Poema 251: En estos días lluviosos

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En estos días lluviosos ascendentes de enero,

cuando los músculos duelen y duele el alma

el poeta debe volverse sobre sí mismo

una y otra vez, girando y girando, observando

donde están las anclas, donde está el arte.

 

Un verso de Carta al Mundo de Dickinson,

un fragmento de la Bohème,

escuchar la vicisitudes de un escritor en su novela,

degustar con calma una película o una serie

me devuelve el ansia de vivir, de escribir.

 

Una silueta, el olor del pinar tras la lluvia,

el recuerdo de aquellos pájaros azules

que rompían la soledad expectante,

una fotografía de las nubes duplicadas en el Duero,

transportan y embelesan, elevan el espíritu.

 

Existe en el ambiente una saturación de mediocridad,

chistes o rebuznos, opiniones políticas,

la ocurrencia cotidiana elevada al arte de las masas

que evidencia el vacío de ideas y la confusión

de quien busca igualar a todos en la ignorancia.

 

 

Basta el trazo delicado de una silueta,

o la libertad expresiva y anárquica de una poeta

para devolver la seguridad y el anhelo lector,

la confianza constructiva en algunos humanos

silenciados por el griterío evidente y avasallador.

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Poema 250: Cine

Cine

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En tiempos correosos de ideologías enfrentadas

el cine, la literatura, la música

pasan a ser objeto de controversia,

un campo de batalla lleno de prejuicios:

ideas frente a barbarie e ignorancia.

 

Hacer una película es complicadísimo,

una tarea coral llena de equipos, vaivenes, humanidad,

arte total para ser criticado sin verlo

o para abrir la puerta a una vida diferente

al menos durante el tiempo mágico de proyección.

 

Construir, concertar, transmitir sutilezas armónicas

nada pueden contra la destrucción, la infamia o el insulto,

o sí, lo pueden todo, perduran arduamente,

siembran semillas increíbles,

son abonadas por millones de neuronas resistentes.

 

Una época, una sensación, una transformación del espacio,

múltiples tomas, pruebas, luz, color, sonido,

las palabras enhiestas, la emoción de un instante,

vanguardia y productividad,

el cine es un termómetro social de humanidad.

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Poema 249: ¿Qué sostiene el día?

¿Qué sostiene el día?WhatsApp Image 2020-01-12 at 01.04.34

La niebla potente de estos días de enero,

Pingüinos, motos, velocidad y sonido

propagado en ondas ilusorias,

un estilo de vida más salvaje,

el recuerdo en segundo plano de los ancestros.

 

Algunos mantienen que es la belleza,

otros que la inercia vital teñida de cobardía,

pocos se animan a opinar sobre el compromiso

de un proyecto vital holístico determinado.

 

El día es un cúmulo enorme de pensamientos

y obligaciones adquiridas por mor del antes y después,

nada es simple, ni tan solo bello u oscuro:

la tarea más desagradable puede cruzarse

con la luz nítida del placer o el sonido concertado.

 

¿Existe quizás una corriente que nos transporta?

Esa sensación de cada día que te arrastra:

estoy muy ocupado” dices y de ahí no puedes salir,

esos compromisos convenidos con un ente superior

que imposibilitan tu alegría orgánica y natural.

 

Y tras todas las obligaciones de fondo,

existe, tal vez, una estructura tejida de afectos,

de odios, de disimulo o de comodidad hogareña,

un orden personal e intransferible,

el comodín que solo tú conoces y que te hace fuerte.

 

¿O tal vez tu cerebro crea un trampantojo vital,

difumina todas tus preguntas incómodas,

las desvía a regiones ignotas de tu entramado neuronal,

y potencia las minucias urgentes e innecesarias,

las satisfacciones a corto plazo tan ineludibles?

 

A veces es un poema o un verso suelto,

otras es el arte en cualquiera de sus manifestaciones,

un recuerdo o el pensamiento finalista de cualquier actividad,

un deporte o una esperanza, o una puesta de sol,

o la satisfacción de haber apretado un tornillo en la pared.

 

 

En algunas ocasiones es una esperanza irracional,

la portada de un libro que vas a empezar un día de estos,

el atisbo del sol en medio de la niebla pingüinera helada,

o la inyección inverosímil de sustancias naturales

capaces de aturdir tus dudas existenciales.

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Poema 248: Los ojos de las gaviotas

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La gaviota se desliza sobre esa corriente

invisible de aire,

no deja apenas vórtice en el dulce planear,

aporta elegancia y una silueta esbelta,

y sobre todo despierta del deseo de volar.

 

Contemplas tú también tu mundo desde el aire,

protegido por una distancia prudente;

tan solo puedes elegir la corriente

para trazar círculos de observación diferentes,

zona de confort, asegurada la belleza y la duda.

 

La brisa marina cargada de yodo es un opiáceo

irresistible y cegador,

en estos días de sol y calma la vida parece sencilla,

solo algunos agudos gritos indican peligro

o la excitación creciente de una posible reproducción.

 

Tus percepciones están llenas de colores difíciles

de definir con precisión,

el espectro visible humano parece ser muy restringido,

alcanza apenas los cuatrocientos nanómetros

de una precisa longitud de onda, como ella insinuó.

 

Los ojos de las gaviotas son una incógnita

que trato de aprender en Wikipedia:

gotas de aceite rojas y amarillas en sus receptores de color,

percepción del espectro ultravioleta para el cortejo,

detección de los campos magnéticos en sus desplazamientos.

 

La sinestesia te orienta en caso de duda,

advierte de un peligro o te señala afinidades electivas,

más allá del plumaje ultravioleta, elabora una divinidad

en el centro de tu cerebro evolucionado:

azul reflejo del cénit o verde esmeralda perfectamente pulido.

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