
La caída
En el momento más anodino acontece
lo inesperado,
ves pasar tu vida, no antes ni durante,
después.
Imaginas tu hueco vital, el desorden
–Se acabaron mis problemas–, dirás
mientras evalúas los daños del vuelo ciclista:
el casco con la visera colgando,
las rodillas ensangrentadas, el labio,
un guante desgarrado, los nudillos en carne viva,
nada roto, ¡a galopar!
El efecto del pedaleo irriga la rodilla y desinflama,
–menos mal que no te he atropellado–, dijo el conductor.
Reconstruyo las imágenes, la ausencia de sonido
de un vehículo demasiado veloz,
la compasión de los espectadores, la frontera
con un futuro inexistente,
el acto reflejo de clavar el freno delantero erróneamente.
El relato variará en intensidad y coloratura
tras la improvisada ducha y la auto terapia.
Los cactus del camino me distraen un instante
antes de llegar de nuevo al lugar del percance.
He sobrevivido con suerte en esta mañana de verano.








