
San Bourbaki
Último viernes de noviembre.
Hace ya tantos años que me cuesta contarlos,
juventud, fiesta, desmadre,
algunas ideas matemáticas de fondo,
ironía y la asunción de una cierta religiosidad
a imagen y semejanza de las ceremonias cristianas.
Nicolás fue un general de la guerra franco-prusiana,
un nombre cualquiera tras el que esconder
toda la recopilación matemática exhaustiva,
detalles y detalles, miles de páginas
en las que se exprime un colectivo secreto.
San Bourbaki es ahora un nombre de amistad,
la que nos une en torno a una mesa,
a unas canciones o unas rogativas que se actualizan
con cada nueva generación de matemáticos pucelanos.
El maestro de ceremonias, ataviado con una capa,
pronuncia, con voz impostada y potente cada rogativa;
–deriva pro nobis– contesta la masa al unísono.
Los acólitos estudiantes actuales, ignoran el significado
profundo de muchos de los nombres mencionados:
Zaldo, la Pepa, el Pope, el teorema de Stokkes,
frases fuera de contexto y conceptos matemáticos complejos.
Y sin embargo los mantras se repiten año tras año,
tras las libaciones y las rogativas se quema al santo,
se entonan himnos y variantes infinitas de algunas canciones
y los locos matemáticos resucitan de nuevo.






