpes de Heidi.

Hay una magia probablemente ancestral en el lugar,

la sensación de belleza de proporciones,

el modelo con el que se erigirían decenas de templos.

Impresiona la austeridad, el enclave perfecto,

la luz, el sonido del viento y del Atlántico Norte.

El rojo vivo de la cubierta y la torre atrapa la mirada

cual tela de araña pacientemente tejida

para atrapar al incauto turista y colonizar su mente.

El icono visual trasciende su significado místico

y lo eleva al altar turístico de la devoción viajera.

Poema 604: Iceland

Iceland

Ventisca de nieve, dolor de frío en la piel,

conduzco un coche que aún no es mío,

automatismo de supervivencia: lo que hay que hacer.

La ciudad nevada duerme,

códigos numéricos facilitan la impersonalización,

luz blanca y calor interior.

Caballos islandeses inmunes al frío,

agreste es la palabra elegida.

Granjas reconvertidas en alojamientos turísticos

vertebran el territorio

y mantienen algunos animales domésticos.

Sagas, epopeyas, un jinete que atraviesa Gullfoss

para unir dos familias de pastores míticas:

se vieron desde ambas orillas de la catarata

y la falla natural nada pudo contra el deseo sexual.

Los pingüinos inexistentes

rivalizan en ocultación con las auroras boreales

entre cielos cubiertos y costas azotadas por el viento.

La ventisca de nieve es efímera y periódica,

también el viento que abre puertas y desata locura.

Los cazadores de reflejos magnéticos

recorrieron decenas de kilómetros en busca de estrellas;

les sonrió la suerte cósmica, verde, improbable y magnífica.

Fue a causa de la perseverancia y la tenacidad.

La aventura es opuesta a la tecnología,

libera sustancias mentales impagables

pese a los inconvenientes físicos.

Sueño con una nieve en polvo volandera

que se desprende de las ruedas de invierno

y aterriza aleatoriamente en el centro auditivo.

Los días de magnificencia natural terminan,

vuelve la rutina laboral y placentera

de máxima exigencia mental.