
El cuerpo desnudo
El cuerpo desnudo tras el baño
en el agua fría que baja de la montaña
se mimetiza con las rocas, a pesar de su blancura.
Las piedras sobre las que se asienta
se han enfriado durante la noche.
El sonido de la cascada
oculta el canto de los pájaros,
todo es verde para los ojos y la cámara.
En esa pausa de integración con la tierra
la mente ha divagado por múltiples caminos,
sin filtros ni censura,
ensoñaciones varias en el paraíso idílico.
La aventura de caminar por rutas conocidas,
seguir la senda de riachuelos y cascadas,
adaptarse al calor seco,
propicia la contemplación extracorpórea
la fusión plena con el núcleo ígneo de la piedra.
El cuerpo desnudo se ha secado,
ha regularizado su temperatura
y aguarda el fin de las ensoñaciones
para iniciar el camino descendente de vuelta.




