Presente añorado
Añoro ya las zapatillas perfectamente alineadas
de mi hija a los pies de su cama,
el amanecer rosado entrevisto a través
de los árboles que flanquean el Duero,
las hermosas llamas ondulantes
en el bidón encendido de la fábrica de madera.
Cuando escribo un recuerdo ya no está,
el caballo de nubes fotografiado por casualidad
al entrar una tarde en el centro comercial,
el programa de viajes por la baja California
entrevisto en el televisor mientras trabajo,
la lectura humorística de un relato erótico.
El libro que abro con devoción fetichista,
la fresa que desvela todo su sabor en mi boca,
un olor de velas cuya luz anaranjada imagino,
añoro la lluvia en mi rostro de corredor inconexo,
el tiempo afable en el que no existe la prisa,
consciente del fulgor de cada instante.






